Opinión / Violencia

No me toquen, no me miren y no me digan qué hacer con mi vida


Martes, 8 de marzo de 2016
Laura Aguirre

Un día cualquiera, hace doce años, asistí a una cita con mi ginecólogo de mucho tiempo. Él era un hombre que rondaba los 40 años, alto, delgado, con un rostro medianamente atractivo y con un carácter sumamente amable. Me caía bien y le tenía tanta confianza que lo había recomendado con varias de mis amigas. Al entrar al consultorio lo saludé con un “buenos días” efusivo seguido de la siguiente pregunta: Doctor, ¿ya vio que me corté el pelo? “Claro que sí” , me dijo, y sin ningún otro tipo de preámbulo puso sus dos enormes manos alrededor de mis mejillas, las apretó y me atrajo hacia él. Cuando estuve suficientemente cerca me dio un fuerte beso en la boca y me soltó. Todo pasó en segundos. Quedé estupefacta y no pude emitir palabra. Él siguió con la consulta como si nada hubiera pasado; mientras, yo temblaba. Antes de irme de la clínica parroquial capitalina, en el interior de mi auto, no pude evitar el llanto, la rabia por la impotencia y mi falta de reacción. Nunca volví y le dije a casi nadie. Desde entonces lo odio.

Mucho se ha avanzado desde las primeras luchas reivindicadoras de los derechos de las mujeres. Hoy en día, muchas de nosotras podemos hacer cosas que nuestras abuelas o bisabuelas ni siquiera podían imaginar. Estudiar, trabajar, hablar en público, ocupar puestos de mando, escoger cualquier profesión, no quedarnos en casa, no tener hijos, nos parecen derechos casi naturales. Pero cuando miramos de cerca nuestra vida cotidiana aparecen todavía firmes las posiciones subordinadas (de ultrajable, denigrable, tocable, matable, usable, desechable) a las que nos enfrentamos en el día a día en sociedad. ¿Aburridos? ¿Creen que exagero?

A raíz del Día Internacional de la Mujer hice un pequeño sondeo entre todas las mujeres salvadoreñas que tengo como contacto en Facebook y mi correo personal. Les pedí que me compartieran, si tenían, alguna situación como la que yo viví con mi ginecólogo o alguna frase machista, incómoda o de abuso que hubieran experimentado en el trabajo, casa o relaciones personales (dejé fuera la calle, por ser el lugar más obvio de la violencia). Las respuestas fueron abrumadoras. No me caben en este espacio todas las que recibí. Pero voy a compartir algunas tal y como me las contaron. Empiezo con otra anécdota mía:.

1. Otro día cualquiera de aquel tiempo, caminaba con mi novio dentro de un centro comercial. Un par de obreros al vernos pasar no desaprovecharon la oportunidad para decirme una letanía de “piropos” e improperios. Mi novio se enfrentó a ellos por la falta de respeto hacia mí y, por supuesto, hacia él. Uno de los hombres se alejó de la escena unos momentos y se incorporó luego con machete en mano. Asustada busqué con la mirada a alguien cerca que pudiera ayudarnos. A lo lejos vi a un vigilante. Lo llamé con las manos, desesperada. Entonces, la pareja de “piroperos” escondió el arma. Cuando el guardia estuvo con nosotros, le pusimos queja del atrevimiento de los dos obreros y del machete que habían escondido. Él escuchó atento y después de una pequeña meditación se dirigió a la pareja de agresores en tono severo y paternal: “Es una vergüenza que ustedes hagan eso. Bien se sabe que cuando una mujer camina con hombre, no se le puede decir nada, porque no anda sola”. Di media vuelta y me fui doblemente ultrajada.

Ahora le dejo la palabra a las mujeres que me apoyaron con este experimento. He aquí sus relatos:

2. Me acuerdo que acabábamos de ver en el cine una película que se titulaba La puta y la ballena. Por aquél entonces hacíamos muchas fiestas en casa y había dos chicas que asistían a todas. Una era guapa y ligaba mucho, y su amiga tenía kilos de más. La puta y la ballena, las llamaban en nuestro entorno. Y también recuerdo, por la frecuencia, cómo mi entonces pareja me cuestionaba la ropa que me ponía para salir: '¿Así vas a ir, chulona?'.

3. Cuando empecé como periodista, me enviaron a perfilar a un científico difunto. Tenía que hablar con sus amigos cercanos, ya todos tenían entre 60 y 70 años, muchos eran abogados, habían sido embajadores y así. Uno cree que es gente decente. Yo tenía 21 años y era súper respetuosa.. Al final de la entrevista, apagué la grabadora y entonces uno de ellos, me dijo: “¿Y usted por lo menos tiene ya 18 años para hacerle algo y que no sea delito?”. Los demás se rieron.

