Opinión /

¡Beatriz!


Miércoles, 5 de junio de 2013
Luis Fernando Valero

La joven salvadoreña, que llaman Beatriz, para preservar su intimidad, posiblemente nunca supuso que su embarazo iba a ser noticia en el mundo. Y muchos salvadoreños desearían que su país tampoco fuera noticia por esa causa y mucho menos porque en El Salvador las leyes ponen en peligro la vida de una madre por tener un embarazo en el que los médicos no pueden aplicar una terapéutica, usada en otros países para salvarle la vida.

¿Se puede, a estas alturas de la civilización, permitir que haya leyes motivadas por la religión que coarten la libertad de una persona para salvar su vida?

Hay grupos religiosos que tienen mandamientos muy especiales. Algunos prohíben las transfusiones de sangre. Otros cortan el clítoris a las niñas. Algotros circuncidan a los varones. Hay los que impiden cortarse el cabello durante toda la vida porque creen que éste crece por la gracia de algún dios.

En el proceso evolutivo del ser humano ha habido de todo. En Esparta, los niños que el comité de sabios creía que eran débiles eran arrojados desde la cima del MonteTaigeto. En algunas tribus de África la educación de los niños no es tarea de los padres sino de toda la tribu.

En la actualidad, en bastantes países claramente democráticos, el aborto es un hecho médico garantizado por el sistema sanitario. Así en Europa (con la excepción de Irlanda y Polonia) se practica, con diferentes matices, en todos los países y en casi todo el mundo desarrollado, desde los Estados Unidos de Norteamérica hasta China.

Es evidente que la práctica del aborto tiene variantes que deben tomarse en cuenta y por ello conviene distinguir las perspectivas legales, la científica y la moral.

En los actuales Estados modernos las leyes nacen de un proceso de diálogo entre los representantes legales y éstas son cambiadas en función de los procesos sociales adaptándose a las realidades científicas, sociales, tecnológicas que el proceso de la humanidad desarrolla.

Antes, el origen de la legalidad estaba prescrito, ya que se creía que venían de dios, y éste era el máximo legislador. En la actualidad hay países en el que los jefes religiosos dominan los marcos legales, tal es la religión islámica. Pero ya es común aceptar que el hecho religioso es un hecho privado, de aquí nace que las leyes deban ser consensuadas en función de otros parámetros y no el religioso.

Juan Masiá Clavel, jesuita y profesor de Bioética en la Universidad católica Sophia, de Tokio, señala que el papel de los profesionales en estos aspectos del aborto debe ser

“El acompañamiento de las personas en la toma de decisión requiere las condiciones siguientes en quien las atiende en el consultorio: 1) dolerse con la persona doliente; 2) ayudarla en su toma de decisión, con la información debida y el apoyo personal; 3) respetar que sea ella quien tome la decisión (sin imposición prohibitiva, ni complicidad permisiva); 4) no condenarla, aunque la decisión que haya tomado no sea la más deseable desde determinada perspectiva moral; 5) no abandonar a la persona después de la toma de decisión, cuando necesite apoyo postraumático.”

Este mismo especialista señala, en un artículo titulado “Aborto y vida naciente con malformaciones” (El PAIS 2/8/2012): “Un feto anencéfalo carece de las mínimas estructuras neurológicas como soporte para la formación de una persona, desde respirar autónomamente hasta capacitarse para cualquier acto estrictamente humano de sentir, pensar o querer. Aunque hubiera razones para no interrumpir su alumbramiento, no sería por considerarlo una realidad humana personal. El aborto de un anencéfalo no es el aborto de un ser humano”

En la actualidad es aceptado que los representantes elegidos democráticamente no deben legislar llevados por los aspectos de su religión ni ser inflexibles por su ideología política, sino que deben consensuar, de una forma razonable, teniendo como objetivo final el bien común, dada la pluralidad de los ciudadanos.

Afortunadamente parece ser que para Beatriz se ha encontrado una solución satisfactoria, pero ello debe motivar a la sociedad salvadoreña y a sus representantes democráticos, a darse cuenta de que quizás es momento para que se legisle en ese aspecto de una forma y manera que sea comprensiva y ajustada a la realidad de una sociedad que es plural y diversa, y que no se puede permitir mantener a las embarazadas en situaciones de angustia pavorosa, pues ello no es bueno ni para la madre ni para la gestación.

logo-undefined
CAMINEMOS JUNTOS, OTROS 25 AÑOS
Si te parece valioso el trabajo de El Faro, apóyanos para seguir. Únete a nuestra comunidad de lectores y lectoras que con su membresía mensual, trimestral o anual garantizan nuestra sostenibilidad y hacen posible que nuestro equipo de periodistas continúen haciendo periodismo transparente, confiable y ético.
Apóyanos desde $3.75/mes. Cancela cuando quieras.

Edificio Centro Colón, 5to Piso, Oficina 5-7, San José, Costa Rica.
El Faro es apoyado por:
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
FUNDACIÓN PERIÓDICA (San José, Costa Rica). Todos los Derechos Reservados. Copyright© 1998 - 2023. Fundado el 25 de abril de 1998.