Plática /

'Jamás he publicado que trabajo con Alejandra Guzmán y todo mundo lo sabe'

Cristian Castro, La Pepa, Carlos Bauté, Calle Vieja, Franco de Vita, San Juan y los Rufianes, La Quinta Estación, El Gruve, Natalia Jiménez, Brujo, Edith Márquez, Cuentos de Barro y Alejandra Guzmán; la vida en breve del que probablemente sea uno de los mejores y más exitosos guitarristas que ha producido El Salvador: 'El Barbas', 'Barbitas' o, simplemente, Juan José Gómez.


Domingo, 27 de abril de 2014
Óscar Luna, Rebeca Monge y Fred Ramos / Fotos: Fred Ramos

Juan José Gómez. Foto Fred Ramos
Juan José Gómez. Foto Fred Ramos

Se quería ir, pero no hacía nada por irse. Un espécimen raro que tampoco acuñó el 'sexo, drogas y rock & roll', o por lo menos las dos últimas. No se ha tomado una cerveza en su vida y no solo ha hecho precisamente rock & roll. Juan José Gómez es un guitarrista de 33 años que tiene en su currículum una enorme experiencia con bandas nacionales y artistas internacionales; y, con todo y todo, una persona bastante sencilla y llevadera. Su madre era de Zacatecoluca y trabajaba como secretaria mientras lo crio. Su papá, un predicador católico del que no habla mucho. A pesar del look evidente de artista, parece nervioso y teme que preguntemos por las relaciones familiares de Cristian Castro o los problemas de Alejandra Guzmán, cosas de paparazzis que no entendemos ni entenderemos.

¿Qué le dirías a la gente que piensa que sos el mejor guitarrista de tu generación en este país?
Que puede ser que les haga falta escuchar a otros guitarristas, y que me siento muy agradecido de que me pongan ese título pero que no me considero eso. De mi generación hay muchos guitarristas increíbles, y yo creo que poco a poco en la música yo me he dado cuenta de que el término 'mejor' es un término muy subjetivo porque otro guitarrista no va a tocar como yo toco, ni yo como otro guitarrista, y cada quien tiene su sello. Y suena así como muy raro, muy romántico, muy soñador, pero cada quien tiene su huella y su propia voz y su propio sello. Entiendo que por alguna razón la gente me ha conocido más últimamente, y me siento agradecido con ese título, pero no me considero el mejor, ni un triunfador, ni algo así.

Pero tu posición ya es diferente, es privilegiada.
Pues, mirá, yo me fui en el 2005 de aquí. No me fui porque ya no quería estar aquí, ni me fui porque ya no pude hacer más cosas. Mucha gente piensa eso. Acá empecé a luchar y a tocar. Yo iba a las tocadas en la década de los 90s, a La Luna [Casa y Arte], a ver las bandas que a mí me gustaban: Adrenalina, La Iguana, Lorena Cuerno, Nativa Geranio, y todo eso. Yo iba y les hablaba a ellos, yo era un fan. Y de hecho sigo siendo un fan, y así como sigo siendo un fan, también luché como estudiante, digamos 'legal'. Yo le llamo estudiante 'legal' a la época en que estuve en la escuela de música, estudiando. Pero así como en ese tiempo estaba luchando yo por salir adelante estudiando música y tocando, así sigo ahora: luchando, con la misma garra. Entiendo que me quieras decir que el enfoque es diferente porque tal vez ahora ya tengo más contactos, y no tengo que empezar desde cero a tocar puertas aquí, 'escúcheme'. Pero la lucha es como igual, con la misma garra, con la misma pasión, entrega y visión. Pero tal vez sí, un camino recorrido, obviamente que lo tengo, y comprendo que pueda haber 'fama', entre comillas, y cosas así, pero yo no estoy tratando de hacer esto por fama o algo así. Es una pasión interna normal, que cada quien tiene. Esta semana, yo llegué del festival de jazz, como a la 1 a.m., después de cenar con amigos, y saqué mi guitarra y me puse a tocar, a estudiar unas cosas. Es una búsqueda eterna, que no importa si alguien te está viendo o no, uno estudia y sigue luchando. Entonces, la lucha y el camino es igual para mí siempre. Sinceramente, ahora sí me doy cuenta de que necesité irme para que mucha gente me conociera.

