Columnas / Cultura

El arte y la cultura continúan a la deriva

En medio del desamparo a los artistas y trabajadores del arte y la cultura, la ministra anunció el pasado 1 de julio su precandidatura como diputada por Nuevas Ideas. ¿Cuál podrá ser la credibilidad de su diálogo en función del bien común?

Martes, 14 de julio de 2020
Marlen Argueta

La actividad económica de El Salvador comenzó su proceso de reapertura de manera gradual y sectorial a partir del martes 16 de junio, después de casi 90 días de confinamiento. Aunque en reiteradas ocasiones el presidente de la República ha dicho en cadena nacional que los artistas serán prioridad en la actual pandemia, en realidad no hay una propuesta concreta y viable para el sector.  

Dentro del plan de reapertura propuesto por el Ejecutivo, lo más cercano que se ha planteado para al gremio cultural son las “industrias creativas”, que inicialmente retomarían sus labores a partir del 7 de julio y sería hasta el 6 de agosto cuando se abrirán los cines, teatros, museos y salas de exposiciones con un aforo limitado al 50%. Al menos ese era el plan hasta el pasado domingo 5 de julio, cuando el Ministerio de Salud hizo público un decreto que postergaba por 15 días más la siguiente fase. Esto retrasó para el 21 de julio y el 18 de agosto, respectivamente ambas fases. Pero lo cierto es que, incluso una vez se reanude la actividad artística, la restricción de la capacidad de público impuesta por la nueva normalidad tendrá un porcentaje de afectación amplio y significativo para el sector.

El pasado 12 de junio, la ministra de cultura Suecy Callejas estableció una mesa diálogo para la reactivación de la económica del sector. De acuerdo a una nota publicada en la web del ministerio, a esta reunión asistieron representantes de fundaciones y asociaciones culturales y artísticas registradas en el Ministerio de Gobernación, industrias creativas inscritas en el Ministerio de Economía o CONAMYPE, academias de artes, las cámaras salvadoreñas del libro y de artesanos, así como artistas independientes representados a través de la Mesa de diálogo de Arte y Cultura de El Salvador (Mediarte), creada este mismo año. Se trata de una mesa de naturaleza experimental e informal, según un comunicado de la misma.

La ministra dijo que dentro de las “líneas estratégicas” de su plan se contemplan fondos concursables por un valor de dos millones de dólares para todos los campos o disciplinas artísticas; créditos blandos para las industrias creativas que ya existen, y apoyo en incentivos fiscales. Sin embargo, a un mes de realizada la mesa, no hay un documento accesible que muestre esa ruta de trabajo y sus líneas estratégicas. No se ha vuelto a convocar a ninguno de los sectores que asistieron y tampoco existe información clara sobre los procedimientos para la obtención de esos dineros. Tampoco se ha explicado cómo se crearán esos fondos, quién podrá acceder a ellos y mucho menos qué pasará con los artistas independientes del país que no tienen personería jurídica que los respalde.

La propuesta no supone un alivio para el sector si este debe esperar largos meses para recibir el dinero. Su propuesta es a mediano y largo plazo. Mientras tanto, seguimos esperando que nos respondan cuál es propuesta para aliviar las necesidades actuales del sector. Es problemático que no se vea a la cultura como un derecho. El planteamiento hecho por el ministerio tiene una visión netamente empresarial, es muy excluyente y deja afuera a la mayoría de artistas y trabajadores del arte, quienes, hay que recordar, se desarrollan en el área informal.

Es problemático que el Ejecutivo solo quiera reconocer como interlocutores, en su mayoría, a los emprendimientos culturales, cuando aquí lo que reina es la informalidad del artista. Es por eso que es complicado a estas alturas hablar de la profesionalización del sector cuando hasta hace apenas unos años la única oferta formal para estudiar una carrera afín al arte y la cultura fue la Licenciatura en Artes de la Universidad de El Salvador. El Estado ha sido, sin duda, el responsable de esa informalidad.

En los últimos diez años tampoco se trabajó por superar la informalidad, si al menos se hubiese cumplido la promesa de la creación de censos de artistas y trabajadores del arte y la cultura se tendrían herramientas encaminadas a solventar una de las tantas necesidades del sector.

Por otra parte, en la iniciativa de “Ley de Creación del Fideicomiso para la Recuperación Económica de las Empresas Salvadoreñas” que presentó el Ministerio de Economía a la Asamblea Legislativa, tampoco figuraban los artistas o los emprendimientos culturales, asociaciones o personas naturales. Se limitaba a plantear un Programa de Financiamiento Productivo para empresarios del sector informal con requisitos muy difíciles de cumplir. 

Ante esta noticia, diferentes organizaciones de artistas y artistas independientes solicitaron al órgano Legislativo ser incorporados como beneficiarios del Fideicomiso de 600 millones de dólares que se debatió en la Asamblea. La Comisión de Hacienda y Presupuesto recibió su petición y los incorporó en la ley. Esta fue un logro de la organización del sector, sin embargo, tendrán que cumplir un par de requisitos más para poder ser beneficiarios de ese fondo.

Es evidente que los artistas no son una prioridad en esta pandemia, a pesar de lo dicho por el presidente en cadena nacional el 13 de junio 2020. Mientras se creen mesas de interlocución de manera cuestionable, mientras no existan planes concretos para aliviar las problemáticas que sufre el sector actualmente, mientras la visión sea reducida a la industria, es difícil creer que somos una prioridad.

A lo anterior se suma que en medio del desamparo planteado para los artistas y trabajadores del arte y la cultura, la ministra decidió anunciar el pasado 1 de julio que ha decidido proponerse como precandidata a diputada por Nuevas Ideas. ¿Cuál podrá ser la credibilidad de su diálogo en función del bien común? Desde ahora, cualquier propuesta que haga será inevitablemente sesgada y tendenciosa, ya que será difícil diferenciar si lo está haciendo como parte de sus responsabilidades al frente del ministerio o como un acto de campaña en su favor.

El escenario actual deja claro una vez más que la labor organizativa y las propuestas de creatividad y resistencia de los trabajadores del arte y la cultura seguirá siendo la tabla de salvación para el sector, tal y como ha sucedido históricamente en este país.

Marlen Argueta es periodista, gestora cultural y docente. Cuenta con un posgrado en Políticas Culturales de base comunitaria y es egresada de la Maestría en Estudios de Cultura Centroamericanos.
Marlen Argueta es periodista, gestora cultural y docente. Cuenta con un posgrado en Políticas Culturales de base comunitaria y es egresada de la Maestría en Estudios de Cultura Centroamericanos.

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