Opinión /

Los desafíos que Chávez deja a El Salvador


Lunes, 11 de marzo de 2013
Mauricio Silva

El presidente Chávez fue un líder nacional e internacional que logró cambiar la política de su país y la latinoamericana, un caudillo de gran popularidad que “vive en el corazón del pueblo”, fue voz de los sin voz y dio esperanza a una mayoría que antes no la tuvo. Durante su mandato se redujo la pobreza de su país significativamente y se fortaleció la integración regional. Logró, siguiendo el sueño de Bolívar, darle un nuevo significado y esperanza al concepto de independencia en América Latina. Ello fue posible por su carisma, su visión y el respaldo financiero proveniente del petróleo venezolano. Parte de esa visión es la solidaridad; solidaridad a nivel nacional con los más desprotegidos y a nivel internacional con los que comparten sus principios.

El proceso tuvo costos también. Venezuela es un país más polarizado, donde la confrontación es mayor con otros países, especialmente uno de sus socios comerciales principales, Estados Unidos. La economía venezolana tuvo un bajo crecimiento durante su mandato, la inflación fue alta, la violencia aumentó y se volvió crítica especialmente en las áreas urbanas, e incluso se dio escasez de algunos productos. La dependencia de la economía en el petróleo aumentó, tanto por los buenos precios del crudo como por el poco desarrollo de otros sectores.

Para poder impactar en la pobreza, para tomar rumbo diferente y para enfrentar poderes establecidos, y hacerlo con la urgencia del caso, había que redirigir el estado venezolano y muchas veces no se respetaron los canales institucionales. Varias decisiones se ejecutaron por canales especiales, pues los existentes eran lentos e ineficientes. Ello permitió implementar medidas claves en el corto plazo, pero en el largo plazo produjo distorsiones, ineficiencia y, muchas veces, falta de transparencia.

Lo anterior plantea varios retos para la Venezuela post Chávez. Focalizándonos en nuestro país, los retos son aún mayores ya que no tenemos los recursos que tiene Venezuela, tenemos una gran dependencia de EUA y no tenemos – por ahora – un líder con el carisma de Chávez.

¿Podrá El Salvador lograr objetivos de reducción de la pobreza, acelerar su crecimiento económico y social y mayor equidad, sin incrementar la polarización? ¿Podrá El Salvador, y especialmente un gobierno del FMLN, lograr el delicado balance entre una alianza con ALBA y unas buenas relaciones con EUA? ¿Podremos reorientar nuestro crecimiento económico hacia uno más equitativo, menos dependiente y menos degradador del medio ambiente, más humano, sin mayores distorsiones, sobre todo distorsiones que impacten negativamente a las mayorías más necesitadas? ¿Podemos dar esos cambios respetando los canales institucionales y legales?

La respuesta a las preguntas anteriores es que sí se puede, pero si aprendemos de la experiencia venezolana, hay que asumir que ello depende – en cada caso - de los actores claves. Es decir, para lograr un crecimiento sostenido y humano que reduzca la pobreza, debemos, como Venezuela, priorizar la solidaridad e invertir fuertemente en lo social; ello implica, ya que no tenemos petróleo, ponernos de acuerdo en cómo pagarlo; lo que a su vez implica mayores impuestos pero también mayor crecimiento económico e inversión del sector privado, todo ello dentro de una estabilidad macroeconómica. Ello requiere un acuerdo de nación.

Una política internacional abierta a todos debe estar basada en un respeto mutuo; el futuro gobierno de El Salvador debe respetar a Estados Unidos y Estados Unidos debe respetar el derecho de autodeterminación de nuestro país. Un acercamiento al ALBA no debería implicar un alejamiento de EUA.

La historia reciente del país y el mundo ha enseñado que un verdadero cambio en El Salvador debe respetar el orden constitucional e institucional. Implica también fortalecer la democracia y la transparencia. Ello no implica que debemos restringir nuestro desarrollo a las leyes e instituciones que tenemos sino que las debemos reforzar, incluso las podemos cambiar, pero dentro de procesos abiertos y planificados. Los procesos acelerados, fuera de canales institucionales, pueden no ser sostenibles y prestarse a arbitrariedades y corrupción.

Cómo evolucionará Venezuela después de Chávez, está por verse. Cómo evolucionará la relación de El Salvador con Venezuela dependerá de lo que pase allá, pero creo que más dependerá de lo que pase aquí. Las probabilidades son que el chavismo continúe y así también la ayuda de ese país al nuestro. La proporción que para Venezuela representa la ayuda internacional, especialmente el apoyo a los países centroamericanos, como parte de los ingresos petroleros es muy pequeña, por lo que ello no será elemento importante en posibles cambios en la política económica de Venezuela. Factores más relevantes al determinar el apoyo venezolano a El Salvador serán la solidaridad y las relaciones internacionales.

Pero la muerte del presidente Chávez y los cambios que vendrán en Venezuela obligan a pensar en que esa ayuda no puede ser para siempre y que deberíamos ser más eficientes en su uso. Las reflexiones sobre el proceso iniciado por Chávez hacen pensar que nuestro país puede tener objetivos de desarrollo similares, pero que para lograrlos los procesos deben ser diferentes.

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