Ahora que mencionaste que ibas a los toques en La Luna, tu primer toque fue ahí junto a Octavio Salman y el 'Chele' Óscar.
Exacto. Estando en La Luna me acerqué a Gerardo Coto, él organizaba estas tocadas ahí, unos tributos a las guitarras en los 90, estaba 'Hulk' Jaime Varela, que lo admiro, increíble, y que es de las personas que me motivaron a dedicarme a esto. Estaba Gerardo Coto, que también me motivó mucho, y estaba el 'Trasher': tres guitarristas que yo admiro increíblemente. Esas son las escuelas que hay en El Salvador. Le dije a Gerardo: 'Hey, dame chance de abrir ahí con una canción o lo que sea'. Él no me conocía pero le dije: 'Voy a tocar con Octavio', y Octavio lo conocía a él y al 'Chele' Óscar. Tocamos un tema original mío, y tocamos algo de Joe Satriani, y algo de Carlos Santana. Me acuerdo que a la gente le gustó mucho. Y como a mí no me conocían, y yo tenía una barba algo larga, pues me bautizaron como 'El Barbitas', o 'El Barbas'. Y esa fue mi primera tocada en realidad. Súper emocionado, me acuerdo que llegué muy temprano, la cita era como a las 8 y yo llegué a las 6, así como ya con ganas de tocar, con mucha emoción. Y con ellos, precisamente, sigo tocando y siguen siendo mis amigos, y sigo compartiendo con ellos.

Empezaste a tocar de un solo con pesos pesados. ¿Cómo hiciste?
No, yo no me lo imagino cómo hice. Más bien, creo que fue por mi ingenuidad de adolescente o de chavito, así como: 'Hey, hablale a ese señor, y a ver si quiere'. Y yo fui: 'Mire, Chele, Octavio me dijo que tocaba con usted, y no sé qué, y a ver si quiere tocar con nosotros'. Así, tal cual. 'Hey, Octavio, acompañame'. O sea que ellos por ser buena onda me dijeron que sí. Yo le digo al Chele que él es mi padrino musical porque él es el que me motivó y me dijo que yo tenía talento para la música, y que me enfocara y que siguiera. La música empieza como hobby para todos, y poco a poco se va convirtiendo en tu pasión. Decís: 'Ah, ya me pagan por tocar', y se convierte en tu forma de vida. Pero no vivís de la música. Bueno, yo no vivo de la música literalmente, yo digo que vivo para la música. Sí, mi ingreso económico depende de la música, soy músico y a eso me dedico. Yo me gradué de licenciado en comunicaciones también, y trabajé de fotoperiodista, redactor, y hacía muchos trabajos de esos. Cuando me fui a México quise separarme de esa faceta, no me llevé ni cámara, ni nada. Todo lo dejé porque sentía que si en algún momento yo necesitaba hacer algo, era más fácil un contacto con algún periódico y hacer fotos, y no quería otra vez combinar esas dos facetas.

Eso, como dicen los gringos, son 'big cojones'.
No, man, yo no lo volvería a hacer [trabajar en un periódico]. Era el 2004 o 2005. Yo había trabajado en algunos periódicos con horarios muy absorbentes, tocaba en las noches, y estaba terminando de estudiar en la universidad. Era un estrés... Yo estaba muy chavo, muy chiquito como para estar estresado. Renuncié a algunas cosas de trabajo en periódicos, y empecé a enfocarme en la música y a tocar. Yo ahorré desde mi primer trabajo como a los 18 años porque en algún futuro yo me quería ir a estudiar música. No sabía ni dónde ni cuándo, pero esa era como la cosquilla que yo tenía. Y esa era como mi meta, más bien: estudiar música. Yo veía guitarristas que hacían cosas y decía: 'Ojalá que algún día pueda saber cómo hacer eso'. Ese era como mi enfoque. Mi mamá y mi novia, que es ahora mi esposa, son las que me lanzaron a eso. Un día mi esposa me dijo: 'Tenés cita en la embajada tal día, aquí están los papeles, ya hablé a la escuela de música, ya te organicé esto aquí'. Y salió muy rápido todo, todo se dio muy rápido, y así me fui. Yo estaba un día antes haciendo mi maleta, guardando mis discos en la computadora, estaba digitalizando cosas, y no me caía el veinte, ni nada. Luego, al siguiente día, cuando mi mamá me fue a dejar al aeropuerto, en el camino fue algo así como que yo dije: '¿Qué estoy haciendo? Ya me voy, y no tengo fecha de regreso. No conozco a nadie allá, no sé qué voy a ir a hacer'. Me despedí de mi mamá y creo que lloré abrazado a ella, como media hora tal vez. Mi relación con mi mamá ha sido muy cercana, muy de amigos, increíble. Y cada vez que recuerdo ese momento es como si lo volviese a sentir. Y me fui, y pasé dos años de sacrificios, de soledad. A veces uno se deprime, y a veces uno se pone positivo. No sonaba nunca mi celular, no tenía amigos, el internet no era tan famoso en ese tiempo como para estar en redes sociales y estar ahí muy pendiente. Le hablaba a mi mamá llorando: 'Me quiero regresar ya'. 'No, aguantá. Te fuiste y ahorraste. Tranquilo'.

