La Iglesia católica, nuestro futbol y el FMLN tienen – aunque con diferencias muy marcadas - varios problemas en común ya que en varias instancias de su historia reciente se han alejado de sus objetivos y principios básicos. No todos sus miembros tienen la disciplina requerida por cada una de sus instituciones, no todos forman equipo, en varios predominan los objetivos personales y algunos de sus miembros se han dejado seducir por el dinero, la pompa y/o el poder, dejándose corromper. Como resultado de lo anterior se han producido divisiones internas y cada uno de ellos tiene cada vez menos adeptos. Sin embargo, en todos ellos queda una mayoría buena, creyente de los objetivos iniciales y de su institución, con elementos claves valiosos y, sobretodo, en todos ellos queda la esperanza.
Cada vez que juega la Selecta la afición responde, el estadio vibra con la azul y blanco – aunque cada vez cuesta más llenarlo, destacan algunos jugadores valiosos, se ven algunas jugadas claves, se ganan algunos juegos, e incluso se llega a algunos cuartos de final. Pero al jugar contra equipos más sólidos salen las limitaciones, falla la defensa o el medio campo, falta el juego de equipo, se empiezan a echar la culpa unos a otros, y surgen acusaciones de corrupción y juegos arreglados; como resultado se ganan muy pocas partidos en las grandes ligas, nunca se gana un campeonato y el público sale decepcionado. No se ve que la Fedefut tome el liderazgo necesario, que se aplique la disciplina y las soluciones radicales necesarias, que se retome una visión de largo plazo para el futbol salvadoreño.
El Papa Francisco nos da un ejemplo muy diferente ante esos problemas comunes. Empieza por reconocer los problemas que enfrenta la Iglesia y sus fieles: “estan en crisis.. no es una cosa son muchas cosas que se han acumulado por varios años.. creando en muchos un sentimiento creciente de soledad y vacío… creando una cultura de egoísmo e individualismo”. En el área económica señala el “capitalismo salvaje, la dictadura de la economía y a aquellos que explotan sin pensar en la gente”. Reconoce los problemas de corrupción y de pompa y lujo en El Vaticano y en el clero, los problemas del Banco del Vaticano y de los curas pedófilos.
Su siguiente paso fue ejercer el liderazgo, tomando las decisiones difíciles, aplicando medidas claves, algunas radicales reconociendo la necesidad de “revolucionar la Iglesia”: cambia al presidente del Banco del Vaticano, establece nuevas reglas para los curas pedófilos, pide – empezando con su ejemplo – mayor austeridad: deja el palacio papal, los carros de lujo, viste sencillo, cancela la seguridad ostentosa, etc. Pero, sobre todo, focaliza en el objetivo original de la Iglesia y la acerca a la gente, al pueblo. “No les traigo riqueza, ofrezco la colaboración de la Iglesia en todas las iniciativas que lleven al desarrollo de toda la gente.” Visita los tugurios, reconoce el gran potencial de la juventud. Pide que los fieles enseñen su esperanza, su amor. Todo ello empieza a producir resultados, muchos sectores y fieles de la Iglesia que se habían alejado se acercan, la fe renace o se consolida en muchos y la esperanza se mantiene.
El FMLN ha dado algunos pasos positivos entrando a estas elecciones: han demostrado que pueden gobernar con bastante sensatez, los ministros del FMLN lo han hecho bien, se ha resaltado lo social, adelantado - más que en todas las administraciones anteriores - la transparencia, y se ha unido el partido con su fórmula presidencial. Por ello, y su voto duro, probablemente ganen el derecho a una segunda vuelta, como la selecta.
¿Pero podrán ganar sin otros cambios? Las encuestas señalan que ello probablemente no será suficiente. Queda tiempo para las elecciones, todavía su estrategia se puede acercar más a la del Papa Francisco.
Si bien el FMLN ha demostrado que tiene buenos jugadores, todavía deben demostrar mayor capacidad e integridad en su actuar, especialmente al nivel legislativo. Como en los tiempos de Arena y el PCN, le están apostando a las medidas populistas, sin atreverse, como el Papa, a enfrentar los problemas serios y tomar las medidas difíciles que ellos demandan. Antes los otros partidos repartían tamales o camisetas, hoy el Frente reparte préstamos; casi seguro que como antes, el votante tomará el préstamo pero – como antes – no comprometerá su voto por el que le da la prebenda.
El Frente ha traído mayor balance entre lo social y lo económico en el desarrollo del país, pero todavía debe demostrar, o por lo menos explicar, como logrará mayor crecimiento económico y un presupuesto más balanceado. ¿Tendrá el valor de volver a sus orígenes y apostarle a un crecimiento que priorice la clase media y los pobres y el respeto al medio ambiente y anunciar que va a subir impuestos y racionalizar los subsidios pero sin afectar a los pobres, alejándose del capitalismo salvaje, frenando la dictadura de la economía con la intervención del estado y enfrentando a aquellos que explotan a la gente? Ello requiere un muy delicado balance, pero se puede lograr. Le ayudaría al Frente empezar a presentar las caras de los profesionales que lo apoyan en esas áreas y lo puedan explicar al público.
¿Podrá el Frente dar signos de mayor austeridad, rechazo a la pompa y castigo a la corrupción en su interior? ¿Podrá obtener el voto de la clase media y popular urbana que necesita para ganar, respetando su inteligencia y capacidad, alejándose del populismo, explicando con honestidad cómo enfrentaría los problemas nacionales, aunque ello sea arriesgarse y enfrentar batallas internas? Y viendo al futuro, enfrentando un desafío todavía más difícil que ganar las elecciones, ¿Podrá el Frente gobernar con un plan que logre crecimiento con mayor equidad y justicia y una al país? ¿Se acercará el Frente más al Papa o a la Selecta?
