Una cámara de vigilancia de la alcaldía de Panchimalco registró que el microbús tipo urban, color gris-beige, aparece por primera vez de la calle que de Panchimalco conduce a San Salvador a las 02:11 de la madrugada del 2 de marzo. Dos minutos después regresa hacia Panchimalco y a las 02:17 un sujeto se cruza la calle e ingresa por una especie de vereda, en un predio baldío que está a la par del puesto policial. Es un terreno cubierto de hojarasca y bambú enano. A las 02:21 el vehículo vuelve a bajar rumbo a San Salvador y cuatro minutos más tarde regresa. En esa oportunidad se bajan dos hombres, uno de ellos con un arma de fuego. Ya son tres hombres que han ingresado al predio baldío. Seis minutos más tarde, después del ataque, regresan al microbús y salen rumbo a Panchimalco. Tres minutos después el microbus regresa hacia San Salvador. Y desaparecen.
Tres días después de la nota de inteligencia que informó a la Policía sobre el hombre de camisa amarilla que merodeaba la bartolina, el entonces jefe de inteligencia policial en San Marcos, Saúl de Jesús Melara Coreas, envió un memorándum a la delegación de San Salvador sur, informando sobre “las amenazas de muerte” en contra de una de las personas recluidas en la bartolina.
“En tres ocasiones se ha observado la presencia de sujeto desconocido en el interior del recinto de dicho puesto policial”, enfatiza el documento dirigido a Rony Morán Santamaría, el oficial de servicio en la delegación San Salvador sur.
La Policía dimensionaría esa advertencia hasta 46 días después: demasiado tarde. A las 2:25 de la madrugada del 2 de marzo de 2013 dos hombres no identificados ingresaron por la parte posterior del puesto policial y dieron muestras de que eran asiduos visitantes del lugar: caminaron entre una maltrecha ladera cubierta con arbustos y setos de bambú, saltaron una cerca ubicada en el sector norponiente, levantaron un casillero que servía como barricada y ya con el camino despejado hacia la bartolina se apresuraron a vaciar una subametralladora Uzi sobre el testigo Francisco Alfonso Hernández Montes, alias Pinky.
Hernández Montes, quien también usaba el nombre de Mario Alexander Reyes Chávez, era un pandillero de la Tainis Wainis Sureños (TWS), una clica del Barrio 18 que opera en la zona de Mejicanos. El Pinky era sicario de la pandilla, pero cuando ya estaba en la cárcel comenzó a colaborar con las autoridades. Estaba en proceso de convertirse en testigo clave de varios casos de homicidios y también sabía de narcotráfico.
El Pinky llegó a la bartolina de Los Planes de Renderos en noviembre de 2012. La seguridad no era la mejor característica de ese lugar: la mañana del 21 de febrero de 2003, el policía Juan Carlos Ayala Chávez olvidó poner el candado, y aquel testigo de bigote espeso, cabello negro bien recortado y de mirada amenazante no dudó en escapar. Un par de horas después, la Policía lo recapturó a tres kilómetros de distancia del puesto policial.
La Policía llevó al testigo a la misma bartolina de la que había huido momentos antes. Apenas un día antes de su fuga frustrada, el Barrio 18 había logrado dar un paso que ponía en ruta de muerte al Pinky: después de amenazarlo con matar a su madre y tras ofrecerle 2,000 dólares, el policía Ronald Elenilson Mena Mena había accedido a colaborar con el asesinato: filtró información y luego no reaccionó ante el ataque contra el testigo, según la Fiscalía. La Fiscalía asegura que Mena y otros nueve policías “se mantuvieron impávidos, facilitando la huida” de los hechores.
No era la primera vez que, en ese sector, el comportamiento de algunos policías estaba bajo sospecha. En un correo electrónico que el Centro de Inteligencia Policial de San Marcos elaboró sobre la fuga de un reo de las bartolinas de El Cenizal, en San Marcos, se menciona la relación entre pandilleros y policías.
Esa historia es así. El 14 de diciembre de 2012, la Policía capturó a 14 personas en San Marcos por los delitos de extorsión, robo, hurto, violación y agresiones sexuales. Un mes después, el 13 de enero, uno de esos capturados, a quien los documentos policiales solo identifican con el alias de Cántaro, escapó con ayuda policial. “Se entrevistaron a otros sujetos de la misma celda y entre la información que se obtuvo coincide con varias versiones de estos que fue visto por último día domingo 13/01/2013, que fue ayudado por policías”.
