Si jugar en Qatar este noviembre es el mejor premio que pueda recibir una selección, esa es Australia. Los Socceroos fueron los penúltimos en obtener su boleto a la Copa del Mundo tras disputar la eliminatoria más extensa de todas.
Los dirigidos por Graham Arnold tuvieron que jugar 20 partidos de clasificación y viajar miles de kilómetros por todo Asia antes de sellar el pase a su quinto Mundial consecutivo en una repesca ante Perú definida mediante el suspenso de los penales. El recuerdo es el del barbudo portero Andrew Redmayne, catapultado a la fama de los memes y las redes sociales.
Luego de semejante travesía no es de extrañar que los australianos lleguen a Qatar con la base de jugadores que consiguieron la clasificación, aunque para 17 de ellos esta será su primera justa mundialista.
Hoy, su plantel está escaso de figuras con el renombre de Tim Cahill o Harry Kewell. El máximo referente para esta Copa del Mundo será el volante del Verona italiano Ajdin Hrustic, hombre de técnica y visión, pero que arrastra una lesión en el tobillo.
Este 2022, tras una eliminatoria más regular que buena, una repesca de infarto y dos victorias en septiembre ante Nueva Zelanda (sus únicos fogueos previos al Mundial), a los australianos se le suma el obstáculo de enfrentar un difícil grupo D, ante la Francia campeona del mundo, Dinamarca y Túnez.
De cualquier forma, pocos esperan que Arnold cambie el juego estructurado y físico de su equipo, típico de un deporte que todavía no alcanza el protagonismo suficiente en el país del rugby y los canguros.