Opinión /

El país en pie de paz


Miércoles, 19 de marzo de 2014
Ricardo Ribera

Conviene que el país se proclame “en pie de paz”, en respuesta a la bravuconada arenera de declararse “en pie de guerra”.

En febrero, en primera vuelta, Arena demostró no saber ganar, pues una serie de errores tácticos y estratégicos la dejaron 300 mil sufragios abajo del FMLN. Ahora, en la segunda vuelta de marzo, demuestra que no sabe perder.

En lugar de esperar tranquilamente los datos del escrutinio preliminar se apresuró a proclamar el triunfo a tempranas horas de la tarde. Tal vez impulsada por esa inicial imprudencia, más noche armó el berrinche, mostrándose agresiva y exageradamente amenazadora.

Cuando desconoció los resultados y se autoproclamó vencedor, más grave que el uso de la palabra “guerra”, fue el llamado de Norman Quijano a la Fuerza Armada para “que haga valer los verdaderos resultados”. La insinuación golpista, en un país como el nuestro, con nuestro pasado de dictaduras militares y guerra civil, es muy preocupante. Importante fue el desmentido firme que dio el Ministro de Defensa junto a los jefes de las principales unidades militares.

Se suma, además, la inaceptable desautorización de la máxima autoridad electoral. El candidato derechista llegó a calificar al Tribunal Supremo Electoral, TSE, de “comprado y corrupto”. “No hay tribunal que valga – dijo – que nos pueda arrebatar esta victoria.” Es irresponsable y contradice su anterior insistencia en que hay que respetar y fortalecer las instituciones.

Si el partido opositor tuviese pruebas de haberse hecho con la victoria ¿por qué no presentarlas utilizando los cauces previstos y en su debido momento?, ¿por qué no buscar el apoyo y presión de los observadores extranjeros y de la comunidad internacional?, ¿por qué, en lugar de ello, provocar la zozobra y el desasosiego del país, presionando con altanería a la autoridad eleccionaria?

Preocupa que todo parece parte de una línea previamente trazada: viene advirtiendo, sin pruebas, del presunto fraude desde hace más de un año. En el decir popular, como “matando su chucho a tiempo”.

Lo que necesita el país al momento es un mensaje de serenidad, de respeto a la voluntad popular, de tranquilidad y aceptación de resultados. La crispación perjudica a todos, en especial al partido opositor.

Ha sido sorpresa la remontada sin precedente histórico que alcanzó Arena con respecto a la primera vuelta. Recortó la diferencia de diez puntos porcentuales. Además, a tres semanas de la elección, las encuestas mostraban que la brecha entre ambos partidos se había ensanchado. Aun perdiendo, la ganancia política era grande.

Mas la torpeza política de Quijano y del Coena parece no tener límites. Así como en el único debate televisado el candidato arruinó todo, al revelar su intención de “militarizar la seguridad pública”, ahora desperdició el chance de fortalecerse, con miras a las legislativas del 2015, con sus exabruptos y amenazas.

Incluso personas conservadoras, que recién acababan de darle el voto, mostraron susto y rechazo a tal matonería. Son muy pocos de sus electores los que se sienten “en pie de guerra”. Al revés, al contemplar las primeras algaradas areneras, con quema de llantas y corte de arterias viales, el repudio ha sido general.

Contrastante con esa beligerancia, el discurso de la fórmula del FMLN cayó como un bálsamo. No es cierto que ambos partidos se hayan proclamado ganadores, como muchos medios quieren hacer ver. La posición efemelenista se ha mantenido respetuosa del TSE y atenta a no dejarse arrastrar por las provocaciones. Ha proclamado la victoria “en el escrutinio preliminar” y dice esperar que la misma se ratifique en el final y definitivo. Es correcto.

El país está en pie. Tiene que estar alerta y de pie. Pero no en pie de guerra. Al contrario, en pie de paz y de reconciliación nacional.

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