Opinión /

El agujero negro de Keen


Jueves, 24 de octubre de 2013
Alberto Valiente Thoresen

Hace poco el economista australiano Steve Keen estuvo de visita en Noruega, y ofreció una seria de ponencias en dos ciudades del país. Como sorprendentemente pocos académicos hacen, Steve Keen aprovecha las innovaciones tecnológicas, y suele grabar sus presentaciones para hacerlas disponibles al público. Gracias a ello, la ponencia que Keen presentó para la Agencia de Estadísticas de Noruega está disponible aquí.

Para quienes no lo conocen, Steve Keen es un economista australiano que lleva décadas trabajando con una crítica a la macroeconomía predominante. Su crítica se trata de una alternativa a la interpretación ”neoclásica” de la macroeconomía que predomina en los gobiernos, las instituciones financieras, centros de investigación y las universidades. De acuerdo con Keen, a partir del trabajo de John Hicks, y concretamente la interpretación que Hicks hace de Keynes, con el artículo “El Sr. Keynes y los clásicos; una interpretación sugerida” (1937) (“Mr. Keynes and the classics; A suggested interpretation”), la macroeconomía se ha reducido a una pseudociencia (en ocasiones Keen la llama una religión), basada en supuestos alejados de la realidad, y una matemática demasiado simple para comprender la complejidad de los problemas que esta disciplina enfrenta. Keen ilustra esto al comparar cómo científicos naturales estudian fenómenos similarmente complejos a la economía, como el clima, con técnicas mucho más sofisticadas y realistas.

De manera que la crítica de Keen no se trata de sugerir que los modelos macroeconómicos son una simplificación formal de la realidad, para aislar relaciones interesantes. Esto no sería una crítica, si no simplemente una repetición del canon macroeconómico generalmente aceptado. La crítica de Keen se trata más bien de un ataque a las premisas teóricas de estos modelos, que no representan para Keen una simplificación verdadera, si no más bien una postulación falsa sobre cómo los sistemas económicos se comportan a nivel agregado en la práctica. Keen critica cómo la macroeconomía predominante ha formulado la esencia de los sistemas económicos capitalistas contemporáneos.

El magnum opus de Keen en términos de popularidad se llama 'Desenmascarando a la economía: La Emperatriz desnuda de las ciencias sociales' (“Debunking Economics: The Naked Emperor of the Social Sciences”), que fue publicado por primera vez en 2001. El título es evidentemente una alegoría que compara a la ciencia económica con el emperador desnudo de la historia de H.C. Andersen, “El traje nuevo del emperador”. Desde 2001, Keen ha publicado varias ediciones revisadas de este libro, a medida que ha ido pasando de hacer una crítica para desenmascarar, a una crítica para construir una alternativa de análisis macroeconómico. Este esfuerzo se ha ido facilitando con el desarrollo y democratización de las tecnologías informáticas.

En términos generales, los elementos innovadores de la crítica de Keen pueden resumirse en dos puntos radicales:

Primero, la macroeconomía no puede ser una simple agregación del supuesto comportamiento individual de los agentes que componen el sistema económico.

Keen justifica esto con el teorema de Sonnenschein, Mantel y Debreu , que demuestra cómo los comportamientos de la demanda y oferta agregada, no corresponden con los supuestos comportamientos de la demanda y oferta para agentes individuales. Por ello, la oferta y la demanda agregada pueden asumir cualquier forma. Es decir, la idea comúnmente aceptada de que a menores precios se demanda más (ofrece menos), y a mayores precios se demanda menos (ofrece más), no necesariamente aplica a nivel agregado.

Segundo, la economía no es necesariamente un sistema que tiende al equilibrio. Como la competencia perfecta y la teoría de la elección racional, el equilibrio económico es un mito, que puede darse en la práctica tan solo en situaciones extraordinarias. La economía es más bien un sistema abierto, dinámico y complejo, que a la larga tiende a la retroalimentación caótica e inestable. Para demostrar esto, Keen hace uso de teoría de caos y de sistemas, y habla de modelos complejos 'conservadores', y modelos complejos 'disipativos'. Estos son términos prestados de las ciencias naturales, y más concretamente de la termodinámica, en el trabajo de Ilya Prigogine.