Ella te regaló una guitarra a los 12 años.
Sí, no pedí la guitarra. A mi mamá debe habérsele ocurrido: 'le voy a regalar esto a mi hijo'. Entonces, era una guitarra con cuerdas duras y unas alturas como que eran el arco de Robin Hood, el mástil como bate de béisbol, era muy incómodo. La primera canción que saqué fue Música ligera, de Soda Stereo. Yo no tenía afinador, no sé ni cómo es que afinaba la guitarra, no sé cómo hacía. Una vez reventé una cuerda y pensé que se había arruinado la guitarra. Alguien me dijo que en Vidrí vendían cuerdas para guitarra, compré una, se la puse, y así fui conociendo. Luego, me dijeron que en una iglesia estaban dando clases de guitarra, enseñaban acordes, y así iba practicando, poco a poco.

Decís que cuando estabas haciendo tu maleta, no te había caído el veinte. ¿No tenías un plan como diciendo 'al tanto tiempo ya tengo que estar tocando en un bar, y al tanto tiempo ya tengo que estar tocando aunque sea en un anfiteatro'?
Ojalá te hubieras ido conmigo y me hubieras dicho ese plan. No, no, no. Mi plan era estudiar, llegar a la escuela y estudiar. No tenía un plan de nada, ni tenía una fórmula. Según yo, me iba a regresar a El Salvador terminando de estudiar, o no sé. Ahorré mucho, ahorré lo que pude. Mi mamá me ayudó con lo que pudo también, y me fui. Mi novia agarró un trabajo en Estados Unidos para poder ir a hacer allí un poco de dinero y colchón. Me alcanzó dos años después en México. Me hablaron un día: 'Hey, hay una tocada en un bar con una chava, y el guitarrista canceló, el ensayo es mañana. Aquí tengo la música, los papeles y todo. Me recomendaron con vos, ¿qué onda?, ¿podés?' Fui por la música. Nervioso. Era un bar normal, tampoco era un gran trabajo, pero para mí era muy importante hacer eso. Y les gustó mi trabajo, yo llegué muy ensayado, y les gustó. Me dijeron: 'Hey, nos gustó la onda. El viernes hay otro toque', 'sí, yo puedo'. Yo me acuerdo que en ese tiempo ni tenía zapatos negros, y había que ir vestido todo de negro. Me acuerdo de esa anécdota porque fui de negro y con zapatos café y me miraba chistoso, así, raro. Con lo primero que me pagaron fui a comprar zapatos negros para no hacer esa onda ahí rara. Y ya, pues, así comenzó. A la semana me volvieron a hablar, luego al mes. Luego, los amigos que tocaban me dijeron: 'Hey, tengo una banda de latin jazz en la que toco con unos amigos'. Se llamaba Tlaxcalteca Latin Jazz esta banda. Fui a tocar con ellos. Cuando me dijeron el apellido, bueno, aparte de ser difícil de pronunciar, 'Tlaxcalteca', se oye bien mexicana la onda y yo no los conocía. Cuando empecé a investigar quiénes eran, antes del ensayo, me puse nervioso porque era la familia más famosa de metales de México, que habían hecho un ensamble de latin jazz en el que solo tocaban pesos pesados, y a mí me habían invitado pero quizá hubiese sido mejor no saberlo antes. Yo siempre he sido muy aplicado, muy nerdo, en realidad. Y sigo siendo muy enfocado. Y bueno, les gustó también y ahí conocí a los hermanos Barrera, que eran famosos por trabajar con artistas y me invitaron a estar en la banda de Edith Márquez, y luego... Es así como que se va relacionando todo. Yo estoy patrocinado por Fender ahora, y por una marca de plumillas hechas a mano que patrocina a guitarristas muy famosos y exclusivos, y me mandaron un correo a mí también. Y yo eso nunca lo puse en mis planes, nunca dije: 'Ah, quiero que me patrocine Fender'.

Pensaste en decirles que no a Fender.
¡No! Pues, nunca planeé eso. No es que tampoco tenga un plan de vida pero mi plan no tiene algo concreto. Más bien, construyo cosas que siento que me pueden ayudar a llegar a algún lugar y que sé que cuando llegue, como ya construí algo, voy a estar preparado. Pero van saliendo cosas y siguen saliendo cosas y yo digo: '¡Uauuu, qué increíble!'

Juan José Gómez. Foto Fred Ramos
Juan José Gómez. Foto Fred Ramos

¿A qué escuela solicitaste ingreso cuando te fuiste a México?
Mi novia aplicó a una escuela que yo le había comentado, se llama Fermatta. No me gusta mencionar esta escuela porque fue cambiando y ahora es como una escuela para chavitos así como popstar y con look, y todo eso. Cuando yo entré no era así, había maestros increíbles, tenían convenio con Berkeley University.

