Opinión /

Vamos a votar


Lunes, 27 de enero de 2014
El Faro

Las elecciones de este domingo nos ofrecen pocos motivos para celebrar. Todas las campañas han sido tan populistas, tan débiles, tan escasas de contenido y tan negligentes para abordar nuestros principales problemas que difícilmente podrán, con esos planteamientos, administrar adecuadamente un país con las dificultades que enfrentamos ahora.

Los candidatos y sus equipos de campaña han faltado al respeto a los electores. No consideran a los ciudadanos salvadoreños dignos de argumentos para tomar una decisión política. Son campañas a la vieja usanza, con el discurso del miedo y la acumulación de promesas incumplibles; es, también a la vieja usanza, la utilización inmoral de las instituciones del Estado para hacer proselitismo, con un presidente volcado a tensar el ambiente político nacional y su esposa derrochando campañas publicitarias con dinero público. Con un país dividido y llamado por sus liderazgos a la intolerancia.

Ya hemos hablado aquí antes de lo superficiales de las propuestas de gobierno de los cinco candidatos, de la desilusión de aquellos ciudadanos que no son militantes ni “voto duro” de ninguna de las ofertas y que no encuentran hoy en esas propuestas una verdadera respuesta a los problemas de un país inseguro, pobre, desigual, vulnerable y con problemas de salud y educación.

Los liderazgos políticos han sido tan irresponsables con el país que incluso aquellos que hoy cuentan con popularidad (y que confunden con liderazgo) han sido incapaces de despertar mayor ilusión en los salvadoreños. El último informe de Latinobarómetro refleja que más de la mitad de los salvadoreños creen que el Estado será incapaz de resolver en los próximos cinco años los problemas de inseguridad, de corrupción y de pobreza. Y el próximo presidente tendrá que ser elegido por ellos. Esa es la esperanza en el futuro que nos ha dejado un sistema político polarizado, corrupto e incapaz de alcanzar los mínimos acuerdos en función de los ciudadanos.

Aun con todo lo anterior, desde esta página editorial hacemos un llamado a todos los salvadoreños a votar. Por alguno de los candidatos o por ninguno. Pero es necesario, en una democracia, que los ciudadanos aprovechen uno de los pocos espacios de expresión política. Que demuestren mediante su voto el apoyo a un candidato, o el rechazo a todos.

Anular el voto no es lo mismo que quedarse en casa. El ausentismo no tiene el mismo significado que el voto contra todos. Por eso es importante ir a votar.

Por eso y porque, a la vista de las ofertas de nuestro sistema político, la participación ciudadana sea acaso la mayor esperanza para comenzar, de verdad, a construir un mejor El Salvador. El país no le pertenece al gobernante de turno. Si han actuado así, de derecha y de izquierda, es porque los ciudadanos se los hemos permitido. Porque hemos sido incapaces de exigir lo que es nuestro. El país es de sus ciudadanos. Vamos todos a votar. Y después seguimos recuperando lo que nos pertenece.

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