Opinión / Política

Acuerdo de nación


Lunes, 2 de mayo de 2016
Roberto Cañas

Las preguntas a estas alturas del partido son: ¿es posible un acuerdo para sacar adelante a El Salvador? ¿O es una cuestión divorciada de la realidad? En los últimos 24 años el único acuerdo de nación que ha funcionado es el Acuerdo de Chapultepec. Pero el acuerdo que le dio gobernabilidad al país en las últimas dos décadas está agotado. Hoy para El Salvador es condición de viabilidad un acuerdo fundacional, que haga factible dirigir las energías nacionales en forma articulada hacia un avance integral.

Cuando está más oscuro es que va amanecer, aunque aparentemente se considere que no es realista concretar en este momento un acuerdo de paz social, y la realidad es que el país necesita que se construyan las condiciones que posibiliten un acuerdo que le de gobernabilidad a la nación. En 2017 será muy difícil concretar un pacto, cuando tome más fuerza lo electoral y la precampaña ocupe todo el espacio político. Por esto es fundamental aprovechar los meses que quedan del presente año.

La crónica reciente de la búsqueda fallida de un acuerdo de país se remonta al año 2015. El presidente de la República, Salvador Sánchez Cerén, en su discurso de investidura el 1 de junio, convocó a un acuerdo de nación: “Trabajaré incansablemente para alcanzar los grandes acuerdos de nación que nos permitan resolver los principales problemas del país y que faciliten la construcción de los cambios estructurales que El Salvador necesita”. Ya pasaron dos años y hoy Jorge Daboub declara en una entrevista que “el diálogo con este gobierno es una farsa”.

En noviembre de 2015 Arena se retiró de la mesa interpartidaria, abandonando un espacio donde se buscaban consensos. Si bien últimamente se han dado acuerdos puntuales en el tema de las medidas extraordinarias para enfrentar la delincuencia, estos esfuerzos no alcanzan.

La lista de experiencias fallidas, para llegar acuerdos de país, ya es larga: el Foro para la Concertación Económica y Social fracasó por falta de voluntad política; en otro momento el gobierno Funes le quiso dar vida a un Consejo Económico y Social que también pereció al terminar dicho gobierno. Hoy se han creado consejos, mesas, en las que más de 60 personas se la pasan dialogando, pero no llegan a concretar los acuerdos que El Salvador necesita.

Paremos de contar. El fracaso en buscar acuerdos comienza en lo conceptual: se habla de diálogo y no de negociación. Para buscar acuerdos solo platicar, intercambiar opiniones no es suficiente: hay que negociar.

En segundo lugar los esfuerzos de llegar a compromisos se estropean por no trabajar correctamente lo procedimental: No es posible pensar que se pueda llegar a pactos sin antes tener una agenda y un calendario que permita ir dándole forma a los entendimientos y, en tercer lugar, los intentos de buscar acuerdos se echan a perder por no tener visión de proceso al negociar. Se debe buscar la concreción de acuerdos básicos en cuestiones puntuales que permitan construir confianza para llegar a los acuerdos de nación.

Sin visión de país, sin agenda ni mecanismos para concretar un acuerdo de nación, El Salvador no tiene rumbo y no puede salir adelante. Se consume en un ambiente de polarización que tiene consecuencias graves para el desarrollo económico y social del país.

La última vez que se habló de agenda de nación fue en la llamada reunión de Ataco. La lista de temas que se definieron en esa reunión no estaba mal: Seguridad ciudadana, crecimiento económico con inclusión, finanzas públicas, transparencia y rendición de cuentas, fortalecimiento institucional, salud, educación... Es cierto, la enumeración de los temas fue incompleta, pero había agenda.

La realidad del país demanda contar con procedimientos que permitan prevenir los conflictos y resolverlos en el tiempo más corto posible con el menor costo social.

Las cuestiones que nos preocupan como la delincuencia, la falta de crecimiento de la economía, los problemas ambientales, el bajo nivel de educación y salud deben ser tratadas de inmediato buscando acuerdos sobre soluciones viables.

Se tiene que organizar una dinámica sensata que conduzca al acuerdo nacional y el tema fiscal, como lo demuestra la experiencia española, es un factor crítico para incidir positivamente en la democracia. Los Pactos de la Moncloa dibujaron un proyecto de país. Propusieron un horizonte político, social y económico que es más interesante volver a estudiar que lo que vino a decir hace poco José María Aznar.

*Roberto Cañas es docente-investigador universitario, excomandante del FMLN y firmante de los Acuerdos de Paz. Consultor en temas de violencia y seguridad, especialista en análisis de riesgo político y negociaciones y resolución de conflictos, es miembro de Red de Seguridad Triangulo Norte.

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