En el año de 1964, hace casi 50 años, comencé a incursionar en el arte a través de la rama de la cerámica, y algo en mi espíritu creativo siempre inquieto comenzó a descubrir todo un mundo de colores en mi interior, y fue en 1968, estando en Francia, que a raíz de la búsqueda de mi identidad cultural tomé la decisión de dedicarme al arte. Todo fue impulsado gracias a la necesidad de expresarme y de comunicar mi identidad como salvadoreño.
En el año de 1972 decido retirarme al pueblo de La Palma, Chalatenango, para encontrarme conmigo mismo y para encontrar esa fuente de inspiración basada en la Paz que ese lugar tan hermoso brinda. Fue también ahí donde Dios puso una semilla en mis manos de donde creció una comunidad de arte que ha dado frutos en abundancia para el municipio de La Palma y para El Salvador.
Quiero agradecer al gobierno de la república de El Salvador representado en la persona del señor presidente don Mauricio Funes, a la Secretaría de Cultura de la Presidencia, responsable de la convocatoria para este premio, a los honorables miembros que integraron el jurado en esta edición 2013, y a las instituciones que me propusieron, por esta distinción que me hacen con el Premio Nacional de Cultura en la rama de Gestión Cultural.
Me siento muy honrado de que me hayan considerado para ser parte de los nominados en esta edición y muy agradecido que entre tantas personalidades también nominadas, que con entrega y dedicación gestionan cultura en nuestro país, haya sido yo elegido para recibir este importante reconocimiento. Este premio se lo dedico a mi esposa Estela, que con su sencillez y amor ha estado siempre conmigo y quien es la raíz de la semilla y el árbol, sin ella yo no estaría aquí ahora; a mi hija María José y su esposo; a mis hijos y sus esposas, y con todo mi amor a mis nietos que me dan vida.
Deseo también compartir este premio con los artesanos de La Palma, con todos aquellos que se acercaron a mi casa, que creyeron en mi sueño y con quienes trabajamos mano a mano desde un inicio; sin ellos, su fe, dedicación y talento todo este movimiento artesanal no hubiera sido posible. Así mismo, deseo compartirlo con los artesanos y el personal de El Árbol de Dios, a quienes agradezco por su grandiosa labor y compañía durante tantos años, y también con las nuevas generaciones de artesanos que han evolucionado y continúan mejorando día a día en su trabajo.
Agradezco primeramente a Dios por mi vida y los dones que me ha dado, y mis sentimientos de gratitud están también para toda mi familia: a mis padres y hermanos, que han estado siempre conmigo. Especialmente expreso mis agradecimientos a todos los que a lo largo de mi trayectoria han sido mis maestros y creyeron en mí: al maestro César Sermeño, al maestro Carlos Cañas y a Julia Díaz, que en paz descansen, a La Galería 123 y la familia Cohen, y a todos mis colegas y amigos que también estuvieron conmigo en La Palma y me apoyaron. También al personal de la Fundación Fernando Llort por su trabajo.
Siempre fue mi deseo ayudar en lo posible con mi pintura a motivar a nuestro pueblo para que despertara sus propias raíces y a buscar una expresión propia. Siempre sentí una profunda necesidad vital de redescubrir una cultura local, que nos permitiera ubicarnos y que nos ubicaran como salvadoreños en el contexto latinoamericano. Y es por esto que en la rama artesanal, con mis pinturas y diseños, he intentado representar la belleza de nuestros paisajes, los colores vibrantes, la alegría de las escenas diarias de nuestro pueblo, y la riqueza de nuestros ancestros en un sentido simbólico de líneas simples, que nos inviten a ver las cosas con una visión mágica, como las pueden ver los ojos, el corazón o la mente de un niño o la ingenuidad de un sabio campesino, sin prejuicios ni esquemas preconcebidos.
Yo nunca me imaginé que esa semilla de Dios y compartir mis dibujos con los habitantes de La Palma llegaría a ser lo que es ahora, y por eso mi corazón se llena de gozo cuando veo que esos diseños y esos colores ahora forman parte de la identidad cultural de un pueblo y de mi querido país.
Mi mensaje con este premio es invitar a todos y cada uno de nosotros a buscar esa semilla, a encontrar nuestro sueño y los dones que cada uno tiene, que vienen de Dios, y a sembrarla sin miedo. Si hacemos las cosas con fe en Dios, en nosotros mismos y con amor, las haremos bien y tendrán frutos en abundancia.
Yo soy un artesano artístico y creo firmemente que Dios nos ha dado nuestros talentos para compartirlos con los demás y que las herramientas más grandes que Dios nos ha dado son las manos y el corazón para construir cosas hermosas, para transformar vidas, para formar lazos humanos que nos ayuden a todos a progresar y para llamar a la paz que tanto anhelamos.
* Fernando Llort es pintor, músico, artesano y gestor cultural. Es Premio Nacional de Cultura 2013.
