Opinión /

Es difícil destapar la basura


Viernes, 6 de septiembre de 2013
Fernando Palomo

No más de 140 caracteres. Un mensaje en Twitter: “Como salvadoreño debe ser difícil cubrir el tema de los amaños”. Ese mensaje tuvo respuesta de mi parte: “sí”. No es difícil cumplir con la obligación de la profesión de periodista. Desde este punto de partida es una obligación tratar un tema tan complicado como el amaño de partidos de fútbol. La entrega de dinero para comprar la voluntad de un futbolista para que este incida directa o indirectamente en el resultado de un partido que beneficie a uno o varios apostadores. Esta es la trampa que se convierte en la industria que atenta contra la confianza de los aficionados al deporte. Un periodista estaría actuando en contra de sus principios profesionales si sabe del tema y no hace un mínimo esfuerzo por investigarlo.

Regresando al mensaje en Twitter, sí es muy difícil cubrir una noticia como esta, pero es una obligación independiente de la nacionalidad. Ser salvadoreño y saber que esto pasa en mi país no hace el tema periodístico más o menos complicado, es la historia humana detrás del tema la que se ve afectada. Eso es lo difícil. El sentimiento de vergüenza que una trampa como esta sea noticia y que además, germine en El Salvador. Pero hay algo positivo, la satisfacción de saber que un acto de corrupción en El Salvador, cuna de los murmullos de corrupción, se denuncia, se investiga y el proceso de sanción aún no se detiene.

Hace unos días charlé unos minutos con el Dr. David Escobar-Galindo. Hablamos cerca de la oficina del rector de la Universidad Matías Delgado. Su oficina. No hablamos tanto de fútbol como de lo que el fútbol representa para los salvadoreños. Entiendo a la selección como un símbolo de identidad y que el fútbol, como fenómeno social, representa en buena parte a su procedencia. Las selecciones nacionales actúan como actúan sus sociedades. Para el Dr. Escobar-Galindo hay algo considerablemente positivo en este asunto extremadamente vergonzoso: algo se está haciendo. En un país en el que se transan asuntos políticos que afectan la integridad de las instituciones gubernamentales, y no se hace nada, saber que se hace algo es positivo.

Ese “algo” que se ha hecho para destapar la trama de amaños deportivos más pestilente en la historia del fútbol salvadoreño, es una de las investigaciones más serias del periodismo deportivo de nuestro país. Arranca en las oficinas de Cristian Villalta y su equipo de trabajo en El Gráfico. Es un tema que requiere ir detrás de una historia que la gran mayoría habría considerado enormemente enredada para el esfuerzo de quitarle el velo protector. Actitud muy natural de un país que ha visto cosas pasar y cosas quedar impunes ante esa maldita complacencia que nos hace callar y seguir el camino. Como si nada.

De eso que El Gráfico inicia en 2011 a esto de hoy. Una investigación que revela que el fútbol, ese reflejo de la sociedad de la que procede, está podrido. El olor a descomposición fue creciendo gracias a la negligencia dirigencial que evitó el asunto desde el momento del primer reportaje sobre amaños en la prensa nacional. El tema escaló a partir de la incorporación de lo que en la novela ha pasado a conocerse como “una cadena internacional”. ESPN ha tenido ese nombre en las últimas semanas. La “cadena internacional” se sumó a las investigaciones de El Gráfico hace más casi dos años. Partió de ese gran trabajo para elaborar sus historias. Conoció el tema, lo desarrolló y sigue profundizando la investigación. No sólo en El Salvador, pero con El Salvador como punto de atención.

Los amaños se conocieron fuera de El Salvador. Esto promueve no una progresión en la investigación, sino el arranque de la investigación en sí. Salvadoreños denunciando a salvadoreños, según el espíritu de apatía que gobierna la reacción a nuestros problemas, no requiere de cuidado. Pero fue una “cadena internacional” la que habló de los problemas del fútbol salvadoreño. A eso sí hay que prestarle atención. El tema de los amaños se había instalado dos años antes de que la investigación llegara a este momento. Esperando por el anuncio de sanciones definitivas a los implicados. No llega a este momento como consecuencia del tiempo invertido por la FESFUT para concluir su particular investigación. Este momento arranca no por la buena voluntad de los dirigentes del fútbol salvadoreño, sino por la presión mediática que termina con su desgano a tratar este asunto.

Una llamada: “Fernando, me han comentado que el partido contra Venezuela fue amañado”. Un correo: “hay uno con historia de amaños en la lista de 23 de la Copa Oro”. Un punto de inflexión. Los amaños habían pasado a un lugar de impunidad intolerable. Los partidos amañados por la selección que parecían haber quedado atrás, resurgían. Ahora indicios de un intento de amaño en un partido reciente, en mayo del 2013 contra Venezuela. Esto y la certeza de que un jugador cercano a varias trampas anteriores aparecía de nuevo en una lista de convocados para un torneo oficial. En la FESFUT seguían sin hacer nada serio al respecto. Endebles comunicaciones con FIFA para solicitar asistencia en las investigaciones y nada más.

La información tenía que servir para algo. No para alimentar el insulso archivo de indicios sin publicar. Sirvió para elaborar con extremo cuidado la pieza de información que desataría esta tormenta. Cientos de llamadas, entrevistas, búsquedas de archivo ahora puestas en función de levantar el manto protector. Regresando al inicio y aquel mensaje en Twitter: “Como salvadoreño debe ser difícil cubrir el tema de los amaños”. Sí. Es vergonzoso conocer lo que por años ha pasado en el deporte más popular de mi país. Sí. Es difícil. Más cuando le explicas a un niño el significado de “amaño” y por qué esa palabra está cerca de algún jugador con la camiseta que ese niño está aprendiendo a querer. Sí. Es difícil tener que destapar la basura en la que se ha convertido el fútbol de El Salvador. Pero si queremos un fútbol libre de esa basura, es una obligación investigarlo, denunciarlo. Vigilar el desenlace y tan importante como lo anterior, educar para que no se repita.

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