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Un segundo canal interoceánico en el istmo centroamericano: ¿quimera o realidad?

Los planes para construir una vía interoceánica en Nicaragua, con capital de la República Popular China, tienden a acelerarse en coincidencia con la crisis del proyecto de ampliación del Canal de Panamá, pero el país se debate entre el optimismo y las dudas sobre la viabilidad de esta gigantesca obra.

Viernes, 14 de febrero de 2014
Julia Ríos (AFP) / El Faro

Managua, NICARAGUA. La iniciativa de construir una vía interoceánica en Nicaragua está valorada en unos 40,000 millones de dólares, casi cuatro veces el Producto Interno Bruto del país. Un proyecto de esta envergadura no puede dejar indiferente a nadie: para algunos expertos es la panacea; para otros, una quimera; y para un tercer grupo, la inminencia de una catástrofe ambiental.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y el dueño de la compañía china HKND, Wang Jing, a quien el gobierno otorgó la concesión para construir y operar la vía por un siglo, han anunciado que los trabajos arrancarán a finales de 2014, justo cuando el Canal de Panamá cumple cien años.

Bajo hermetismo, el emprendimiento está por ahora en la fase de estudios de factibilidad. Según fuentes ligadas al proyecto, expertos nacionales y extranjeros realizan desde fines de 2013 vuelos sobre la posible ruta para captar imágenes, y sobre el terreno levantan planos topográficos e investigan la biodiversidad. Sus impulsores sostienen que sería una obra de más envergadura que el Canal de Panamá, y que funcionaría más como complemento que como competencia.

El geólogo William Martínez descartó “relación alguna” entre los planes en Nicaragua y la crisis del Canal panameño, cuyas obras de ampliación se paralizaron la semana pasada por controversias entre la administración de la vía y el consorcio constructor GUPC, liderado por una empresa española que reclama el pago de sobrecostos por $1,600 millones.

“Por Panamá pasa el 5% del comercio mundial y ese flujo no se detendrá por el atraso en las obras, lo que se afectará es la captación de los barcos de gran tonelaje”, que es el objetivo de la ampliación, observó Martínez.

Panacea o espejismo

“No queremos convertirnos en la burla internacional y no queremos que se convierta en un ejemplo de fracasos de inversión china”, afirmó Wang Jing, como prenda de su compromiso con el éxito de una empresa cuya magnitud asusta y genera suspicacias, al tiempo que abre un horizonte de promesas.

Los cálculos oficiales prevén que el canal propiciará un crecimiento económico de hasta un 10.8% anual y la creación de cerca de un millón de empleos durante la construcción e inicio de operaciones, lo que deslumbra a un país donde la pobreza golpea al 45% de sus seis millones de habitantes, y que tiene una tasa de desempleo y subempleo del 53%.

Hace unos días, el Consejo Nacional de Universidades (CNU) anunció la apertura de carreras en 50 centros de enseñanza superior para formar personal “altamente calificado” que trabaje en la obra.

Para el representante de la sociedad civil en la Comisión del Gran Canal, Kamilo Lara, el impacto económico va más allá de Nicaragua, por lo que significará “en ahorro de tiempo para el comercio mundial”.

Pero el escepticismo también desborda las fronteras. Según Ralph Leszczynski, director de investigación en Londres de la agencia marítima Banchero Costa, “no hay ninguna justificación económica para un nuevo canal a través de Nicaragua”. “Ya tenemos un canal a través de Panamá que funciona bastante bien”, y que está siendo ampliado para que permita el paso de los nuevos barcos de mayor tamaño, señaló el experto.

Según Leszczynski, solo una parte “relativamente pequeña” del gran comercio mundial requiere del paso por Panamá, por lo que otro por Nicaragua sería una duplicación innecesaria.

Según el gobierno, el canal requeriría puertos de aguas profundas, aeropuerto, oleoducto, ferrocarril y zonas francas, y su construcción tardaría entre seis y diez años.

Aún se desconoce cuál de las seis rutas posibles es la elegida. La que los especialistas consideran más probable implica un recorrido de 286 kilómetros entre el Pacífico y el Caribe, pasando por el Gran Lago de Nicaragua (Lago Cocibolca), de 8,600 kilómetros cuadrados, principal fuente de agua del país.

“Un pequeño derrame de hidrocarburos o un sismo podrían generar una catástrofe ecológica que acabaría para siempre con el potencial de consumo humano del lago”, alertó el biólogo Salvador Montenegro, director del Centro para la Investigación en Recursos Acuáticos de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.

Además, “todo se hace acelerado y de forma silenciosa” y “hay un gran nubarrón” alrededor del proyecto, dijo a la AFP Ana Quirós, dirigente de una red feminista, una de las organizaciones sociales más activas del país.

Las dudas también caen sobre Wang. “No tiene credenciales que hagan pensar que es un empresario y un constructor poderoso y con experiencia. Goza de una concesión para abrir una compañía telefónica y no ha logrado poner una sola línea de teléfono en el país”, recordó Quirós.

© Agence France-Presse

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