A 13 años del ataque terrorista contra las torres gemelas de Nueva York, el discurso del Presidente Obama sobre su estrategia contra el terrorismo en Medio Oriente, ha caído en tierra fértil y hace pensar en cómo los Estados Unidos sigue creando monstruos que después son llamados a destruir y que los medios de comunicación son cada vez mas potentes pero los hechos históricos son cada vez más tenues, ignorados y falseados.
Me acuerdo perfectamente de los asesinatos de los periodistas Pedro Joaquín Chamorro y Billy Stewart en Nicaragua, que fueron el detonante para que el Presidente Carter abandonara a Somoza en 1979. En 1980 fue la violación y asesinato de las monjas Maryknoll en El Salvador lo que hizo que el público estadounidense se enfocara y apoyara la pugna salvadoreña. Son muchos los gobernantes “made in USA” como el Shah de Irán, Manuel Antonio Noriega y Sadam Hussein, a los que Estados Unidos colocó en la cima del poder para luego quitarles la escalera.
Recientemente el asesinato atroz de dos periodistas estadounidenses, James Foley y Steven Sotloff, a manos del Estado Islámico de Irak y Levante, ISIL o ISIS, trasmitido en vivo por Internet, ha volcado la opinión pública a favor de una solución contundente en contra ISIL y Obama ha dicho que hará todo lo posible, sin llegar a poner tropas estadounidenses en el terreno, para degradar y destruir al grupo terrorista islámico.
Desde hace unos años Estados Unidos tiene terror a poner tropas de combate en terreno ajeno y cada vez son menos los soldados que van a combatir en el extranjero y más los mercenarios o “contratistas privados” que lo hacen en su nombre, porque cada vez que vuelve un ataúd con una bandera de barras y estrellas sin una victoria palpable, levanta ronchas. A los contratistas privados nadie les hace mucho caso. Solo son estadísticas. Pero lo mejor es no involucrar a ningún estadounidense en una guerra si se puede evitar.
Un axioma militar es que no se puede ganar una guerra con sólo la aviación; hace falta la infantería. Para tomar posesión y obtener la victoria hace falta tener botas en el suelo. Y en este caso esas botas parece que serán las del el ejército de Irak. ¿Quién más se va a meter en ese embrollo?
Pero fue apenas anteayer que Irak, con la ayuda y bajo la tutela de Estados Unidos, formó un nuevo gobierno delicado pero “equilibrado” entre Sunis y Chiitas, enemigos mortales desde siempre. No hay que olvidar que el ejército Iraquí fue abandonado hace poco por Estados Unidos y, desmoralizado y sin pertrechos, se desbandó y aún no se ha recuperado; dudo mucho que sus generales o soldados sepan los nombres de sus nuevos gobernantes y sin embargo son los llamados a combatir a un grupo terrorista con mucho poder al que difícilmente podrán ganar sin un apoyo decidido de Estados Unidos y sus aliados.
Somoza fue puesto en el poder por Estados Unidos y no es ningún secreto que no era del agrado del Presidente Roosevelt, pero éste decía: “puede que Somoza sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Y así fue y así acabó la dinastía de Somoza, abandonada y olvidada. Lo mismo puede pasar en Irak, un país al que se le impuso un dictador que luego tuvo que ser derrocado a sangre y fuego por sus amos; un país que ha sufrido una guerra cruenta por designios políticos de otros y que ha sido dejado a la deriva, que no se ha repuesto y que ahora está llamado a combatir, de nuevo, en nombre de otros.
Así es como se trasforman los gobiernos débiles en fuertes; así es como se forman las dictaduras sangrientas que luego hay que derrocar. Es la historia del perro que se muerde la cola. Y en ese transcurrir se van criando cuervos que luego te quieren sacar los ojos o cortar la cabeza.