Opinión /

Roma vira hacia Monseñor Romero


Martes, 6 de agosto de 2013
Luis Fernando Valero

Nada más ser elegido Papa, Jorge Mario Bergoglio dijo: “Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres”. Hace más de tres décadas, monseñor Romero dijo: “La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres”. Por ello fue llamado “la voz de los sin voz” ya que dijo: “La Iglesia tenía una opción preferencial para los pobres”

El arzobispo Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe –la antigua Santa Inquisición-, ha anunciado que “el proceso va mucho más rápido” por el impulso de Jorge Mario Bergoglio. En una entrevista con el diario italiano La Stampa, el arzobispo Müller dice que “el semáforo verde” para la beatificación de monseñor Romero se encendió durante el papado de Benedicto XVI, pero que ha sido el papa Francisco quien ha dado un gran espaldarazo a la causa: “Considero a Óscar Arnulfo Romero un gran testigo de la fe y de la sed de justicia social. Su testimonio se expresaba en las homilías en las que hablaba de las trágicas condiciones de vida que entonces sufría su pueblo”.

El papa Francisco en Rio de Janeiro, ha declarado taxativamente pedir justicia social para los jóvenes y los viejos, para los detenidos y las víctimas de la droga, para los desheredados de las favelas.

La iglesia iberoamericana y por extensión todos los católicos del mundo ven con esperanza que se haga justicia a Mons. Romero, ya que en los papados anteriores se han beatificado con gran rapidez algunos beatos e incluso santos, que no tenían la medalla del martirio, máxima condecoración para llegar a los altares para que la Iglesia, el pueblo ya lo ha hecho, reconozca su personalidad evangélica y ejemplar.

El Papa Francisco está abriendo una nueva etapa en la iglesia católica inclinando la balanza, hacia el lado de la esperanza de quienes todavía siguen luchando por la justicia social en América Latina. No hay más que mirar los índice sociales para darse cuenta que queda mucho, pero mucho camino por recorrer.

Desde la llegada del Papa Juan Pablo II en 1978 la historia personal del papa pesó excesivamente y sus esfuerzos se consagraron sobre todo por ser uno de los principales símbolos del anticomunismo, y por su lucha contra la expansión del marxismo, por lugares como Iberoamérica, donde combatió enérgicamente al movimiento conocido como la teología de la liberación, dado que el movimiento, se afirmó que estaba contaminado por esa ideología.

Se olvida que Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín (Colombia, 1968).son la semilla de ese movimiento. La teología de la liberación es fue respuesta, en aquel ahora, a la cuestión de cómo se puede cristiano en un continente oprimido, y a preguntas tan esenciales de: '¿Cómo conseguir que la fe no sea alienante sino liberadora?'. En un momento primero. El papa Juan Pablo II en una carta al episcopado Brasileño y de fecha 9 de Abril de 1986 indicó que: 'La teología de la liberación es no sólo oportuna, sino útil y necesaria'.

Este movimiento laico religioso tiene un fuerte componente educativo y muchos educadores iberoamericanos usaron su marco de análisis pedagógico para sus acciones didácticas, ya que en Brasil, de la mano de Paulo Freire se desarrolló uno de los métodos más eficaces para alfabetizar mediante un proceso de concienciación en el cual el alfabetizado pasa de ser un agente pasivo a uno activo, tomando conciencia de su ser y de lo liberador que es tener educación y saber leer y escribir.

Algunos confundieron torticeramente el uso de algunos conceptos usados para analizar a la sociedad acusándolos de marxistas, por contaminación con el comunismo, cuando podían ser perfectamente ser considerados marxianos, como señalaba Ignacio Ellacuría, hoy la crisis pavorosa que acogota al mundo ha hecho releer a Carlos Marx con otra perspectiva desde economistas nada contaminados. Ver la obra de Frédéric Lordon o el propio Paul Krugman.