El modelo de Keen demuestra cómo la economía es un sistema estructural “disipativo”, en el sentido de que la creación de deuda implica el surgimiento de un poder adquisitivo no existente. Contrario al supuesto neoclásico, de acuerdo con Keen, la deuda creada no está en equilibrio con la variación en el ahorro. Esto se debe al simple hecho de que las instituciones financieras no se limitan a prestar lo que otros han depositado en ellas, sino que las instituciones financieras efectivamente construyen deudas. Estas deudas se distribuyen en consumo y ahorro que antes no existían. Por ello, la variación en los niveles de deuda afectará los niveles de demanda agregada.

Lo opuesto a la sugerencia de Keen sería un sistema “conservador”, en el que la variación en los niveles de deuda equivaldría a la variación en los niveles de ahorro, de donde supuestamente provienen los fondos prestados. Por ello, en un sistema “conservador”, la variación de los ahorros se cancelaría con la variación de la deuda. En tal sistema, lo que se presta es simplemente lo que otros han ahorrado. Prestar dinero es entonces simplemente mover fondos ya existentes de una cuenta a otra, y es macroeconómicamente irrelevante. Pero este mundo no existe en la práctica. A pesar de ello, los economistas convencionales prescinden de incluir los efectos de la deuda en el nivel de demanda agregada. De acuerdo con Keen, es precisamente por este error fundamental que fue tan difícil para la mayoría de economistas predecir la crisis de 2007. Sin embargo, Keen ya había advertido en 1995 cómo una crisis de este tipo sucedería, con su artículo “Las finanzas y la quiebra económica: Modelando la ‘hipótesis de inestabilidad financiera de Minsky’” (“Finance and Economic Breakdown: Modelling Minsky’s ‘financial instability hypothesis’”). En la introducción a este artículo Keen advierte sobre: “la tendencia de los capitalistas a incurrir en deuda, basados en expectativas eufóricas; la importancia del efecto del nivel de deuda de largo plazo; los efectos desestabilizadores de la desigualdad en la distribución de los ingresos; y el efecto estabilizador del gobierno”.

Desde entonces, Keen ha ido perfeccionando su modelo. Este es intuitivamente sencillo, a pesar de la complejidad matemática que oculta. El modelo de Keen postula básicamente que la demanda agregada es igual al ingreso, más la variación en el nivel de deuda; y la oferta agregada es igual al producto interno bruto, más la rotación de activos netos. Por ello, el producto interno bruto puede expresarse como una función del ingreso, más la variación en el nivel de deuda, menos la rotación de activos netos. Como es posible detectar inmediatamente, este modelo reconoce que lo que ocurre en los mercados financieros tiene una importancia decisiva todo el tiempo, y no solo en situaciones de “trampa de liquidez” (citando a Keynes), como sugieren ciertos economistas, entre ellos Paul Krugman. Desde hace un tiempo ya, Keen y Krugman han tenido una controversia en torno al rol desempeñado por el sector financiero en la economía. Sin embargo, esta controversia no ha hecho que ambos economistas difieran sustancialmente en el tipo de soluciones de corto plazo que proponen para la crisis actual, como de hecho el mismo Krugman ha sugerido. Pero aunque Krugman no lo reconozca, sus posturas llevan a conclusiones fundamentalmente distintas a las de Keen, en el largo plazo.

Para Krugman (y los economistas que Keen llama neoclásicos), al prestar dinero, las instituciones financieras se limitan a transferir fondos de una cuenta de ahorros a otra. Al hacer esto crean un valor por los servicios que prestan. Pero el nivel de préstamos en sí mismo no incidirá en la demanda agregada, el crecimiento económico y el empleo, más allá que al servir como lubricante del sistema, transfiriendo fondos de personas ahorradoras a persones que consumen e invierten. A nivel agregado esto no cambia nada. Por ello no es necesario incluir al ahorro y la deuda como variables independientes en el análisis macroeconómico. Pero de acuerdo con el modelo de Keen, los niveles de deuda difieren en la práctica de los activos financieros comprados por los agentes económicos. Las instituciones financieras hacen mucho más que simplemente transferir fondos ya existentes de una cuenta a otra. Gran parte de la deuda existente es simplemente creada por las instituciones financieras, sin que ésta haya sido depositada en una institución financiera por algún agente económico. Además, esta nueva deuda no resulta enteramente en nuevos activos financieros, si no también en diversas formas de inversión y consumo. Por ello, el sistema disipa valor en este exceso de capacidad adquisitiva generado por el sector financiero, cuando crea deuda. Esta es la razón por la que de acuerdo con Keen es fundamental incluir al sector financiero en el análisis macroeconómico de una manera radicalmente distinta.

