El Ágora / Cultura

El libro que retrata a la abogada de los pobres

Marianella García Villas. Abogada de los pobres y defensora de los oprimidos, del profesor Anselmo Palini, cuenta la vida y martirio de esta joven abogada (1944-1983) a la vez que describe un país desgastado por la muerte y la violencia a inicios de la guerra civil,  pero con preocupantes similitudes con la realidad actual.


Lunes, 15 de mayo de 2017
Roberto Burgos Viale

El libro viene a llenar un vacío en la historia salvadoreña y, en particular, sobre la historia y los protagonistas en la defensa de los derechos humanos. Sobre Marianella se ha dicho muy poco o casi nada en los últimos años y, en la comunidad jurídica, es una perfecta desconocida, especialmente para la actual generación de abogados, nacidos después de los Acuerdos de Paz.

Esta biografía, publicada por UCA Editores el pasado mes de febrero, está a cargo del profesor italiano Anselmo Palini, pedagogo, pacifista y activista por la paz, miembro del Movimiento Internacional por la Reconciliación, promotor de la “objeción de conciencia” en contra del servicio militar. Palini logra sumergirse en las interioridades de una vida que supo “hacerse cargo” de la realidad de su tiempo, plagada de renuncias y sufrimiento personal, pero a la vez sumida en la entrega personal, hasta las últimas consecuencias, de una Marianella que supo comprender y hacer suyas las carencias de campesinos y obreros.

El autor hace referencia al origen privilegiado de Marianella, a su desarrollo en el seno de una familia formada por un exiliado español y una salvadoreña de clase media, lo que le permitió recibir una cuidada educación formal, dentro y fuera del país. Con el apoyo de testimonios de aquellos que conocieron su vida, Palini reconstruye una historia en la que la abogada bien pudo haber optado importantes cargos en el poder judicial de la época, o en la práctica jurídica privada de aquel tiempo. Sin embargo, Marianella García Villas elige el camino del activismo ciudadano y del acompañamiento directo a las causas populares.

Tras un breve paso por la política partidaria, como diputada del Partido Demócrata Cristiano, se acerca a las organizaciones campesinas, víctimas ya en la década de los setentas de los desalojos, la represión y el hambre. Decepcionada de la política legislativa, su lucha la lleva a fundar con diversas personalidades y otros activistas de la época, la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES). A partir de abril de 1978, asume con un equipo jurídico y de promotores la defensa judicial de presos políticos. Cino años después, el registro, conteo y documentación fotográfica de las más graves violaciones de derechos humanos le llevaría al martirio.

El texto de Palini registra el reconocimiento internacional del trabajo de Marianella, desde su petición ante el Tribunal Permanente de los Pueblos, para que este se pronuncie sobre la situación de El Salvador, en diciembre de 1980, hasta su papel como vicepresidenta de la Federación Internacional de Derechos Humanos, en 1982; así como su papel de denunciante activa ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el mismo año.

En todos estos foros internacionales, así como en cientos de entrevistas de prensa y debates con parlamentarios europeos que el libro registra, Marianella repitió, puso nombre, denunció y llenó de contenido términos hasta entonces prohibidos en El Salvador: “tortura”, “desaparecidos”, “escuadrones de la muerte” y “genocidio”.

En los últimos capítulos de la biografía, se describe una Marianella llevando los testimonios de miles de salvadoreños por todo el mundo: Ginebra, Londres, Roma. Allá se opuso a la ayuda militar estadounidense y se manifestó contra el apoyo internacional a las sucesivas juntas militares y al gobierno de Napoleón Duarte. Victima ella misma de tortura y violación, denunció los bombardeos y matanzas indiscriminadas. El libro detalla finalmente dos versiones sobre las circunstancias que rodearon su asesinato y por el que, hasta este día, todavía no se juzga a los responsables.

El ejemplar es rico en citas de la defensora de derechos humanos. Una de ellas dice: “…para nosotros que tocamos las heridas, las señales de torturas sobre los cadáveres, para nosotros que recogemos cuerpos sin cabeza, cabezas sin cuerpo y los huesos de nuestros hermanos, para nosotros que hemos fotografiado a las víctimas, para nosotros que hemos escuchado testimonios, el llanto silencioso y anónimo de familiares anónimos de víctimas anónimas, todo esto es un panorama habitual, parte sustancial de nuestra vida, siempre pendiente de un hilo…”.

Marianella García Villas, valiente abogada de derechos humanos, pero primero de los pobres y desamparados, toco las heridas de su tiempo, así como este texto toca al lector y sobrecoge su conciencia.

*Roberto Burgos Viale es investigador de El Faro y abogado de derechos humanos. Especialista en temas anticorrupción.

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