Opinión /

¿Le hacemos caso al FMI?


Domingo, 24 de marzo de 2013
Mauricio Silva

El último comunicado del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la situación macroeconómica del país presenta un muy resumido análisis y da sus recomendaciones sobre la misma. Los grandes desafíos, dice el comunicado, son: lograr un crecimiento económico mayor, sostenible e inclusivo, asegurar sostenibilidad fiscal y reconstruir defensas para poder aliviar shocks futuros. Las principales recomendaciones son: establecer un diálogo nacional para asegurar estabilidad macroeconómica durante la transición, reducir el déficit fiscal, estabilizar la deuda y revertir el bajo crecimiento de la economía. ¿Es correcto el análisis del Fondo? ¿Le hacemos caso?

Al evaluar el análisis del FMI, por lo menos el que conocemos en ese su breve comunicado de prensa, resaltan dos aspectos. Primero, el contraste con el realizado por el PNUD en su informe de desarrollo humano que también acaba de ser publicado; el PNUD insiste que no se debe medir el desarrollo humano solo con el factor económico, que el mismo es elemento clave, pero no el único ni el más importante; otros factores como desigualdad, salud, educación, medio ambiente, pobreza e innovación y tecnología, son también claves. Esta diferencia se vuelve muy relevante al evaluar el desarrollo del país, pero sobretodo, al considerar las medidas a adoptar.

Segundo, la forma en que varios medios de comunicación y columnistas del país reportan el comunicado del Fondo, lo hacen de forma negativa “FMI confirma estancamiento económico”, resaltan solamente la tasa de crecimiento económico - indicador donde El Salvador está por debajo en la región, enfatizan solo una de las medidas sugeridas por el Fondo - la de reducir el gasto. Otros destacan que no se llegó a acuerdo para renovar el acuerdo stand-by con el Fondo, facilidad que se ocuparía en caso de emergencias por una crisis, la cual se firmó antes de asumir Funes el poder y que no se usó; sin embargo, el no renovarla ahora es más bien un signo positivo, indicando que los temores de inestabilidad que existían en aquel entonces ya no existen; en su comunicado el FMI ni menciona el stand-by. Como es usual en muchos de ellos, parcializan su reportaje o análisis.

El análisis de la economía que hace el FMI es correcto, aunque incompleto, pero esa es una limitación estructural de esa institución. La economía está creciendo lentamente, más lentamente de lo que quisiéramos y debería. Las dos causas principales que señala el Fondo para ello son la baja inversión doméstica y los shocks producidos por los fenómenos naturales. Aceptar esas causas es importante pues ello implica que los principales actores económicos locales – los empresarios nacionales - deben invertir más y que debemos darle mucha mayor relevancia a la restauración del medio ambiente ya que su degradación afecta no solo nuestra calidad de vida, sino también el crecimiento económico. El Fondo también señala, aunque nadie a nivel local lo ha señalado, que la inflación se mantiene baja, de hecho la más baja de la región. Ello es muy relevante, si consideramos uno de los indicadores claves que señala el PNUD – la desigualdad, porque la inflación es uno de los mayores impuestos para los pobres y clase media. No señala el FMI la alta dependencia de nuestra economía.

El FMI señala que, a pesar de las reformas, el déficit fiscal continúa a sus niveles del año pasado, lo que hace crecer la deuda nacional. Alienta el Fondo a corregir eso e iniciar un diálogo, especialmente entre los partidos políticos, para garantizar estabilidad macroeconómica en el periodo de transición a un nuevo gobierno. Para disminuir el déficit y la deuda el FMI recomienda tres acciones: reducir gastos, elevar impuestos y continuar con la inversión social. Reducir el déficit fiscal y la deuda son de los temas más difíciles de un diálogo nacional, pero si se parte de estas tres medidas (no solo la primera como enfatizan varios actores nacionales), se facilita el consenso. Hay consenso en que la inversión social debe continuar, pero también hay acuerdo en que como está es insostenible; algunos ejemplos: la reforma de salud ha llevado salud básica a muchos, especialmente en el área rural y a los más pobres, pero no existe financiamiento para continuarla – ya no digamos expandirla a todos los municipios del país (actualmente cubre una tercera parte de ellos); los subsidios especialmente los de transporte y energía permiten acceso a esos bienes de consumo básico a los más pobres, pero los reciben muchos más, desperdiciando recursos públicos. En El Salvador el 54% de los hogares que pueden recibir subsidio de energía pertenecen a los niveles de ingreso de los deciles 5 a 10, o sea la mitad de la población con mayores ingresos. Dada nuestra deuda social, no podemos disminuir el gasto social -es más, el mismo se debe aumentar- pero sí lo podemos hacer más eficiente.

Por el lado de subir impuestos el FMI propone llegar por lo menos al promedio de Latinoamérica, lo que implicaría aumentar unos dos puntos más de carga impositiva. En este punto es más difícil llegar a consenso, y menos en cómo hacerlo; en esto último no hay acuerdo entre los actores nacionales, y tampoco con el Fondo. A la derecha y al FMI les resulta atractivo subir el IVA, es más fácil y eficiente en su recaudación, pero es más inequitativo. De nuevo aquí contrastan las recomendaciones del FMI con las del PNUD, es necesario balancear lo fiscal con la equidad.

Lo que sí es muy válido de la recomendación del FMI es que la hora de entablar ese diálogo es ahora, antes de las elecciones. Ello por varias razones: Primero, ahora todos los actores políticos creen que pueden ganar, por lo que también consideran pueden gobernar y enfrentar los problemas fiscales actuales. Segundo, el periodo entre las elecciones y los primeros meses del nuevo gobierno es la época en que la aplicación de estas reformas tiene mucha mayor viabilidad. Y, tercero, la definición de estas reformas será la base para cualquier plan de gobierno realista de cualquier partido político.

El análisis del Fondo también señala, aunque de manera implícita, otros aspectos importantes para lograr un crecimiento económico sostenible: el rehabilitar el medio ambiente y la necesidad de incrementar nuestra inversión en ciencia y tecnología. Cuando el FMI señala como una causa relevante del bajo crecimiento económico los desastres naturales, implica (aunque no lo hace explicito) que debemos invertir en la rehabilitación del medio ambiente. Buen ejemplo de lo anterior es el sector transporte; el subsidio que se da a buses que contaminan - en vez de castigarlos los premiamos; por el contrario el nuevo sistema de transporte masivo de San Salvador tiene como uno de sus grandes beneficios el reducir la contaminación al disminuir la circulación de vehículos. Cuando el Fondo dice que debemos aumentar la competitividad, implica invertir en ciencia y tecnología, responsabilidad que recae tanto sobre el estado como sobre la empresa privada, especialmente la gran empresa.

En conclusión podemos decir que los grandes desafíos y recomendaciones generales del Fondo para nuestra macroeconomía son válidos, aunque incompletos. Hay que desarrollar la estrategia para enfrentar esos desafíos y recomendaciones; pero en ello el FMI deja claro que la responsabilidad de redirigir la economía es nuestra, de todos los salvadoreños, especialmente de aquellos con mayores responsabilidades en la misma: el gobierno, los partidos políticos y los empresarios. El Papa Francisco en su homilía inaugural lo dice de otra manera y con diferente énfasis: “Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación... Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos…. acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles.”

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