Fermatta es una escuela cara. Natalia Lafourcade estuvo ahí, Julieta Venegas, entre otros.
Carísima. Exactamente. Por eso es famosa esa escuela. La escuela no es una garantía de nada. Y bueno, El Salvador es una tremenda escuela de música: cuando llegué a la escuela en México, yo entré tocando más que muchos estudiantes de los primeros años. No lo digo esto como para jactarme. Si hubiera ido cualquiera de aquí, de los guitarristas o cualquier músico de mi generación, hubiera ido a despuntar. ¿Por qué? Porque aquí hay un hambre, una garra de hacer cosas. Yo con esa garra llegué. Pensaron que era un nuevo maestro al principio. Además yo no me miraba tan chavo, y los chavitos ahí llegando bien bonitos. Entonces yo les decía: 'Échale, muñeco, tócale, a ver. ¡Con ganas!' Yo ganas tenía de estudiar. Hubiese escogido otra escuela, ahora que lo pienso. Pagué el primer semestre yo, de mi bolsa. Luego apliqué y al mayor promedio le daban una beca. Saqué el mejor promedio y me dieron la beca. Trabajé en la escuela. Luego me gané la beca completa, ya no trabajaba y sólo estudiaba.

Eso te iba ahorrando bolas.
Ahorrando bolas para los taquitos al pastor... Bueno, yo conté mi dinero día por día, porque yo no podía comer cualquier cosa (Juan José es vegetariano). En eso sí tenía que tener un plan tal vez. Se me acababa el dinero y no tenía ni para comer ni para renta. Era una onda así como muy contadita.

¿Dónde está el eslabón perdido para pasar a los grandes escenarios?
La verdad es un secreto que nunca cuento, ja ja ja... No, no hay secretos, no hay fórmulas. Yo creo que uno atrae las cosas con su actitud. Yo soy muy preocupado, si ahorita después hay una cita en la radio, o hay una prueba de sonido, pregunto: 'Hey, ¿qué hora es? Ya me tengo que ir'. Traigo cosas, alisto mis papeles, partituras, cosas que hay que estudiar. No es que lo deje todo como tan a la deriva porque, como te digo, no soy muy aventurero. Lo que sí creo es que uno llama las cosas con su actitud, y entonces en eso me baso, en realidad. Yo digo: 'Pues estoy haciendo todo bien'. Me guío bien. No soy cristiano ni esas cosas, tampoco tengo nada en contra, pero lo menciono porque tampoco es como que yo esté como muy aferrado a algo: sí creo en Dios, tengo una relación con él, personal, como cada quien tiene la suya con algo en lo que cree. Pero a lo que voy es que yo estoy muy enfocado en hacer las cosas bien. Tengo mucho respeto a la música, al pop, al jazz, al escenario. Me pongo nervioso cada vez que me paro en un escenario, me pongo nerviosísimo como la primera vez en La Luna. Igual. Y entonces tal vez es eso, por ahí la vida siente que yo voy con respeto o algo así.

Pero, ¿cómo pasaste inmediatamente a tocar con artistas...? Siento que se lo otorgás mucho a la suerte.
Bueno, yo estuve en este bar como un año o dos. En este año o dos conocí a mucha gente. Toqué con Jorge Guevara, el compositor de La planta, el de Radio Caos, porque un amigo me vio tocar. Era un bar donde llegaba mucha gente famosa a echar la fiesta ahí. Y entonces llegaban artistas y actrices, entonces te veía alguien de ellos, o los músicos eran amigos de estos. Lo invitan a uno y esa persona está en otra banda. Conociste a alguien que justamente te invitó para ir a otro toque. Por ejemplo, lo conozco a él y él me dice: 'Oye, yo conozco a un brother', y ya me llevó con vos, 'que yo conozco al mejor fotógrafo, y no sé qué', y me lleva con el muñeco aquí. 'No, es que yo conozco al mejor manager', y me lleva con Christian [Portillo, Gerente de Promúsica]. Y así fue, como que poco a poco, un eslabón me llevó a otro y a otro.

Hasta que llegaste a Edith Márquez. Esa fue tu primera artista grande.
Puede ser, puede ser.

