Columnas / Transparencia

El presidente y los 40 ladrones


Jueves, 14 de junio de 2018
Óscar Picardo Joao

A la luz de las últimas revelaciones sobre el desvío de fondos a través de las partidas secretas, no cuesta imaginar que en todos los periodos presidenciales, de los Acuerdos de Paz (1992) en adelante, se hayan sustraído -en conjunto y siendo conservadores-, más de 961.5 millones de dólares, cifra nada despreciable para un país tan pobre y desfavorecido. Los que trabajamos y pagamos impuestos, con no pocos sacrificios, estamos indignados al ver pasar frente a nuestras narices a tanto ladrón; y lo peor es el altísimo nivel de impunidad. No sólo la clase política desprestigiada es protagonista de este burdo saqueo, y me refiero a todos, los de derecha y a la izquierda, sino también otros actores, y otros fenómenos:

1. La banca: A los ciudadanos comunes y corrientes nos piden todo tipo de justificación para cambiar o depositar un cheque o recibir una transferencia de US$ 5,000; sin embargo, los ladrones gubernamentales mueven cientos de miles y millones sin mayores complicaciones, los depositan, lo transfieren, lo retiran y nada; la banca es cómplice del robo, facilitan, ayudan. La banca ha callado en los casos Flores y Saca, mientras que la Fiscalía ha señalado que los bancos tienen mucho que explicar en estas tramas.

2. Organismos Estatales: Existe Corte de Cuentas, Secretaría de Transparencia y oficinas de acceso a la información, y otra considerable cantidad de mecanismos de observación y fiscalización institucional para garantizar la transparencia y la honestidad; ¿nunca se dan cuenta de nada...?, ¿cuánto nos cuesta pagar esta ineficiencia? Estamos aguardando sus informes y conferencias de prensa…

3. Impuestos: Todo el dinero de la corrupción es “Free Tax”; sobresueldos, coimas, depósitos, etcétera, se mueve en efectivo sin pagar nada de impuestos. A los ciudadanos comunes la Dirección de Impuestos del Ministerio de Hacienda nos fiscaliza cada centavo ¿y a estos sinvergüenzas nada? ¿No están a tiempo de intentar recuperar la renta de todo lo que se ha robado? ¿O mejor lo dejamos a la prescripción? Con la misma eficiencia que nos cobran a los asalariados deben proceder con los “ Rattus- Mammalia -Muridae

4. Discrecionalidad e impunidad: A veces les avisan antes para que salgan del país, los menos afortunados van a un hospital privado, otros gozan de ciertas prerrogativas dilatorias; mientras que los ciudadanos sin “cuello blanco” van a la cárcel. Para colmo el sistema judicial y los abogados corruptos de siempre facilitan las trampas burocráticas para aletargar los procesos. ¿Cuándo habrá justicia en nuestro país?

5. Todos roban: El ladronismo no tiene fronteras ideológicas, los más neoliberales y los críticos marxistas. El poder y el dinero los atrapa y corrompe, hasta los que tienen muchos recursos caen en la trampa; son insaciables, no se conforman. ¡¡¡No hay ética!!! Y todos tienen “la cola pateada” y “techo de vidrio”. ¿Existe algún partido político con una pizca de honestidad o de autoridad moral?, ¿no es hora que la academia diga algo?

6. Agencias y medios: Salvo rarísimas excepciones, los medios son parte de esto; son operadores comunicacionales, ayudan a canalizar la corrupción a través de la producción y publicación de anuncios ¿pueden contenerse de comunicar cuándo la cuenta es jugosa? Las agencias presidenciales han sido el principal organismo de corrupción, pero luego se desliza el robo a través de la TV, radio, prensa y mass media digital. En no pocos casos la pauta condiciona la intensidad del trabajo investigativo periodístico, y en otros casos la línea editorial premia o castiga a los políticos. ¡Cuidado “cuarto poder”, no se equivoquen!

7. Mi turno: Si el anterior robó ¿por qué yo no? Me toca y punto, ¡esta es la lógica! Al final terminamos en una carrera para valorar quien robó menos, y hasta se justifica el robo y puede que caigamos en el dilema: el mejor es el que robó menos; y hasta gente seudohonesta se atreve a representar la ideología y el partido de los ladrones, bajo el principio yo no voy a robar (tanto).

8. El botín: El Estado es el gran botín, que aglutina el dinero de todos y de nadie; la prioridad es gastar y robar, consumir el presupuesto (y no generar recursos). Se negocia vilmente la corrupción, yo te doy, tú me das, y al final todos contribuyen al gran robo a través de múltiples manifestaciones: plazas, asesores, licitaciones, publicidad, viajes, privilegios... cada centavo cuenta.

9. Vale la pena apuntar que en no pocos casos los organismos internacionales que trabajan de la mano con el gobierno saben, sospechan o callan, siendo cómplices por omisión de este megadesfalco. En efecto, tienen muchos mecanismos fiscalizadores y de observación, ¿o no se habían dado cuenta de todos los robos hasta que sale en los medios? No olviden que pueden ser un ente ético poderoso para el país.

10. Finalmente: Si no hay un cambio drástico esto va a continuar; necesitamos recuperar el imperativo ético en el mundo político. Necesitamos una cuota de honestidad, y lo peor de todo no se ve de dónde pueda venir.

Sin eufemismos: Con US$ 1,500 millones pudimos haber invertido US$ 250,000 en 6000 escuelas; o haber construido 14 hospitales nacionales de 100 millones cada uno. Nos robaron el futuro y las oportunidades para la gente pobre, a los niños en las escuelas, a los moribundos en los hospitales. Les quitan el futuro a los excluidos y desfavorecidos; a los ancianos y enfermos. Son realmente la causa principal de la pobreza o los empobrecedores. 

No podemos y no queremos seguir en “Las mil y una noches” de saqueadores y de la impunidad.

*Óscar Picardo Joao ( opicardo@asu.edu ) es investigador y especialista en política educativa. Licenciado en Filosofía, con maestrías en Teología y Educación y Doctorado en Didáctica y Organización Escolar. Dirige el Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia. Foto El Faro: Víctor Peña
*Óscar Picardo Joao ( [email protected] ) es investigador y especialista en política educativa. Licenciado en Filosofía, con maestrías en Teología y Educación y Doctorado en Didáctica y Organización Escolar. Dirige el Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia. Foto El Faro: Víctor Peña

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