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El Canal cumple un siglo

Este viernes 15 de agosto se cumplirá un siglo desde la inauguración oficial del Canal de Panamá, uno de los ejes del comercio mundial. Por la ruta, uno de los principales motores de la economía panameña, pasaron en 2013 unos 14,000 barcos. Excepcionalmente transitan buques de guerra y submarinos de muchos países.


Martes, 12 de agosto de 2014
Juan José Rodríguez (AFP) / El Faro

Entrada adesde el océano Pacífico al Canal de Panamá, considerado el motor económico del país centroaméricano. Foto Rodrigo Arangua (AFP).
Entrada adesde el océano Pacífico al Canal de Panamá, considerado el motor económico del país centroaméricano. Foto Rodrigo Arangua (AFP).

Ciudad de Panamá, PANAMÁ. Con enormes gafas de sol, jeans, zapatillas deportivas y uñas violáceas, Eileen Vinueza llega al embarcadero de Diablo, y con otros compañeros aborda una nave que la trasladará al remolcador en el que ocupa el asiento de capitana. La presencia de una mujer (31 años) al frente de un remolcador ‘Cerro Majagual’, de 26.5 metros de eslora y 6,250 caballos de potencia, no es algo muy común en el Canal de Panamá, que este viernes 15 de agosto cumple un siglo de operaciones.

Aparte de Eileen, solo otras dos mujeres remolcan buques a través del Canal, entre casi 200 hombres que desempeñan esa labor. Fue la primera en hacerlo tras el traspaso de la vía de Estados Unidos a Panamá en 1999.

“Esta es mi casita, a veces he pasado aquí hasta 16 horas. Tuve que regalar a mi perrita Aniara porque no me queda tiempo”, asegura Vinueza tras sentarse en el sillón de mando del remolcador y observar la vía interoceánica por amplios ventanales.

En una maniobra que requiere temple y absoluto control de los mandos, Vinueza conduce el remolcador hasta acercarlo a unos cuantos centímetros del buque granelero con bandera de Bahamas CS Chara, de 179 metros de eslora (largo), que cruza el Canal hacia el Mar Caribe.

“Make Up” (amarre), se escucha desde la radio. Vinueza da la orden y sus marineros atan una gruesa soga lanzada desde el buque.

Ceder el mando a regañadientes

Por la ruta, uno de los principales motores de la economía panameña, pasaron en 2013 unos 14,000 barcos. Excepcionalmente transitan buques de guerra y submarinos de muchos países.

En caso de conflicto, la Autoridad del Canal (ACP) debe dejar pasar a las embarcaciones de ambos bandos en disputa, aunque no a la vez. En la vía todas las embarcaciones, incluidas las militares, pasan a manos de un piloto de la ACP, lo que no gusta mucho a los comandantes de las naves, cuentan los trabajadores.

“Muchas veces uno ve que el comandante de la nave cede el comando del buque a regañadientes, pero no tienen otra opción porque son nuestras regulaciones”, asegura a la AFP Eduardo Candanedo, mientras pilota el Tuira II, un barco lleno de turistas.

La información de los barcos de guerra y los submarinos, a diferencia del resto de embarcaciones, no aparece en el sistema informático interno del Canal, para evitar el espionaje.

Algunos trabajadores aseguran que Estados Unidos es más receloso y llega a grabar todas las operaciones de sus buques de guerra en el Canal.

“Uno se va, y el Canal queda”

“Se siente orgullo de ser panameño y estar aportando tu granito de arena para el beneficio de todo el país; por eso me hace ilusión cumplir los 100 años del Canal trabajando aquí. Formaré parte de la historia y se lo podré contar a mis nietos”, asegura Vinueza.

Como ella, la mayoría de los 10,000 trabajadores expresan orgullo por esta vía por la que pasa el 5% del comercio marítimo mundial, y en cuya construcción murieron unos 27,000 obreros.

Algunos aseguran que en los últimos años han desmejorado el mantenimiento de los equipos y las condiciones laborales.

“Antes, cuando uno salía de la escuela, todos querían venir para el Canal, ahora se están dando cuenta que esto ya no es la panacea de oro”, dijo a la AFP Rogelio Bramwell, un ingeniero que lleva trabajando 22 años en la vía.

“Yo tengo que salir a las 5 de la mañana para entrar a las 8 y no tenemos hora de salida, uno no puede hacer ningún plan”, aseguró Edgar Gómez, un marinero de 55 años, mientras dejaba un plato de arroz con porotos sobre la mesa para cumplir una orden.

Pero el Canal no para. Después de cinco horas en las que no han faltado garzas, albatros y pelícanos alrededor del remolcador, Vinueza deja al CS Chari para que continúe su ruta.

“Cien años no es nada, ahí sigue funcionando como la primera vez. Uno se va y el Canal queda”, dice Candanedo.

© Agence France-Presse

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