Vaya, vos venías de tocar con La Pepa. De ahí, entiendo que tu onda ya fue San Juan y los Rufianes, que era jazz fusión, de los que la mayoría ahora son los que están en Brujo. Vaya, ¿de eso a Edith Márquez?
Yo siempre he sido músico, y mi instrumento ha sido la guitarra. Cuando yo rockeaba con La Pepa, también me invitó Patiño a estar en El Gruve, y le funkeaba en El Gruve. También me invitó Lorena Cuerno, con su rock como un poco underground y toda esa onda, pues también le rockeaba ahí. También me invitó Rafael Alfaro y también hice un poquito de rock progresivo con él. Me invitó el 'Chele' Óscar para el jazz fusión, también fui. Era como que sí me gustaba la música pero no por obligación, mis discos eran desde West Montgomery, Café Tacuba, Carlos Santana, Joan Manuel Serrat, Paco de Lucía, o sea, como que era muy variado. Y siempre me llamaba la atención eso. Yo cuando escucho música, no escucho la guitarra, tampoco. No oía bandas solo con guitarra. Creo que esa apertura mental musical fue inconsciente. Habían pocas personas con las que yo podía ser así. Patiño es uno de ellos, Moisés Anaya es otro de ellos, que tenía una colección de discos increíble. Y a mí me apasionaba comprar discos. Me interesaban algunos artistas porque sabía que grababan músicos buenos y famosos, y así tenía discos de alguien raro, pero porque estaba Mike Landau en la guitarra y no sé quién en la batería, y así. Es así que cuando me hablaron de Edith Márquez, me sonaba el nombre, pero tampoco me acordaba muy bien de quién era.

Eso te iba a preguntar: ¿la conocías? Edith Márquez suena hasta que te dicen 'ex Timbiriche'.
Exacto. ExTimbiriche y tampoco fue como de los Timbiriche así 'pro', ¿verdad? No fue como Paulina Rubio, Thalia, Eric Rubin, y esos. Su nombre no me sonaba. Papá soltero fue mi mejor referencia, más bien. 'Edith Márquez salía en Papá soltero', 'aaah, claro, era la hija de no sé quién en la novela'. Así fue. Me habló el domingo Javo, Javier Barrera, un baterista que trabaja mucho armando bandas y en producciones de artistas. Yo lo había conocido a él tocando jazz, justamente me preguntó eso mismo en otra forma, me dijo: 'Oye, perdón la pregunta, ¿tocás pop?, ¿tenés algo así como guitarra de pop? Porque yo sé que tocaste jazz con Los Tlaxcaltecas. ¿Te interesaría entrar a una banda? Estoy formando ahorita una banda'. 'Sí', le dije yo, 'cómo no'. 'Pues, mañana es el ensayo', '¿y la música?', 'no, son papeles nada más. Hay que ir a leer'. Ahhh. Los guitarristas no leemos, muchacho, eso es ya por nacimiento. Bueno, digo, hay unos colegas que leen increíble, pero hay muchos chistes también: '¿Cómo hacen para callar a un guitarrista? Le ponen una partitura'. Y bueno, estaba con mi novia ya viviendo conmigo, era a principios de 2008, le dije: 'Me invitaron a otro trabajo, pero tengo que ir a leer, son papeles, no hay audio, y es mañana'. Pues, bueno, voy, como dicen, al toro por los cuernos, valiente o sinvergüenza o lo que sea, pero fui. Y empecé resolviendo bien las cosas, y llegando ahí vi al trompetista, que ya lo había conocido en otro lado. Tocamos, les gustó el trabajo también. Y ya, pues, es como otro eslabón. Con Edith estuve mucho tiempo. Javo era el director de La Quinta Estación, pero él no me lo dijo. Yo sabía que él estaba ahí. Creo que te ayuda hacer las cosas de una forma honesta y sincera, no buscando como 'ahh, este es el brother de La Quinta Estación. Le digo que sí porque tal vez me puede conectar con alguien más de ahí'. No. Hay que ser honesto y lo que es tuyo, pues ahí esta. Y lo de otro, ahí está también y no pasa nada. Tal vez esa forma de actuar, hacer las cosas con honestidad, va atrayendo buenas cosas. Entonces al año me dijo: 'Hey, Juanjo, el guitarrista que está ahorita tocando con La Quinta Estación se va de gira con no sé quién como seis meses, ¿podrías 'dobletear' ahí con Edith [Márquez y La Quinta?'. 'Sí, claro'. 'No hay ensayos, brother, esta es la carpeta, y nos vemos en San Luis Potosí, porque ya estamos en gira y no podemos ensayar'. Pues, me pasó audios en vivo de los shows de La Quinta Estación, la carpeta tal cual, y pues, yo soy bien nerdo: 'Javo, ¿qué guitarra soy, la del audífono izquierdo o derecho?' 'Derecho'. Ok. Y llegué a la prueba de sonido, venía de un show de Acapulco con Edith, tenía que alcanzarlos en San Luis Potosí, llegué y resolví.