Algo se está moviendo en la curia católica cuando el papa ha señalado en Brasil en el Centro de Estudios Sumaré: “El “cambio de estructuras” (de caducas a nuevas) no es fruto de un estudio de organización de la planta funcional eclesiástica, de lo cual resultaría una reorganización estática, sino que es consecuencia de la dinámica de la misión”

Monseñor Romero: decía.”No podemos conservar tradiciones viejas que ya no tienen razón de ser. Mucho más aquellas estructuras en las cuales se ha entronizado el pecado y desde esas estructuras se atropella, se hacen injusticias, se cometen desórdenes”. (Homilía del 25 de febrero de 1979)

Y continuó diciendo el Papa Francisco: “¿Procuramos que nuestro trabajo y el de nuestros Presbíteros sea más pastoral que administrativo? ¿Quién es el principal beneficiario de la labor eclesial, la Iglesia como organización o el Pueblo de Dios en su totalidad?”

Monseñor Romero afirmó:” ¡Qué tentación más horrible la de Iglesia! Y sin embargo ella que ha recibido el Espíritu de la verdad, tiene que estar dispuesta a no traicionar la verdad; y si es necesario perder todos los privilegios; los perderá, pero siempre dirá la verdad”. (Homilía del 22 de abril de 1979).

El papa afirmó en este discurso: “La respuesta a las preguntas existenciales del hombre de hoy, especialmente de las nuevas generaciones, atendiendo a su lenguaje, entraña un cambio fecundo que hay que recorrer con la ayuda del Evangelio, del Magisterio, y de la Doctrina Social de la Iglesia.”

Monseñor Romero afirmo: “Las cosas no se pueden arreglar con represiones, con violencias. Es necesario profundizar en un diálogo, que verdaderamente sea diálogo. No monólogo en defensa de un solo modo de pensar, sino diálogo en el cual se va dispuesto a buscar la verdad y a deponer actitudes por más queridas que parezcan”. (Homilía del 17 de junio 1979)

No es de extrañar la tensión que se afirma asiste en los sectores conservadores de la Iglesia cuando el papa les pregunta: “¿Procuramos que nuestro trabajo y el de nuestros sacerdotes sea más pastoral que administrativo? ¿Quién es el principal beneficiario de la labor eclesial, la Iglesia como organización o el Pueblo de Dios en su totalidad?”.

Y se contesta:

“Es también una tentación muy actual en Latinoamérica. Curiosamente, en la mayoría de los casos, se trata de una complicidad pecadora: el cura clericaliza y el laico le pide por favor que lo clericalice, porque en el fondo le resulta más cómodo. El fenómeno del clericalismo explica, en gran parte, la falta de adultez y de cristiana libertad en buena parte del laicado latinoamericano. O no crece (la mayoría), o se acurruca en cobertizos de ideologizaciones o en pertenencias parciales y limitadas'.

Curiosamente desde algún comentarista, claramente marcado por el sector más conservador de la Iglesia, como es Rafael Navarro-Valls señala: “descarta que el contenido social del mensaje de Bergoglio beba de la teología de la liberación. Asegura que sus gestos de austeridad revelan la decisión firme de construir una verdadera ‘Iglesia de los pobres’” (El Mundo, 30/7/2013)

Los textos son claros y a algunos sectores de la Iglesia católica les ha cogido con el pie cambiado pues el papa ha señalado claramente:«Quiero –decía a los jóvenes– que salgan a la calle a armar lío, quiero lío en las diócesis, quiero que se salga fuera, quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que la Iglesia abandone la mundanidad, la comodidad y el clericalismo, que dejemos de estar encerrados en nosotros mismos».

Y remachó: “«A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. No se habitúen al mal, sino a vencerlo».”

Es necesario dialogar, ofrecer informaciones para que esta primavera no se agoste y sea un otoño muermo, como ha pasado en otras ocasiones.

Paolo Rodari, vaticanista de La Repubblica, ha escrito: “Los conservadores de la curia huelen que su tiempo ha acabado. Parece ser que llega el momento de la batalla a una Iglesia burocratizada, barroca en su organización, poco transparente e ineficaz”.

