Opinión / Transparencia

Un 2015 en clave de país


Lunes, 5 de enero de 2015
Mauricio Silva

2015 nos ofrece una nueva oportunidad para profundizar el cambio de rumbo en el país. Es un nuevo año, es el inicio de tres años sin elecciones, existe en el país una base importante de logros hacia el cambio y, a nivel internacional, se dan hechos relevantes que nos deberían hacer reflexionar para profundizar el cambio.

A nivel internacional la nueva relación entre Estados Unidos y Cuba tiene muchos mensajes para nosotros: ninguno de los dos tenía razón, lo aceptaron y corrigieron rumbo; Latinoamérica unida pudo ejercer presión para romper el fracasado aislamiento a Cuba; la economía basada en el estado no ha dado resultado, pero Cuba también demuestra que hay grandes valores en una intervención del estado para corregir el mercado y sus inequidades; y, por último pero de gran relevancia, Venezuela no puede seguir cubriendo el déficit de las economías latinoamericanas: sus países necesitan salir adelante solos, aunque con la solidaridad de otros.

En uno de sus mensajes clave en esta época de reconciliación y amor, el Papa Francisco, refiriéndose a la burocracia del Vaticano, nos habla de la necesidad de una reforma radical y advierte a los líderes de un Alzheimer espiritual, de la necesidad de abandonar el deseo de poder, y del peligro de vivir vidas dobles hipócritas, así como de los aislamientos de los círculos cerrados y el cuidado necesario para no caer en una espiral decadente hacia la mediocridad. Dice el Papa que para evitar todo ello debemos cambiar corazones y también actitudes y actuaciones.

En el año que termina se reelige Evo Morales en Bolivia por tercera vez. Electo por primera vez en 2005, Evo es el primer indígena presidente, y reivindica así muchos de los derechos de un 70% de la población de ese país. Su gobierno catapulta un cambio económico —aprovechando el boom de los altos precios del petróleo y gas— al incorporar a mucha de la población marginada a la economía formal, y logrando a la vez que la gran mayoría de los grandes empresarios nacionales se sientan cómodos —es más, se beneficien— con el cambio. Obtiene también Evo así un cambio cultural, reivindicando y preservando muchos de los valores de ese 70% de la población que es indígena y en su gran mayoría pobre, y haciendo sentir a esa mayoría que, ante la ley, todos somos iguales.

Dos hechos recientes de la economía mundial tendrán fuertes repercusiones en la nuestra: la caída vertiginosa de los precios del petróleo y la lenta —pero que parece ya estable— recuperación de la economía norteamericana, de la cual dependemos tanto.

¿Cuales son las lecciones de esos hechos internacionales para El Salvador? Primero, esos cambios a nivel mundial subrayan la importancia del cambio en nuestro país; si El Salvador no cambia, nos quedaremos atrás y cada día será más difícil competir y encontrar justicia. Pero también los cambios internacionales señalan que el cambio en justicia es posible y es la única vía. Si Cuba y Estados Unidos se acercan, nosotros no podemos seguir siendo un país en que priven los círculos cerrados, la mediocridad y la radicalización. Si los líderes mundiales que promovieron estos hechos, Castro, Obama, el Papa, Evo y otros, tuvieron la visión y la humildad para dar los pasos difíciles pero esenciales para el cambio, nuestros líderes, de ambos lados, deben poder hacerlo también en El Salvador.

Segundo, ese cambio, como lo dice el Papa, requiere cambiar nuestros corazones, pero también nuestras actitudes. No se puede desarrollar el país pensando solo en los intereses personales, aplicando la justicia solo al del bando contrario, culpando al que peca pero no al que paga por pecar, anteponiendo intereses de partido a los de patria.

No puede ser que en un mundo en el que se dan todos esos cambios los principales rotativos sigan dedicando más de la mitad de las maderas del pasado mes al caso de Sigfrido Reyes. No puede ser que los políticos no logren un pacto fiscal por sobreponer siempre sus intereses de partido. No puede ser que no se aprueben préstamos de beneficio popular por simple oposición al gobierno. No puede ser que cada vez que se impulsa un cambio los grandes empresarios y sus gremiales se opongan solo porque ello podría beneficiar al gobierno. No puede ser que se exija la aplicación de la justicia y la transparencia, pero se hagan excepciones con los aliados. No puede ser que ahora el éxito o el fracaso del Sitramss se mida de acuerdo al partido al que se apoya. No podemos seguir midiendo todo en función de derechas e izquierdas.

2015, o por lo menos 2015 después de las elecciones, nos debería permitir ser positivos. Tareas no faltan, pero todas son viables con acuerdos de nación. Algunos ejemplos : un pacto fiscal, que pasa por una reforma profunda al sistema de pensiones aunque ello implique quitar privilegios a ciertos grupos; y sobretodo lograr un pacto político; la aprobación de los préstamos internacionales dando los votos no por dinero o interés de partido, sino por el valor y utilidad de los proyectos que estos implican; echar a andar el Sitramss, reconocer su valor y corregir sus defectos si los hubiera, y seguir adelante con las otras etapas y la reorganización del sistema de transporte que ya está sumido en el caos; continuar profundizando la justicia y la transparencia en el país, sin excepciones para los peces gordos —es más, haciendo de los casos de los peces gordos un ejemplo—; reconociendo el valor y la calidad de tanto periodista con “sueldo miserable” pero alto profesionalismo, aunque ello implique cambios radicales en los periódicos tradicionales; y dinamizar la economía aprovechando la caída de los precios del petróleo y el auge de la economía de Estados Unidos, aunque ello pase por dirigirla hacia la productividad —y no el consumo— y por reconocer los derechos de los más pobres.

Ello, construir ese 2015, requiere de todos, pero sobre todo de los políticos y sus partidos, y de los grandes empresarios.

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