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La guerra contra las drogas en México: ¿Lecciones para El Salvador?

'La insaciable demanda de drogas ilícitas de los consumidores estadounidenses es la principal variable que determina la producción y el tráfico de drogas en todo el hemisferio occidental', dicen los especialistas. El siguiente aporte preparado por Erik Ching resume recientes trabajos sobre el narcotráfico en México que serán de interés para el público salvadoreño.

Lunes, 6 de enero de 2014
Por Erik Ching *

Los lectores salvadoreños, que sufren la problemática de la combinación de drogas con violencia y tienen poco acceso a investigaciones bien fundamentadas para comprender el fenómeno, pueden encontrar interesante la experiencia de su vecino del norte, México. A pesar de haber sido blanco de amenazas a muerte por sus investigaciones sobre la guerra contra las drogas, tanto periodistas como académicos han producido valiosos estudios que nos ayudan a comprender el fenómeno. El objetivo de esta contribución es resumir las principales conclusiones de trabajos sobre los orígenes y la evolución de la guerra contra el narcotráfico en México.

La conclusión principal que se deriva de estos trabajos es que la guerra contra el narcotráfico en México se debe a una convergencia de cinco variables distintas, una especie de 'tormenta perfecta' de coincidencias que intensificó la violencia y la agitación social asociadas a la producción y el tráfico de drogas. Algunas de estas variables son externas a México y por lo tanto los mexicanos tienen poco control sobre ellas. Otras son de origen nacional y se remontan a la historia política y económica específica de México.

Lo que sigue es un resumen de los resultados de dos nuevos estudios sintéticos por tres prominentes especialistas en México: Alan Knight, profesor de historia en la Universidad de Oxford, Paul Kenny, ex profesor de humanidades en King's College, Universidad de Londres, y profesor visitante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM ), y Mónica Serrano, profesora del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México y Asociado Senior de Investigación del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Oxford.

Portadas de
Portadas de 'Violence, Coercion and State-Making in Twentieth-Century Mexico: The Other Half of the Centaur', un compilación de Wil Pansters (Stanford, CA: Stanford University Press, 2012); y 'Mexico’s Security Failure: Collapse into Criminal Violence', compilado por Wil Pansters (NY: Routledge, 2012).

El Mercado de las Drogas: La insaciable demanda de drogas ilícitas de los consumidores estadounidenses es la principal variable que determina la producción y el tráfico de drogas en todo el hemisferio occidental. Aunque siempre estuvo presente, el mercado de EE.UU. creció de manera exponencial en las décadas de 1960 y 1970, debido a cambios en los hábitos de consumo de drogas y también al  rápido crecimiento de la renta disponible en manos de los consumidores. Lo que en su día fuera una industria de uno o dos mil millones de dólares se convirtió rápidamente en una industria de cuarenta o cincuenta mil millones a principios del siglo XXI. Este potencial de ingresos no sólo asegura que los proveedores harán todo lo posible para satisfacer la demanda, sino también que todos los que se las arreglen para aprovechar dichos ingresos tendrán enormes recursos a su disposición para comprar armas para proteger sus inversiones. Es ampliamente sabido que ahora los cárteles de la droga en México pueden igualar, si no superar, la capacidad letal del ejército mexicano.

Los rutas cambiantes de los cargamentos de droga: Hasta mediados de la década de 1980 la inmensa mayoría de las drogas, y en especial la cocaína, llegaron a los EE.UU. a través de la Florida por las rutas comerciales del Caribe. A mediados de 1980 el gobierno de EE.UU. hizo un esfuerzo concertado para cerrar esas rutas. Estas medidas son típicas de la estrategia del gobierno de los EE.UU. en su lucha contra las drogas: atacar la oferta y más o menos ignorar la demanda. Como el mercado de EE.UU. mantuvo su dinamismo, los traficantes buscaron rutas alternativa y las encontraron en México. La larga y mal vigilada frontera entre los EE.UU. y México ya era punto de transbordo para toda clase de productos, tanto lícitos como ilícitos.  De hecho las bandas de narcotraficantes o cárteles habían estado activos a lo largo de la frontera durante muchos años, desde el siglo XIX. Pero, de repente, la frontera México-Estados Unidos se convirtió en el principal punto de entrada para las drogas. Con ese cambio y las grandes ganancias monetarias correspondientes, el tamaño de los carteles mexicanos aumentó drásticamente a la vez que aumentó la posibilidad de que hubiera competencia entre ellos para controlar las rutas de tráfico.