Habrá tensiones y posiblemente trampas y obstáculos pero da la impresión que este papa está claro que desea seguir adelante y una prueba es la homilía que hizo el día de San Ignacio de Loyola, él es jesuita, en su misa con ellos en Roma: Allí dijo: “Nuestro lema, el de los jesuitas, “Iesus Hominum Salvator” (IHS). Cualquiera de vosotros podría decirme: '¡lo sabemos muy bien!' Pero este lema nos recuerda constantemente una realidad que no debemos olvidar nunca: la centralidad de Cristo para cada uno de nosotros y para toda la Compañía que San Ignacio quiso que se llamase “de Jesús” para indicar el punto de referencia. También al inicio de los Ejercicios Espirituales, nos pone de frente a nuestro Señor Jesucristo, a nuestro Creador y Salvador (cfr. EE, 6). Y esto nos lleva a nosotros, los jesuitas y a toda la Compañía a ser “descentrados”, a tener siempre delante a “Cristo siempre mayor”, el 'Deus semper maior ', el 'intimior intimo meo', que nos lleva continuamente fuera de nosotros mismo, nos lleva a una cierta kenosis, a 'salir del propio amor, querer e intereses' (EE, 189).

Terminando dicha celebración con estas palabras: “Que acompañe nuestro camino la intercesión paternal de San Ignacio y de todos los santos jesuitas, que siguen enseñarnos cómo hacer todo, con humildad, ad maiorem Dei gloriam.”

Da la impresión que este Papa Francisco desea que el tiempo no sea acelerado, pero sea sin pausa y otro gesto más.

Con respecto a Juan XXIII el papa Francisco ha hecho una excepción y lo canonizará sin la necesidad del segundo milagro que suele exigir el proceso una prueba más de que la línea la tiene clara eso da esperanza a que no se dilatará más que lo justo, la canonización de Mons. Romero, volviendo a la práctica tradicional de la Iglesia, que marcaba que la mayoría de los santos de los primeros siglos, generalmente mártires, fueron considerados como tales por sus iglesias locales, aceptándose después su santidad en la Iglesia Universal.

Por qué la pregunta es como señaló Jon Sobrino:” Muchos se han preguntado desde hace tiempo cuándo canonizarán a Monseñor Romero. Otros han ido más al fondo: 'si Monseñor Romero no es santo, ¿quién lo será?”. Y otros no han ocultado su sorpresa y algún enojo. Ante la rapidez con que se canonizó a la madre Teresa y a Juan Pablo II -por no hablar de José María Escrivá- no comprenden el silencio en que ha quedado Monseñor. Pues bien, parece que ha llegado la hora.”

Hubo bloqueo durante algún tiempo en la canonización de Monseñor Romero, sino no tienen sentido las palabras del arzobispo Vincenzo Paglia, tras un encuentro con el Papa, anunció que 'la causa de beatificación de Monseñor Romero ha sido desbloqueada”.

El problema quizás nazca en la propia sociedad salvadoreña, como dijo mi buen amigo Mons. Urioste: “Monseñor Romero ha sido el salvadoreño más amado y el más odiado en el país. Los poderosos, oligarquía, ejército y escuadrones de la muerte, la economía, la política y muchos de los medios, le odiaron en vida. De algunos de ellos salieron quienes lo asesinaron. Y los más recalcitrantes esa noche brindaron con champán. No es fácil para el Vaticano canonizar a Monseñor, estando vivos, y aun teniendo que estar quizás presentes por razones protocolarias en su beatificación, algunos enemigos importantes de Monseñor. Quizás sea eso lo que no se juzga 'oportuno”.

Por ello algunos gestos de politizar la imagen de Monseñor Romero no sea lo más adecuado y son piedrecitas en el camino correcto. Que ningún grupo de presión o partido político se apropie de la persona de Mons. Romero. Su mensaje ya tiene dueño y es el pueblo salvadoreño, el pueblo latinoamericano, es la humanidad entera. Esperemos que pronto podamos celebrar la canonización de nuestro mártir Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez


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