¿Y cómo es ese proceso? ¿Solo llegás: 'buenas', y empezás a tocar?
Tal cual, muchacho. 'Hola, soy Juanjo, mucho gusto'. 'Apurate, brother, que ya estamos tarde'. A conectar las cosas, la gente te ayuda a conectar todo. Y empezamos a tocar, y ya, como va. Uno tiene que llegar estudiado. Y entonces me gané más la confianza de Javo Barrera e Iván Barrera. Los cuatro Barrera quienes han sido como muy hermanos para mí, como mi familia, me acogieron como parte de ellos. Y ellos son de los músicos raros, como yo: que no fuman, no toman. Yo no me he tomado una cerveza en mi vida, nunca me he drogado. Rockero y todo, entonces la gente no me cree eso. Pero no importa si no me creen. Bueno, la onda es que me gané la confianza de Javo, y me dice: 'Hey, gracias por aceptar, yo sé que no había ensayos, pero qué bien. Aquí está la lista de los demás shows de La Quinta [Estación]'. Estando en un show de La Quinta en el Lago de Chapultepec, me dijo Iván, el bajista: 'Oye, acá está el brother de Fender y andan buscando un guitarrista porque el otro está muy ocupado y necesitan a alguien que les cubra un espacio, te tendrías que entrevistar con él'. 'Ok'. Fui, me entrevisté y pues, ya vio cómo tocaba y no sé qué, y me dijo: 'Bueno, hay un evento en Monterrey, de Fender, si quieres vamos, sería tu prueba y vemos qué onda, vemos cómo nos sentimos'. Entonces fui. Nerdo siempre, estudiando las guitarras antes. Fui y les gustó también y yo sabía mucho de la guitarra, yo parecía el dueño de la fábrica de Fender. Pero bien, honesto, no queriendo ganarme el hueso, como dicen, sino que normal. Me dijo: 'Hey, me encantó tu trabajo, cuando hayan más cosas y oportunidades lo vamos viendo'. Y pues compré una guitarra Fender ahí, me hicieron un súper descuento, y ya. Empecé yo como muy alegre, seguía en el bar todavía, seguía con Edith, y un poco con La Quinta. Ahora se sumó lo de Fender, y así: poco a poco llegaron otros artistas.

Ahí ya tenías un colchón. Ahí ya sabías que no te ibas a regresar.
Exactamente. Ahí, después de unos tres años y medio de eso, sabía que no me iba a regresar. Vivía en un cuartito. Rina, mi novia, ahora mi esposa, me dijo: 'Hey, ya voy para allá, y vamos a ver qué ondas'. Yo daba clases particulares pero así de unos 20 dólares por aquí, otros por allá. 'No', le dije, 'el cuartito donde estoy es chiquitito. Duermo en un sofá-cama, lo extiendo y no abre la puerta'. O abro la puerta o extiendo el sofá-cama. Ella pensó que yo estaba exagerando, quizás, y cuando llegó me dijo: 'Hey, sí tenías razón'. Su ropa la tenía en cajas, llenas de libros y cosas con mi ropa, y ahí estuvimos dos años y medio o tres. Y dije: 'No, no me voy a regresar porque ya está caminando bien esto'.

Tu prioridad no fue vivir con lujos.
No, no es, ni será. Espero que no.

Yo sé que quizás no te guste la palabra pero, ¿vos sos famoso?
Pues, la verdad es que no lo sé. No sé en qué momento se empieza a ser famoso. ¿Cuándo una persona es famosa? ¿O qué características debería tener yo para ser famoso? Si El Faro me pide una entrevista, creo que soy famoso.

Tener stills en Youtube tuyos, en los videos, tocando con Alejandra Guzmán... Algo tenés de fama.
Sí, sí, sí. Ahhh, o sea, pensaron que era broma y dijeron: 'Este bicho nos está dando paja', y ya me fueron a buscar en internet, ja, ja, ja.

Ja, ja. Pero, pues sí, ¿vos creés que sos famoso?
Pues, es que no sé. Probablemente sí, la gente me conozca y eso. Pero bueno, yo no me considero una persona famosa. Me gusta usar la fama, entre comillas, para cosas honestas y sinceras, no para 'artistear' ni echar look, ni esa onda como más fancy, no. Estoy muy enfocado en mi proyecto. Jamás he publicado que soy el director musical de Alejandra Guzmán, y todo el mundo sabe. Nunca he publicado que toco con un artista, en realidad. Y todo el mundo sabe, gente que no conozco me dice: 'Hey, Juanjo, te vi con no sé quién'. Me siento agradecido, tampoco es que lo esconda, pero no quiero como usar algo así para llegar a otro lado.

¿Por qué seguís viniendo aquí a El Salvador?
Porque, nada, es mi país. Regreso y me da el mismo nervio de antes. Creo que no hay un viaje que me ponga más nervioso que venir a tocar a El Salvador. Ya sea en un barcito, en El Salvador Jazz Fest, o con amigos, el nervio sigue estando ahí, y me gusta, pero me pone muy nervioso porque siento que la gente me conoció antes, y quizás llegan y esperan algo y dicen: 'A ver, ¿quién es el que nos anda representando en México?' Y no sé, uno puede quedar bien o mal. Yo no me subo al escenario para quedar bien o mal, yo me subo y les entrego algo honesto, con amor, que a mí me puede gustar y que ojalá les guste a ellos. Pero sí, con muchos nervios. Y siempre voy a seguir viniendo aquí las veces que me inviten, no es como que 'no, ¿para que voy a ir allá si ya estoy aquí?'. No, para nada.

