Opinión /

Los últimos meses del gobierno de Funes


Domingo, 30 de septiembre de 2012
El Faro

El anuncio de las candidaturas a la presidencia abre la última etapa en la presidencia de Mauricio Funes. A partir de hoy su protagonismo será compartido con los candidatos y poco a poco el centro de atención será trasladado a los aspirantes.

A su administración, sin embargo, le queda más de un año y medio para ejercer el poder, que es mucho tiempo para gobernar aunque insuficiente para cumplir las promesas de cambio que hizo cuando era candidato.

Acaso el resultado más sonoro de su administración es el súbito descenso en la tasa de homicidios, pero a pesar de los intentos, a veces torpes, de la administración por comunicar la tregua entre pandillas, lo cierto es que la reducción de homicidios sigue dependiendo de la voluntad de los pandilleros más que de una estrategia gubernamental; y el problema de esto es que el Estado aún no es capaz de garantizar un país más seguro.  

La administración Funes no ha realizado los grandes cambios estructurales que prometió, y que incluían el combate frontal a la corrupción y el crimen organizado; reformas para una mejor distribución del ingreso y esperanzas para la población. Ninguna de ellas ha sido cumplida.  

La tímida reforma fiscal que lanzó fue en realidad un mero ajuste, insuficiente para representar un verdadero cambio y muy lejos de representar una transformación estructural. 

Funes, en su discurso de toma de posesión, prometió una verdadera 'revolución pacífica', y lo que ha hecho su administración hasta ahora se queda muy lejos de eso. Parece difícil lograr en el tiempo que le queda 'la construcción de una nueva sociedad' que pretendía.  

En aquel junio de 2009, cuando tomó posesión en medio de una crisis económica mundial, parecía que esta administración podría sentar las bases de un verdadero cambio en materia de transparencia y combate a la corrupción. Lamentablemente, no hay ningún cambio significativo tampoco en esta materia.  

Funes se ha negado a explicar la naturaleza de su relación con personajes externos a la estructura del Estado con los que se reúne a tomar decisiones, y que incluyen a uno de los más oscuros operadores políticos del ex presidente Saca; ha retrasado el pleno funcionamiento de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información al negarse a nombrar a los miembros del instituto; y ni siquiera ha querido revelar los nombres de quienes le prestan aviones o automóviles.  

A esta administración, pues, le queda poco más de año y medio para reivindicar con acciones el discurso con el que llegó al poder. Un año y medio que requiere un ritmo y un enfoque distinto al que ha liderado Funes. Este tiempo restante terminará de definir el lugar que la historia le reserve a un presidente que llegó con todas las circunstancias a su favor para impulsar un verdadero cambio estructural en El Salvador, con el entusiasmo y la esperanza de la población; y que podría terminar siendo una de las mayores decepciones. 

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