José Napoleón Duarte (alcalde capitalino 1964-1970) y Armando Calderón Sol (alcalde capitalino 1988-1994) alcanzaron la silla presidencial en 1984-1989 y 1994-1999, respectivamente. Por esta razón es que miles de conciudadanos creen que la alcaldía de una importante ciudad es una plataforma para convertirse en presidente de la República.
¿Por qué es importante esta reflexión? Debido a que los partidos políticos dominantes piensan que los alcaldes son una “carta ganadora” para las elecciones presidenciales 2014. Así lo constata la nominación del alcalde capitalino, Norman Quijano, como candidato a la presidencia por ARENA y del alcalde tecleño, Oscar Ortiz, como candidato a la vicepresidencia por el FMLN. También se mencionan otros alcaldes como integrantes de diferentes fórmulas presidenciales para 2014.
¿Están siguiendo el camino adecuado? Nadie sabe. Lo cierto es que está creciendo la brecha entre gobernantes y gobernados. Razón por la cual las cúpulas partidarias están recurriendo a personas provenientes de sus filas y con una buena comunicación con las comunidades. Esto explica de alguna manera la inclusión de alcaldes de importantes urbes en la fórmula presidencial 2014, así como también lo confirmarán las promesas dirigidas a asentamientos precarios urbanos, estratos medios y jóvenes ciudadanos.
¿Están equivocadas las cúpulas partidarias? Nadie sabe. Lo cierto es que –a la fecha- ningún partido político ha presentado una propuesta viable –técnica y financieramente- para combatir la pobreza, rescatar el río Lempa, erradicar la corrupción, mejorar la calidad educativa y ampliar las oportunidades de inversiones y empleos a nivel local.
¿Están en lo correcto los dirigentes políticos? Nadie sabe. Lo que sí es cierto es que la polarización partidaria hace que las decisiones dependan de la “aritmética legislativa”. Hay que darle la “vuelta al calcetín”: lograr que la toma de decisiones busquen el bien común. De lo contrario (seguir pretendiendo el control del aparato estatal), se debilitará el régimen político y la corrupción lo hará insostenible.
¿Cuáles son los conocimientos que deben tener los candidatos? Nadie sabe. Lo que sí es cierto es que las profesiones u oficios no son determinantes. La corrupción no ha podido ser derrotada y El Salvador ha tenido de presidentes a militares, ingenieros, administradores, abogados, filósofos y periodistas. En otras palabras, no es cuestión de personas ni de profesiones. La clave está en la institucionalidad democrática.
¿Qué hace que los alcaldes sean presidenciables? Hay varias hipótesis. Lo que sí es cierto es que los partidos políticos necesitan mejorar su comunicación con los votantes. El reto está en hacerlo objetivamente y pensando más allá de los resultados electorales. Actualmente, no hay ninguna propuesta sustantiva y la hacienda pública está en aprietos. Es decir, los candidatos a la presidencia y vicepresidencia 2014 deben sincerarse y evitar hacer promesas que no van a poder cumplir.
¿Qué hace que un alcalde sea reelegido y luego presidenciable? No hay una única respuesta. Lo cierto es que pertenecer a un partido político no es un factor concluyente. Prueba de ello es que son varios alcaldes los que se han cambiado de partido y han ganado las elecciones municipales. En otras palabras, la gestión municipal es diferente a la nacional. Razón por la cual es falso que un buen alcalde sea necesariamente un buen presidente o vicepresidente. Los intereses que intervienen en Casa de Gobierno son de otra naturaleza. Convendría, entonces, que los partidos políticos y sus candidatos respondieran una pegunta ¿Cuáles son sus propuestas específicas para descentralizar el Estado y la economía salvadoreña? De la respuesta que den, se sabrá si la inclusión de alcaldes en las fórmulas presidenciales es o no para promover la descentralización y el desarrollo territorial.