La inteligencia policial de San Marcos relacionó la fuga del reo con la visita de extraños a la bartolina en Los Planes de Renderos porque ahí estaba recluido el testigo que había delatado a los pandilleros extorsionistas. Ese testigo estaba en una celda contigua a la de Pinky y la madrugada del 2 de marzo sobrevivió a la balacera en la bartolina.
“En horas nocturnas, llegó como a 15 metros de una bartolina de Los Planes de Renderos, donde se encuentra recluido un criteriado (un 'criteriado' es una persona involucrada en delitos que obtiene beneficios procesales a cambio de que colabore con las investigaciones) identificado con la clave Coraza, el cual es testigo clave del caso del sujeto (a) Cántaro, dándose el caso que en esa oportunidad fue repelido por el custodio que presta seguridad (…) el lugar no cuenta con cerco perimetral seguro”.
Ese correo electrónico es la tercera advertencia que la inteligencia policial de San Marcos hacía sobre la inseguridad en la bartolina de Los Planes de Renderos. Pese a todas esas advertencias el testigo fue asesinado. ¿Fallaron las altas autoridades de la inteligencia policial al no tomar en serio esas advertencias?, se le preguntó al director de la Policía, Francisco Salinas.
—No. No es que haya fallado, lo que pasa es que es difícil determinar a qué llega la gente porque recuerde que era un puesto policial, incluso, se recibía visita al interior, no sé si a esa gente extraña se refiere porque también el puesto policial tiene unas deficiencias de seguridad perimétricas. Ahora, si esta gente se estaba aproximando a hacer reconocimientos, pues ahí sí habría una omisión, pero no tenemos esa información confirmada.
Durante una conferencia de prensa la semana pasada, El Faro replicó al director policial que los documentos son contundentes en señalar el riesgo para los testigos y que se describen situaciones que no se pueden considerar como visitas normales a un puesto policial.
—No tenemos conocimiento de lo que usted dice, de si otros oficiales estén involucrados en este hecho. De todas formas, las investigaciones están abiertas y continúan. No tengo conocimiento de eso. De todas formas, la investigación es voluminosa, vamos a revisar esa situación y, si es necesario, vamos a deducir responsabilidades por omisión y ampliar el espectro que ya tenemos en la investigación.
Actualmente, la Fiscalía procesa a 10 policías por incumplimiento de deberes; y solo uno de ellos es acusado como coautor del homicidio. Al mismo tiempo, un tribunal disciplinario de la Policía les ha abierto un expediente. Entre los investigados está el exjefe de la inteligencia policial de San Marcos, Saúl de Jesús Melara Coreas, quien en enero de este año reportó insistentemente las amenazas a la seguridad de los testigos. Nadie le hizo caso.
A las 02:21 el vehículo vuelve a bajar rumbo a San Salvador y cuatro minutos más tarde regresa. En esa oportunidad se bajan dos hombres, uno de ellos con un arma de fuego. Ya son tres hombres que han ingresado al predio baldío.
Quienes sí tomaron en serio su trabajo fueron los pandilleros. Además de reconocer el terreno varias veces, la pandilla le dio seguimiento a los policías y sabían sus rutinas. El día del asesinato, a las 2:20 de la madrugada del 2 de marzo, llamaron al sistema 911 para reportar una balacera en el cantón Quezalapa I. Había heridos, decían. Un equipo de cuatro policías se desplazó hasta el lugar. Era falsa alarma.
Cinco minutos después de la llamada, a las 02:25 de la madrugada, una camioneta se estacionó al costado de las instalaciones policiales y se bajaron dos hombres, uno de ellos portando un arma larga. A las 02:31 salieron y abordaron el microbús y tomaron camino rumbo a Panchimalco. Dos minutos después, una cámara de vigilancia captó que regresaban hacia San Salvador. La jefatura de la Policía en San Marcos supo del asesinato hasta las 2:45 de la madrugada, hasta esa hora se ordenó el cierre de calles para interceptar a los homicidas. Estos ya habían escapado…
“El caso ha continuado, tengo entendido que ese caso fue cerrado inicialmente a recomendación de la Fiscalía, pero se ha abierto nuevamente y sí hemos tenido avances importantes. Ya tenemos identificados a muchas de las personas que participaron en este crimen y lo que falta es encontrarlos”, dice el ministro de Justicia y Seguridad, David Munguía Payés.