En el modelo de Keen, en el corto plazo, la deuda tendrá una relación directa con el nivel de crecimiento económico, y una relación inversa con el nivel de desempleo. Keen ha demostrado que en los Estados Unidos, la correlación entre la aceleración de la deuda y el cambio en el nivel de desempleo es de -88 %, para los últimos 20 años. Es decir que por cada aumento de la aceleración de la deuda, el desempleo se reducirá en 88 % de ese aumento. Al mismo tiempo, el nivel de deuda privada en los Estados Unidos ha pasado de ser alrededor de 50 % del PIB en los 50’s, a cerca de 300 % del PIB en 2010. Aquí es importante distinguir entre deuda pública y privada, así como entre variación de deuda y el nivel de deuda. Porque si bien las variaciones positivas de la deuda en el corto plazo trajeron consigo reducciones en el desempleo, a la larga, los niveles elevados de deuda privada son los que explican la crisis y el aumento drástico del desempleo a partir de 2007. Por eso Keen habla del período entre la crisis de 1929 y el actual como el de una estabilidad inestable. Aparentemente todo iba bien en el corto plazo en este período, gracias al aumento de la deuda. Mientras tanto, la deuda privada iba acumulándose, lo cual traería problemas en el largo plazo. Se iba subiendo la montaña a oscuras, sin saber (o sin querer reconocer) que el camino desembocaba en un barranco.

En tal sistema, el nivel de desigualdad económica se vuelve determinante. Porque la desigualdad económica explica que los más pobres tendrán dificultades pagando más deuda privada. Esto dificulta la capacidad del sistema para crear más deuda, demanda agregada, crecimiento económico y empleo. De acuerdo con Keen y su modelo, se llega a un punto de quiebre irreversible, en donde el nivel de deuda es tan grande, que es imposible que este permita a la economía crecer saludablemente. Keen compara esta situación a estar en un agujero negro, que atrae a todo lo que se le acerca. Se trata entonces de un agujero negro de contracción económica, una vez se haya pasado el punto sin retorno de los niveles de deuda. De acuerdo al modelo de Keen, en tales circunstancias, tanto los trabajadores, como los propietarios de empresas verán sus niveles de ingresos reducidos. Sin embargo, los propietarios del sistema financiero acumularán grandemente mayores ingresos. Esto acentuará las diferencias en la distribución de los ingresos, lo cual funcionará como una retroalimentación que profundizará la caída en el agujero negro de contracción económica. Contrario a lo que sugiere Krugman, en este contexto, crear más deuda sí tiene efectos indeseables. Porque aunque en el corto plazo la creación de deuda reduzca las consecuencias inmediatas de la crisis, en el largo plazo, simplemente postergará y elevará el punto de una caída inevitable.

Si todas estas predicciones del modelo resultan familiares es porque describen muy bien la situación que desembocó en la crisis económica más reciente. Pero afortunadamente, y a pesar de las metáforas a fenómenos físicos empleadas, el modelo de Keen no describe realidades en y por sí mismas nada más, como serían los agujeros negros. Las realidades económicas son en gran parte simplemente el resultado de postulaciones humanas, como las realidades construidas de las deudas y del dinero. Por ello, a pesar de que en teoría Keen puede hablar de un “punto sin retorno”, éste es también tan solo una postulación. De hecho, la solución sugerida por el mismo Keen es “desapalancar” la economía. Esto es, reducir los niveles generales de deuda privada a un nivel manejable, al mismo tiempo que se siga proporcionando el capital financiero necesario para generar demanda agregada en el corto plazo. Esto resulta aparentemente imposible, pero es solo el caso en el esquema financiero actual. De acuerdo a Keen, si el sector público asume un papel más fuerte, comprando deuda privada, sería posible borrar esta deuda de los libros. Esto no implicaría una pérdida en el nivel de crédito para generar demanda agregada, y la economía podría seguir creciendo. Keen sugiere así la nacionalización de los incumplimientos crediticios inevitables, para evitar que estos paren al sistema financiero, como hicieron ya después de 2007.

En otras palabras, se trata de hacer lo que los antiguos practicaban cada 50 años en el año del “jubileo”. En este año se liberaban los esclavos, se perdonaban las deudas, y se mostraba misericordia con los más débiles (ver por ejemplo Levítico 25, en el Antiguo Testamento). Probablemente el origen de esta práctica no resida en otra explicación que el simple entendimiento profundo que era necesario para darle sostenibilidad al orden social imperante. En tal caso es bien probable que solo ese tipo de entendimiento y pragmatismo sea capaz de salvarnos.

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