El Programa de Certificación de EE.UU. a mediados de 1990: A partir de mediados de 1990, y en particular en 1995, el gobierno de EE.UU. ejerció una presión creciente sobre los países productores de drogas, como México, para que se ajustaran a ciertos estándares en la guerra contra las drogas. En concreto, este requisito de 'certificación' significaba que determinados países, como México, tenían que cumplir con ciertas normas en su ataque a la producción de drogas. Los incentivos incluían recompensas monetarias, incluyendo programas de ayuda militar y acuerdos comerciales que se podían cortar o reducir si el país en cuestión no cumplía con las exigencias de Estados Unidos. No queriendo arriesgar el acceso a beneficios económicos en medio de una crisis financiera en la que el valor del peso mexicano estaba bajando rápidamente, el gobierno mexicano decidió aceptar las exigencias de la certificación y aumentó la presión sobre los cárteles de la droga, además de perseguir a los funcionarios dentro de la gobierno y/o el ejército mexicano que eran sospechosos de connivencia con los carteles. El resultado fue una creciente militarización de la guerra contra las drogas y la desestabilización del acuerdo tácito que existía entre los cárteles y el gobierno de México durante el apogeo del PRI (ver el acápite siguiente).

La democratización en México: Como la mayoría de los aspectos de la vida en el México del siglo XX, la economía de la droga se había incorporado al estado post-revolucionario - una consecuencia clara de la Revolución Mexicana. Para los líderes del PRI que surgieron a raíz de la Revolución, las bandas de narcotraficantes y el mercado de drogas no eran más que otro objetivo dentro de su sistema de Estado semi-autoritario y corporativista. Los líderes del PRI llegaron a un acuerdo tácito con los cárteles de droga con respecto al trafico a los EE.UU. y los ingresos derivados de este comercio. Básicamente, a cambio de permitir que los traficantes participaran en sus actividades ilícitas, y bajo el entendimiento de que mantuvieran la violencia al mínimo, los líderes del PRI hacían la vista gorda al tráfico de drogas, e incluso ayudaban a suprimir la posible competencia a los carteles existentes, siempre, por supuesto, a cambio de una parte de los beneficios. Era una especie de impuesto sobre el comercio. Este equilibrio tácito empezó a tener problemas a finales de la década de 1990 y principios de la de 2000 con el creciente proceso de democratización, ejemplificado por la derrota del PRI en las elecciones presidenciales de 2000. De pronto llegaron nuevos actores al escenario político que rechazaron el acuerdo tácito con los cárteles de la droga o tenían sus propias conexiones separadas con otros aspirantes a los beneficios del narcotráfico. El resultado final fue una desestabilización repentina del negocio del tráfico de estupefacientes, al mismo tiempo que la industria generaba ganancias sin precedentes. En retrospectiva, se podían predecir los crecientes niveles de violencia cuando llegaron nuevos traficantes a competir con los cárteles establecidos, y estos últimos reaccionaron violentamente para defender su territorio.

La elección presidencial de 2006: Por último, la gota que colmó el proverbial vaso fue la elección presidencial de 2006. Felipe Calderón del PAN triunfó sobre Andrés Manuel López Obrador del PRD con un margen estrecho, menos de un punto porcentual. En las semanas posteriores a la votación López Obrador se negó a reconocer la victoria de Calderón y se autoproclamó presidente de México. Calderón se dirigió a los militares en busca de apoyo. A cambio del apoyo de los líderes militares el nuevo presidente hizo de la seguridad, en lugar de los puestos de trabajo, la prioridad de su administración, y, en consecuencia, desató a los militares contra los cárteles de la droga. En otras palabras, la guerra contra las drogas comenzó en serio. Independientemente de que muchos funcionarios de alto rango del gobierno y de la seguridad estaban en negocios con los traficantes, y por lo tanto el proceso de dirigir a las fuerzas de seguridad del Estado en contra de los traficantes iba a causar disturbios al interior del estado, el descenso repentino de las fuerzas de seguridad del Estado sobre los carteles provocó una respuesta de la misma magnitud. México entró así en un estado de conflicto civil de gran complejidad en el que los carteles de la droga combatían al mismo tiempo a sus rivales y al gobierno nacional, mientras tanto los civiles se convirtieron en blancos para cualquiera que quisiera demostrar su fuerza y demostrar la debilidad de sus rivales.


Este resumen se basa los siguientes trabajos: Alan Knight, “Narco Violence and the State in Modern Mexico” en Wil Pansters, compilador, Violence, Coercion and State-Making in Twentieth-Century Mexico: The Other Half of the Centaur (Stanford, CA: Stanford University Press, 2012); y Paul Kenny y Mónica Serrano, compiladores, Mexico’s Security Failure: Collapse into Criminal Violence (NY: Routledge, 2012).

* Erik Ching es profesor de historia en Furman University, South Carolina, y es autor de varios libros y artículos sobre la historia política de El Salvador.

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