4. En una empresa tuve que disculparme con un director mandándole un mensaje, que si yo había hecho algo para que él pensara que podía “cortejarme” que me disculpara. Mi jefa me obligó a mandarle ese mensaje. Yo asumí que yo tenía la culpa, que lo había provocado. Se metió a mi carro a besarme. Claro que yo me asusté y le pedí que se bajara. Luego seguía mandándome cosas.

5. Mi esposo trabaja con varios motoristas. Un día estaban hablando de una mujer que no tenía mucha capacidad para estar en cierto puesto en una empresa. Le dijeron: “Es que ella es sorda”. ¿Sorda?, preguntó mi esposo. “Sí, es que uno le dice que se siente y de un solo se acuesta”. Y ya se pusieron a reír todos.

6. Uno de mis ex estudiantes cuando supo que estaba embarazada: “Las mujeres solo sirven para parir”. En migración, una mujer: “¿Usted cree que con ese cuerpecito le voy a creer que viene a estudiar?”.

7. Es que si una se acompaña y no sale embarazada rápido, entonces ya andan diciendo: “Ve esa, solo gozarla quiere”.

8. Mi novio vive en Barcelona, entonces nos vemos en verano y navidad, nada más. Un man de aquí, se enteró y me dijo: “No es por ser machista, pero para los hombres es más difícil una relación a distancia, porque no nos podemos controlar, y las mujeres sí porque casi no tienen deseo sexual”. Y mis compañeros de universidad: '¿Cuánto le cuestan a tu novio tus viajes?' Mi mamá vio una foto mía en bikini y me dijo: 'Pero esa foto es de tu novio, ¿verdad? Supongo que sí salís enseñando tanto es solo para él'.

9. Una vez dando un curso de actualización a maestros de Bachillerato, en El Salvador, un maestro de lenguaje y literatura que tenía como 30 años dando clases en su área me dijo: 'Está usted muy jovencita para estar parada allí, aunque viéndola, uno entiende cómo llego allí'. Me indigné tanto que le pregunte: ¿Ah sí? Cuénteme cómo… y ya como que se sacó de onda porque se lo dije enfrente de los demás y me dijo: “por inteligente, pero no puede negar que por bonita también”.

10. En una conversación sobre matrimonio e hijos, lo típico a mi edad es la preocupación de no tener ni uno ni lo otro. Una mujer me dijo: “O sea que estás dispuesta a quedarte vieja y sola”. Me causó cierto impacto el nivel de preocupación con que me lo dijo.

11. Me pasó con mi dermatólogo de toda la vida. Lo dejé de consultar muchos años, y cuando volví con él, ya como periodista, lo entrevisté. Cuando terminé, me dijo: “vos te has hecho muy interesante, qué alegría me da, seguro todos tus amigos son hombres, y mayores. Vos no podés lidiar con bichos pendejos. ¿Cuándo vas a mi casa y te muestro mi biblioteca?”. Años después me lo encontré en el funeral del papá de una amiga y me dijo que había subido de peso. Sí, le dije, bien apenada. “Esto te pasa por usar anticonceptivos”, me dijo y se puso a reír. Pero ya era yo más adulta y reaccioné. Y se disculpó. Pero me dijo: 'Sí, perdoname, yo sé que vos no sos de esas bichas'.

12. 'Vos querías ser mamá, ahora no te quejes'; '¡¡¡Mi hijo no tiene chiche, leche para poder darle!!!'.

13. “Porfa, decile vos a mi esposo para que me deje ir”.

14. “Hoy las mujeres solo quieren que se las cojan y a eso súmale que las mantengan”.

15. Mi abuela, que es ultra machista, por este mismo tema de que somos unas 'inútiles' en la casa, me dijo: ¿qué vas a hacer cuando llegue tu marido y te dé una cachetada porque no le puedes hacer un plato de comida?.

16. “No creo que usted pueda trabajar en esta maquila, pese a que es la mejor candidata y la mas preparada, ya que es una mujer muy atractiva y seria un problema ya que la mayoría del personal son hombres y le faltarían el respeto”. Eso me dijo el que me entrevistó y se quedó mandándome correos que soñaba conmigo.

17. Mi jefe me dijo que me gustaban las peperechas de pan dulce como yo.

18. Ya me acordé de la frase que detonó mi divorcio: “Así como estas de gorda como me van a dar ganas de tener algo contigo”. Justificando infidelidades.