¿Juanjo de los 90, Juanjo del 2000 y Juanjo del 2010 ve diferencias en la escena musical de El Salvador?
Totalmente. Estoy pendiente en redes sociales, o con amigos, uno se da cuenta. En los 90 viví esa fiebre, me encantaba el movimiento de La Luna. Esa creo que es la generación de La Luna en los 90 porque había Moonstock y SalvaRock, GuanaRock, había muchas bandas y propuestas increíbles. Tal vez uno en el momento no piensa: 'Hey, ¿cuántas bandas hay ahorita?' Pero en los años 2000, cuando desaparecieron algunas de esas bandas, yo dije: 'Hey, ¿y aquella banda que tocaba esto?', y así caí en cuenta. En el 2000 sí estaba la cosa un poco en stand-by. De repente, con los bares que se han abierto en El Tunco o en el Paseo El Carmen, a veces tal vez uno no piensa: 'Hey, van a abrir el Paseo El Carmen, va a haber más trabajo para los músicos', y ves publicado 'Hoy una banda en Paseo El Carmen', y luego otra, y otra banda. Ahí hay tres bandas que tocan el mismo día en el mismo barrio. Está bien, porque hay otros que están tocando allá y otros aquí, aunque sean covers, pero están tocando. O sea, en México, en los HardRock Café jamás llegás y ves que alguien esté tocando música original. Llegás a un HardRock y escuchás que tocan AC/DC, Metallica, y eso celebra la gente. Aquí también. Ahora creo que hay muchos más lugares donde se toca que cuando yo estaba aquí, para tocar todo tipo de música. Festivales de jazz en El Salvador, es increíble. Y luego bandas de covers, bandas de metal, Metal Fest, o sea, yo creo que los 90 estuvieron bien para mí, muy buen momento. En el 2000 hubo como un stand-by, y ahorita está muy bien otra vez para mí. Yo lo veo así.

Vaya, ahora Juanjo con Xuc Trío: ¿cómo balanceás lo de tu dirección con Alejandra Guzmán, que supongo que va para largo, y tus proyectos originales? Porque una cosa es estar en eso, que es una cosa bien segura y que es lo que te mantiene, pero también está lo otro, Xuc Trío, que te mantiene de una forma espiritual. ¿Pensás dejar alguna vez alguna de esas dos cosas? Vi que sos bien radical, creo que cuando querás enfocarte nada más en el Xuc Trío, vas a dejar todo y te vas a quedar solo con el trío.
Pues, fijate que en eso, que me preguntabas que cómo pasé de La Pepa a Edith Márquez, de Suerte o muerte a Mírame...

Mañana de Christian Castro.
Sí, como no. Con José José tocamos esos temas. Con Christian también. Todos me los sabía, no sé ni cómo. Bueno, la onda es que yo creo que, como ya se dieron cuenta que no tengo un plan hecho en mi cabeza, no es que no lo quiera compartir, sino que no existe una fórmula. Esa apertura musical que te mencioné a mí me gusta, trabajar como músico de sesión y como músico de artistas grabando cosas. A las dos cosas les tengo el mismo respeto. Entonces estoy alternando las dos cosas. Aparte de eso, me invitan a otros proyectos, tanto de pop como de jazz, en México. Entonces de repente la agenda se llena y uno organiza su tiempo, hay meses en que no hay descanso, y hay meses más tranquilos. Pero a mí me gusta tocar, y voy.

Juan José Gómez. Foto El Faro/Fred Ramos
Juan José Gómez. Foto El Faro/Fred Ramos

¿Qué llamada te encantaría recibir de un artista? Así como: 'Mirá, Juan, mañana te espera tal artista para que toqués'.
Híjole. Bueno, ya me han hecho esa pregunta muchas veces y nunca sé qué contestar. Y cuando llego a mi casa pienso: 'ahh, esto hubiera contestado'. Pero las llamadas que siempre me encanta recibir son cuando me dicen: 'Oye, hay tal fecha de toque con el Xuc Trío, ¿pueden en tal festival?' Yo digo: 'Por favor, sí'. 'Hay entrevista con El Faro', 'voy'. Pero no sé, no sé qué otra llamada me gustaría recibir. Tal vez la de mi mamá: 'Hijo, llego mañana a visitarte a México', 'qué bien, mamá'. No tengo un sueño concreto de decir: 'Este artista'. Ahora, si me llama Diana Krall, ahí sí podemos tener problemas... pero con mi esposa, ja, ja, ja.

