Internacionales / Migración

“Los seguidores de Trump me gritaban: ‘Vete a tu país, india de mierda’”

El presidente de Estados Unidos prometió expulsar a millones y quitar fondos federales a las ‘ciudades santuario’. Para analistas y activistas, esta batería de medidas gubernamentales se ha traducido en un aumento de incidentes de odio en cuestión de semanas. Elena, una nicaragüense en Miami, ilustra un drama compartido por miles de salvadoreños, mexicanos, filipinos...


Viernes, 28 de abril de 2017
Leila Macor (AFP) / El Faro

This file photo taken on February 15, 2017 shows a section of the US/Mexico border fence seen at San Luis Río Colorado, Sonora state, in northwestern Mexico. With debate raging in the United States and Mexico over President Donald Trump
This file photo taken on February 15, 2017 shows a section of the US/Mexico border fence seen at San Luis Río Colorado, Sonora state, in northwestern Mexico. With debate raging in the United States and Mexico over President Donald Trump's plan to build a wall along the nations' border, AFP photographers decided to take a closer look. So they drove the drove the nearly 1,750 miles along the border and photographed what they saw, with Washington-based Jim Watson on the US side and Tijuana-based Guillermo Arias and Mexico City-based Yuri Cortez on the Mexican side. Muro - México - Estados Unidos - Frontera.

Miami, Florida, ESTADOS UNIDOS. Desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca, Elena ha dejado de pasear con su familia. Los insultos de los seguidores del presidente le infunden miedo, y ahora esta nicaragüense trata de salir de su casa sólo para trabajar. El 8 de noviembre, cuando Trump venció a Hillary Clinton en las elecciones presidenciales, cambió radicalmente la vida de esta niñera en Miami que pide ser llamada Elena.

“Desde que este hombre ganó, me mantengo en bajo perfil porque ahora tengo miedo de que me lastimen”, cuenta la mujer de 39 años, madre de una niña estadounidense de 11 y de una joven sin papeles de 22.

Ese mismo día la insultaron en las calles de Little Havana. “Los seguidores de Trump me gritaban: ‘Vete a tu país, india de mierda’”, dice Elena. Se lo dijeron en español. Fue un grupo de cubanoamericanos, una comunidad en su mayoría seguidora de Trump y a cuyo apoyo se atribuye en parte la victoria del magnate inmobiliario.

Desde entonces, en la calle y en las redes sociales, el esquema se ha repetido.

“Antes salíamos mucho en familia, a comer o pasear, pero eso se acabó. Más por mi nena. Es que te entra mucho miedo”, dice Elena.

Trump ha prometido deportar a millones de personas, intenta prohibir la entrada a los ciudadanos de algunos países de mayoría musulmana y quiere quitarle los fondos federales a las ciudades “santuario” que protegen a sus habitantes indocumentados.

Para analistas y activistas, el fenómeno es transparente: estas medidas del presidente se han traducido en un aumento de incidentes de odio en cuestión de semanas.

Ahora el vandalismo contra las mezquitas es frecuente y, entre los hispanos, las consecuencias se ven sobre todo en las escuelas, donde los niños son acosados por su procedencia.

Un racismo profundo

De acuerdo al Southern Policy Law Center (SPLC), del 9 de noviembre al 31 de marzo hubo 1,863 incidentes de discriminación en el país. De ellos, 387 fueron contra los inmigrantes, 43 % de los cuales contra los latinos.

Según esta organización que vigila los grupos de odio, tales cifras sólo se comparan al ambiente de racismo que imperó luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Por ejemplo, el mesero de un restaurante en California exigió a una comensal una “prueba de residencia” antes de atenderla. En el estado de Washington, una mexicana fue amenazada con un cuchillo por un hombre que le exigía que volviera a su país. Y una argentina indocumentada en Nueva York recibió miles de mensajes de odio tras subir a Facebook su declaración de impuestos.

“La retórica de odio y de ataque a ciertas comunidades por parte de Trump ha autorizado a otros individuos a reaccionar de la misma manera”, dice Janet Hernández, de la oenegé de defensa de los inmigrantes Consejo Nacional de La Raza (NCLR).

Para Eduardo Gamarra, profesor de ciencias políticas de la Universidad Internacional de Florida, la corrección política de los estadounidenses “es una superficie muy delgada que data de poco más de 40 años atrás”, de la época de la lucha por los derechos civiles.

“Debajo de esa capa de pintura, seguimos siendo un país con un racismo muy profundo”, comenta. “Todo lo que ha hecho Trump ha sido sacar a la superficie ese racismo que existe en algunos sectores”. precisa.

Pánico en la comunidad

Por ahora las cifras no difieren demasiado respecto al gobierno anterior. En marzo de 2016 hubo 20,000 deportaciones, contra 18,000 el mismo mes de este año, de acuerdo a cifras del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en inglés).

Barack Obama sigue siendo el presidente bajo cuyo gobierno se han realizado más deportaciones.

Sí ha aumentado, no obstante, la población en los centros de detención donde los inmigrantes aguardan la resolución de sus casos: en 2016 había más de 34,000 detenidos en todo el país, mientras para febrero de este año el ICE retenía un promedio diario de más de 41,000 indocumentados.

Pero a pesar de que no han tenido lugar deportaciones masivas y que Trump prometió respetar a los jóvenes indocumentados –apodados ‘dreamers’– que están protegidos contra la deportación, casos como el de Juan Manuel Montes desatan pánico en la comunidad.

Montes, deportado en febrero desde California, es visto por los activistas como el primer ‘dreamer’ en ser expulsado, aunque las autoridades aseguran que había perdido su protección migratoria al faltar a la ley antes de su detención.

“No tenemos los números todavía”, dice Hernández, “pero sí es un hecho el ambiente de miedo y de odio en el cual nuestras comunidades latinas e inmigrantes, y las minorías religiosas, están siendo atacadas”, advierte.

© Agence France-Presse

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