19. A mí, una vez, un profesor de la U me oyó decir algo (no fue en clase sino como un taller, éramos pocos) y dijo que no hablara así, que ningún hombre saldría conmigo si yo era tan intelectual.

20. Como cuando me tomé lo que me correspondía por maternidad, después que nació mi hijo, para la recuperación de un parto complicado, un compañero me dijo algo así como 'que estaba de vacaciones' y varios comentarios de ese tipo.

21. Pues este chero con el que salía quería verme para el 14, yo tenía mi periodo y él quería tener relaciones y le dije que no me sentía cómoda, a lo cual respondió: 'Pues lo siento así te va a tocar porque no me aguanto'. Por supuesto ya no volví a salir con él.

22. Mi suegra hacía un comentario que me ponía los pelos de punta, refiriéndose a mi hija: “No se preocupe por el estudio de ella, con solo que se consiga un buen marido que la mantenga'.

23. Estábamos en una reunión en la oficina, tratando de definir el perfil para una plaza, y una licenciada en mercadeo dice: “Ya les dije la solución. No contraten mujeres, son muy conflictivas”.

24. La peor ha sido: entro a la oficina de mi jefe y le digo: 'Mire ingeniero estaba pensando...' Y me interrumpe diciéndome: ' ¡Ah! ¿Y ese milagro?'.

25. Pues mi padre siempre me decía que mi hermano era inteligente y que yo era dedicada.

26. “Usted es una mentirosa. Solo se maquilló y se planchó el pelo para la entrevista, pero hoy que la contratamos solo una vez lo ha hecho. Le voy a contar algo, hay un salón a la par de nuestra oficina. Por favor vaya y arréglese antes de entrar a nuestra oficina”.

27. Un hombre me dijo una vez algo así como que se imaginaba pasarme su boca por todito mi cuerpo desde mi cabeza hasta mis pies. Lo incómodo fue que obvio no es lo mismo que te lo dijera tu pareja, sino que salí a una cena con un señor que era profesor de un curso que tomé del INCAE. Se pasó la cena diciéndome cosas que me hicieron sentir como que me estaban violando.

28. Un empresario de una gremial reconocida que me pregunto si mi marido no se molestaba porque yo estuviera reunida con tanto hombre, y que si no consideraba que mi deber estaba primero con mi casa y, en aquel entonces, con mi hija. Mi respuesta fue que mi deber era desarrollarme como persona y profesional y que para eso, las decisiones eran exclusivamente mías y de nadie más.

29. “Vos estás conmigo por las comodidades que yo te doy porque sola no tendrías ni la mitad de lo que tenés”

30. “A mis hijos varones les ayudo económicamente porque son hombres y tienen que mantener a su mujer, a mi hija que la mantenga su marido”.

31. “¡Qué van andar jugando fútbol ustedes! A ver hombres van”.

32. Hubo un tiempo en que busqué consejo de algunos de los veteranos periodistas que ya tenían tiempo cubriendo. Uno trato de besarme a la fuerza en un ascensor y otro cuando acabamos de terminar una cobertura. Así que como verás, el acoso y el machismo estaban a la orden del día.

33. Una vez me dijo una amiga: 'que chivo que te mantiene tu marido' porque yo no trabajo fuera de casa. Sin embargo siento que cumplo con mi trabajo en el ámbito familiar. Esas conductas de mujeres que parecen 'normales' es el puto machismo que nos han inculcado desde pequeñas, a ser inferiores a los hombres.

*

No se equivoquen. No estoy victimizándonos. Enfrentar, sortear y contestar a estas prácticas todos los días demuestra con creces nuestra capacidad de agencia y resiliencia. Tampoco he pretendido usar estos micro relatos como muestra representativa de nuestra sociedad. Sé que algunos hasta les parecerán graciosos e inocentes. Pero están lejos de serlo. Cada una de estas vivencias es indicador de una forma de pensar naturalizada y terrible en la que pervivimos cotidianamente, que se nutre no solo de los hombres, sino también de nosotras las mujeres y que explica por qué tantas terminan molidas a puños, violadas, desaparecidas, asesinadas.

*Laura Aguirre es estudiante de doctorado en sociología en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín. Su tesis, enmarcada dentro de perspectivas feministas críticas, está enfocada en las mujeres migrantes que trabajan en el comercio sexual de la frontera sur de México. Su trabajo también abarca la sexualidad, el cuerpo, la raza, la identidad y la desigualdad social.

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