Opinión /

¿Qué nos importa Beatriz?


Lunes, 10 de junio de 2013
Laura Aguirre

El nombre “Beatriz” hizo eco aquí en Alemania y Europa. Van más de dos semanas en que periódicos de distintos países, televisoras y boletines de organizaciones civiles hablan del dramático caso de la mujer salvadoreña que se jugó la vida frente a una ley que impidió que se le practicara un aborto terapéutico.

“Beatriz” hizo sonar a El Salvador. Lo llamaron país medieval, opresor de mujeres, la estampa perfecta del tercer mundo. “Beatriz” sirvió para despotricar, nuevamente, contra la iglesia católica y sus seguidores más radicales. Ha servido también como ejemplo en las discusiones nacionales sobre el aborto e incluso se le ocupó para quitar fuerza a los argumentos de aquellos que quieren endurecer las leyes contra las mujeres que deciden abortar (Cuestión que me alegró mucho porque yo creo que cada mujer debe tener derecho a decidir sobre su cuerpo).

En El Salvador “Beatriz” se ha convertido en un símbolo. Por suerte un símbolo vivo, aunque en el jaloneo entre las distintas partes casi muere. ¿Va a servir de algo en El Salvador este símbolo? ¿Podría ser algo más que el símbolo de pataletas ideológicas (me refiero a las hechas por los grupos católicos conservadores)? ¿O podría ser por fin la ranura para quebrar el muro de silencio alrededor del Artículo 1 de nuestra constitución?

Gracias a “Beatriz” y su valentía, creo que estamos por fin ante la oportunidad de abrir la discusión y exigir modificaciones a la ley para que realmente se nos garantice a las mujeres nuestro derecho a la vida.

Al enterarme que la Corte había negado el amparo me indigné hasta la furia. Les di la razón a los que nos llaman aquí retrógrados y medievales. Pero al leer la resolución y sobre todo las argumentaciones de los magistrados recurrente y disidente, las esperanzas volvieron a aparecer en el panorama.

El Artículo 1 reconoce como ser humano y sujeto jurídico a todo no nacido desde el momento de la concepción. Esto quiere decir que el cigoto y la mujer que lo porta tienen igualdad de derechos ante la ley. El no nacido está en el mismo nivel de jerarquía constitucional que los derechos de la madre.

El problema está que en la legislación vigente no está contemplada la regulación de los casos en que el derecho a la vida de la mujer gestante y el derecho a la vida del no nacido entran en conflicto. Este vacío en la ley puso a “Beatriz” a jugarse la vida y, como ella, estoy segura de que a muchas otras que no fueron objetos de debate público y que no tuvieron la suerte de seguir con vida.

Pero no solo eso, la falta de regulación y de una definición legal de lo que es exactamente interrupción del embarazo también ha provocado interpretaciones discrecionales que como resultado han puesto a muchas mujeres tras las rejas. Hasta el momento hay al menos 49 mujeres presas con cargos y condenas por homicidio imprudente y homicidio agravado por parentesco. Muchas de ellas son mujeres de escasos recursos económicos que sufrieron abortos espontáneos y que no lograron recibir atención médica oportuna o/ni eficiente.

Lo más grave es que este vacío de ley parece darle poder de juzgar a priori a los que no tienen por qué tenerlo: los/las médicos. Alrededor del 60% de las denuncias son hechas por estos “profesionales” quienes lo hacen aún cuando esto representa la violación del secreto profesional.

La resolución señala claramente que no corresponde a la Sala regular o legislar la práctica de abortos en ninguna de sus formas. Esto es deber de los miembros de la Asamblea Legislativa, es a ellos a quienes debemos exigirles la discusión y modificación de la ley. De lo contrario, bajo la ley actual, el día de mañana cualquiera de nuestras hermanas, hijas, amigas o nosotras mismas podríamos convertirnos en un nuevo símbolo salvadoreño.

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