Opinión /

Confesiones de Gallegos


Martes, 2 de julio de 2013
Carlos Dada

A la negligencia se agrega la corrupción. A la corrupción el cinismo.

El lunes pasado, el entrevistador nocturno de VTV, Nacho Castillo, transmitió al diputado Guillermo Gallegos una sencilla pregunta lanzada por el candidato arenero a la presidencia, Norman Quijano. La pregunta era qué temor tienen los partidos políticos a nombrar magistrados de la Corte de Cuentas que sean independientes y honestos, que tengan credibilidad.

Era no solo una pregunta sencilla, sino puesta en bandeja para responderle a Quijano -candidato del partido que dominó la Asamblea durante dos décadas casi completas y él mismo diputado arenero por varios años- por qué se habían negado él y su partido a hacerlo durante cuatro presidencias y siete legislaturas.

Aunque claro, alguna parte de eso le compete al hoy candidato presidencial Tony Saca; al propio Gallegos que fue diputado por ARENA; y al PCN, a quien le entregaron durante esos años la Corte de Cuentas y que hoy es junto a GANA miembro del movimiento Unidad sobre el que Saca ha montado su candidatura. Así que Gallegos, el ex arenero, jefe de fracción de GANA y vicepresidente de la Asamblea gracias al pacto que mantiene con el FMLN, respondió otra cosa.

En un memorable acto de desfachatez, acusó a Gregorio Sánchez Trejo, expresidente de la Corte de Cuentas, de “limpiar” expedientes que presuntamente consignaban actos de corrupción de Quijano. “Por eso ARENA votó por él las dos veces pasadas”, dijo el vicepresidente de la Asamblea en televisión. No le importó en lo más mínimo confesar que, teniendo esta información en su poder, no solo nunca la denunció ante las autoridades competentes, sino que no le pareció impedimento la madrugada del viernes pasado cuando su partido entero votó por Sánchez Trejo por tercera ocasión consecutiva y lo juramentó esa misma madrugada como presidente de la Corte de Cuentas.

Consultado más adelante en el programa por qué votó por él, Gallegos dijo que en realidad no tenía pruebas de las acusaciones que acababa de lanzar y que se trataba apenas de rumores.

Rumores que para él tienen suficiente peso como para revelarlos en televisión públicamente. Rumores, hay que recordarle, suficientes para solicitar una investigación parlamentaria antes de validar la idoneidad al cargo de Sánchez Trejo. Rumores que, en televisión, se convierten en una confesión del diputado de que la honradez, la capacidad, la integridad no tienen nada que ver con los criterios de selección de magistrados de la Corte de Cuentas. Que la elección última se trató, apenas, de un pacto vulgar y oscuro entre el FMLN y GANA: Sánchez Trejo y Tránsito Bernal a cambio de incluir al candidato de GANA que quedó fuera de las listas de la Comisión Política desde la primera depuración: Rony Huezo. Por eso solicitaron la dispensa de trámite para elegir a Huezo; sin contar siquiera con los votos del PCN ni del PDC. Pero igual bastó con los votos del FMLN y de GANA para juramentarlo esa misma noche.

Gallegos es el mismo diputado que consiguió que la Asamblea le pagara un viaje en primera clase a España, invitado por su propio asesor legislativo; el mismo que cobró viáticos por viajes que no realizó. Que ante la presión pública devolvió una parte y, protegido por el presidente de la Asamblea, Sigfrido Reyes, no tuvo necesidad de aclarar nada más.

¿Estaba el FMLN también al tanto de los señalamientos contra Sánchez Trejo? ¿Gallegos les compartió esta información?

El FMLN pasó años enarbolando la oposición a gobiernos y legislaturas a las que llamó corruptas y enemigas de la transparencia. Ahora, que controla también el legislatvo, aun no ha explicado por qué considera que Gallegos y su partido aportan algo a la democracia o a la construcción de un mejor país o un mejor sistema político o a combatir la corrupción. Y, desde luego, en qué cree que consiste ese aporte. Pero alguno tiene que ser porque, como el mismo Gallegos le hizo saber a la Embajada de Estados Unidos, fue el propio presidente Funes quien “adoptó” a Gana tras la ruptura de sus miembros con Arena, según consta en los cables revelados por Wikileaks.

Hasta hoy, y apenas en conversaciones off the record, algunos miembros del Frente y funcionarios del Ejecutivo justifican esa alianza argumentando que necesitaban gobernabilidad y aprobación de leyes en la Asamblea. Si esta versión es honesta, habría que responderles que el costo para el país ha sido mucho mayor, porque terminaron aliándose con un partido dirigido por este mismo diputado, al que han tenido que proteger en algunos de estos casos de corrupción. Con el que han contado votos y pactado territorios como la Corte de Cuentas, justamente el ente contralor del Estado; la institución llamada a vigilar el buen uso de los fondos públicos, los fondos aportados con el usufructo de los trabajadores.

Nada, en la construcción verdadera de una democracia a través de la institucionalidad, la transparencia, la justicia y la defensa de los intereses de la ciudadanía, justifica algo como esto. Nada.

Bueno sería que el Fmln, en el curso de esta nueva contienda electoral, se detenga a revisar qué tanto de sus principios, de sus promesas, de su compromiso con los salvadoreños ha perdido en el camino del ejercicio del poder y quiénes, entre sus dirigentes, están arrastrando al partido hacia posturas incongruentes con su discurso central. Sin estas reflexiones será muy difícil que, independientemente del resultado electoral, los próximos años avancen un proyecto que se opuso siempre, en el discurso, a la corrupción, a la injusticia y a la prepotencia. Comportamientos como los que han mostrado durante el largo periodo de alianzas con Gana solo abonan a la decepción de la política y a la percepción de que, una vez instalados en el poder, todos los partidos se comportan igual.

P.D.: Gallegos y su partido, junto al FMLN,  aprobaron ese mismo viernes un decreto transitorio para declarar ilegal las críticas o los ataques contra el honor de los candidatos presidenciales. Apenas tres días después acusó a Quijano de corrupción. Sin pruebas. Con rumores. ¿Cómo justifica entonces el diputado la necesidad de esa ley?

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