El género que empezaste tocando aquí es el género que ya no tocás, ¿verdad?
Pues, te voy a decir que con la Guzmán, hay unos arreglos metaleros. Yo soy el director, y afino una de mis guitarras en Re, tal como la afinaba con La Pepa, y hay canciones así, pesadas, con ese beat. No es que todo el show sea así. Yo toco igual, como si estuviera tocando Suerte o muerte, toco esos riffs de Lipstick o de El Diablo, y ladra igual la onda. Obviamente no estoy en una banda específicamente de eso. Pero en realidad, yo con el género que empecé fue con el de Cuentos de Barro, mi primer proyecto fue de jazz fusión. Yo no conocía de eso. El 'Chele' Óscar me dijo: 'Hey, quiero armar una banda de jazz', y yo le dije: 'No, Chele, yo no sé nada de eso'. A veces se necesita que alguien te diga que qué buena nota tocaste, porque tal vez uno no se da cuenta que escribe bien o que toma buenas fotos o que pinta bien. Pero hay un tercero que siempre te tiene que apoyar, y vos le ves esa sinceridad, y admirás a esa persona y decís: 'puede ser que así sea, puede ser que tenga razón'. Me llegaba a traer el Chele todos los días a las ocho de la mañana, ensayábamos de ocho a 12, en su estudio, de lunes a viernes. Y esa fue una gran escuela para mí, ese fue mi primer género. Luego, Patiño me invitó a La Pepa y luego se fueron armando otras cosas. Y también rockeaba. Yo nunca pensé que iba a ser rockero y cuando rockeé, sentí 'qué rico'. Cuando toque funk, 'qué rico'. O sea que la música me gusta en realidad. Creo que quiero ser músico cuando sea grande.

Para los simples mortales...
Como yo, como yo.

¿En qué consiste tu trabajo? ¿En qué consiste ser el director musical de la gira de Alejandra Guzmán?
Yo lo definiría como felicidad, eso es hacer mi trabajo. Trabajo con una guitarra, o sea, mi trabajo es tocar la guitarra. Está bien, cuando mi hijo me pregunte: 'Papá, ¿por qué no tienes un trabajo?', siempre preguntan así. Mi trabajo es sonar la guitarra, o sea, soy músico, mi instrumento es la guitarra, y a veces soy guitarrista de giras con artistas, y a veces toco aquí, pero ese es mi trabajo.

¿Y qué implica técnicamente ser director musical?
Implica mucha responsabilidad, estar muy concentrado en muchas cosas a la vez: estás pendiente de los demás miembros de la banda, es parecido a un director de orquesta, que está viendo muchos instrumentos, '¡Hey! Por allá está desafinando un violín'. Mi trabajo es mucho más sencillo que eso, pero estoy pendiente de muchos instrumentos, muchos músicos en el escenario. Y bueno, todos son profesionales y al ser una banda increíble tampoco es que tengas que estar ahí diciéndole a todos cosas siempre. Pero estoy pendiente de muchas cosas antes del show, durante el show, y después del show. 'Oye, este tema no me gustó ahí, cambiemos así el setlist', 'te propongo que hagamos esto en esta parte del setlist'. O sea, es como no desconectarse de muchas cosas, mucha responsabilidad.

¿Los arreglos vos los hacés?
Arreglos en vivo, sí, de los shows. Intros. Si hay invitados, hay que montar tal tema con el invitado. Llega el invitado a la prueba y hay que tratar que se sienta cómodo. 'Oye, aquí va a haber cambio de vestuario', 'perfecto, alargamos esta parte entonces. Tal vez el baterista pueda hacer esto'. Es estar muy alerta, y pendiente de muchas cosas.

Cuando ya te saludan los músicos y te toman en cuenta, y ya no sólo llegás a decirles que se conecten, ahí es donde ya sentís la diferencia de que ya llegaste a otro nivel.
Sí, se siente diferente. Hay una cultura en México en la que los técnicos siempre te conectan todo. A mí jamás me ha gustado. O sea, sí me conectan porque yo no viajo con mis cosas. Yo llego y ya está todo armado, mis guitarras afinadas, y mis pedales armados, y yo digo: 'qué bien'. Ahora, no es que yo diga cada día que qué bonito pero sí valoro mucho eso. Y tampoco es que ya no lo pueda hacer y venga a El Salvador sin saber cómo desarmar las cosas, no: yo lo hago, o sea, no es que haya olvidado cómo hacer esas cosas. Pero sí se siente bonito cuando alguien te lo hace. Obviamente no te voy a decir que ese trato me da igual, se siente bien bonito tener las facilidades que te da girar con un artista famoso. Sí hay muchas cosas que se sienten muy bien en realidad. 

Juan José Gómez. Foto Fred Ramos
Juan José Gómez. Foto Fred Ramos

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