Columnas / Política

Hacia una nueva democracia salvadoreña

La reforma democrática en los ámbitos de lo político, la política y los políticos es, en el fondo, una propuesta para avanzar hacia la construcción de una nueva democracia en El Salvador.

Viernes, 14 de diciembre de 2018
Luis Bonilla

Reflexiones en torno a lo político, la política y los políticos
(Segunda entrega)

En la entrega anterior hemos argumentado que, según los datos del informe Latinobarómetro de 2018 , la democracia realmente existente en El Salvador se encuentra en una fase crítica, que requiere de profundas transformaciones para poder encaminar a nuestro país hacia un nuevo horizonte de bienestar común. Esto, en clave de la coyuntura electoral actual, está vinculado con la orientación de los perfiles, enfoques y propuestas disponibles desde las distintas candidaturas, frente a las que tendremos que pronunciarnos en 2019.

Tomando como referencia la metodología de análisis del Informe de Desarrollo Humano del PNUD Chile de 2015 , hemos sostenido que los problemas de la democracia salvadoreña van más allá del desempeño deficitario de los políticos, porque también incluyen las formas en las que decidimos (la política) y los asuntos sobre los que decidimos colectivamente (lo político), dimensiones que hemos abordado anteriormente. Sin embargo, esto no es, de ninguna manera, una excusa para justificar las debilidades de la clase política salvadoreña. Sin lugar a dudas, el divorcio que existe entre la ciudadanía y la democracia salvadoreña, está mediatizada por la crisis de aquello que llamamos “los políticos”. En esta entrega, buscaremos reflexionar sobre este tema y, a manera de conclusión general, plantear algunos desafíos críticos para la transformación democrática de nuestro país.

Los políticos: ¿Quiénes decidimos?

En definitiva, una ruta de fortalecimiento de la democracia requiere de una profunda reforma del comportamiento de los actores políticos más tradicionales. Principalmente, de los líderes de los partidos políticos y de los altos funcionarios de gobierno, cuyas responsabilidades políticas tienen un alto impacto en la vida de las personas. Una reforma orientada a fortalecer la ética de servicio al pueblo, la transparencia en la toma de decisiones y la prioridad de la búsqueda del bienestar común.

Por otra parte, el fortalecimiento de lo político y de la política también es un proceso de ampliación de los actores políticos. Es decir, si estamos hablando de nuevas formas en las cuales decidimos colectivamente y nuevas dimensiones sobre lo que es sujeto de decisión colectiva, esto abre la posibilidad para la creación y fortalecimiento de otros actores políticos, que van más allá de lo tradicional. Nos referimos a formas colectivas como organizaciones comunitarias, asociaciones civiles, movimientos sociales y otras formas colectivas ciudadanas y populares que, en una democracia revitalizada, deben tener mayores posibilidades de participación e incidencia en los asuntos del país.

En ese sentido, las fortalezas de los mecanismos representativos de la democracia deben complementarse con otras formas procedimentales para captar y responder a las inquietudes ciudadanas sobre lo político. Nos referimos a superar determinados candados críticos de la institucionalidad democrática salvadoreña, para profundizar y ampliar mecanismos participativos y directos, en las cuales las ciudadanía pueda construir diversas dinámicas y formas de articulación en torno a los temas políticos y que, en consecuencia, tengan la capacidad de cerrar las brechas entre la población y el funcionamiento de los gobiernos.

Desafíos en torno a una nueva democracia

La reforma democrática en los ámbitos de lo político, la política y los políticos es, en el fondo, una propuesta para avanzar hacia la construcción de una nueva democracia en El Salvador. Se trata de un proceso que debe recoger aquellos aspectos positivos del proceso de transición abierto con los Acuerdos de Paz y que tienen vigencia en la actualidad, así como de dejar de lado aquellas debilidades que hemos venido arrastrando y que, por lo tanto, requieren de nuevas e innovadoras formas democráticas para fortalecer el sistema político de nuestro país.

En esa línea, una nueva democracia debe estar sustentada en el establecimiento de un nuevo pacto social. Un pacto que involucre a los distintos actores de la vida social salvadoreña, que sea capaz de procesar de forma balanceada la incidencia de los mismos y evitar la captura por parte de distintos grupos de poder y, finalmente, que tenga como resultado una nueva propuesta sobre la organización democrática de la sociedad salvadoreña, orientada en la búsqueda del bienestar común.

Como la democracia es un proceso vivo y la política (en el sentido amplio que lo hemos expresado aquí) es una dinámica de disputas y tensiones permanente, el abordaje del desafío no se limita estrictamente a cuestiones técnicas ni las soluciones están predeterminadas. Las vías, los tiempos, las formas y los y las protagonistas del nuevo pacto social conforman un mosaico de posibilidades múltiples y diversas, que se va reconfigurando a medida van teniendo lugar los acontecimientos políticos.

Por lo tanto, en el contexto en el que nos encontramos, las próximas elecciones son un momento crítico para marcar un rumbo sobre este proceso de reforma. Puesto que, aunque con su resultado estaremos lejos de escribir la palabra final sobre el tema, se tratará de un factor decisivo respecto a la determinación de las posibilidades y límites para el futuro de la democracia.

Las plataformas de gobierno (que han tardado en llegar), nos servirán para dilucidar las propuestas que vayan en la línea de revitalizar nuestra democracia: ampliando los temas sobre los cuales los ciudadanos tenemos derecho a decidir, renovando los mecanismos de participación democrática, fortaleciendo la ética de los políticos y ampliando hacia los ciudadanos el derecho de participar como actores políticos efectivos. En conclusión, en medio de la vorágine proselitista, estos pueden ser algunos parámetros útiles para diferenciar entre aquellas opciones que buscan cambios reales de aquellas que quieren cambios para que nada cambie.

Luis Bonilla es Economista y Magíster en Estudios Políticos y Sociales Latinoamericanos.
Luis Bonilla es Economista y Magíster en Estudios Políticos y Sociales Latinoamericanos.

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