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El director de teatro Roberto Salomón obtiene el Premio Nacional de Cultura 2014

Durante casi medio siglo, Roberto Salomón ha procurado carcajadas, reflexiones, lágrimas y críticas en distintos escenarios de El Salvador, América y Europa. En este recorrido ha interpretado distintos papeles, como actor, maestro, administrador y director, y para coronar su trayectoria, fue elegido como el Premio Nacional de Cultura (PNC), que este año está dedicado a la rama del teatro.


Martes, 7 de octubre de 2014
María Luz Nóchez

Roberto Salomón. Foto: El Faro
Roberto Salomón. Foto: El Faro

El director de teatro Roberto Salomón, de 69 años, se convirtió este lunes en el ganador del Premio Nacional de Cultura 2014. El reconocimiento le llega casi medio siglo después de haber iniciado su carrera en las artes escénicas y con la entrega de esta distinción, el próximo 4 de noviembre, se convertirá en el primer hombre en ser condecorado en esta rama de las artes. Hasta la fecha, este galardón lo habían recibido Dorita de Ayala (1999) e Isabel Dada (2008). Su trayectoria la respaldan 76 obras puestas en escena y el haber liderado iniciativas innovadoras para el desarrollo del teatro en el país, desde la academia, la gestión cultural y las tablas.

El fallo que otorga el máximo galardón que el Estado entrega a un artista se logró luego de una serie de reuniones entre el 26 de agosto y el 23 de septiembre, que reunió a las actrices Isabel Dada y Mercy Flores, el dramaturgo Baltazar López, al actor Óscar Guardado y al actor y productor Alexánder Córdova. Para la deliberación, más que el tiempo que tenían los 30 postulados de dedicarse a las artes escénicas, tomaron en consideración la calidad de los espectáculos de los que habían formado parte en su carrera como artistas. 

A diferencia de su antecesor, Fernando Llort, Roberto Salomón fue escogido por decisión del jurado calificador, y no por el presidente, como lo estipulaba el artículo 7 del Reglamento del Premio Nacional de Cultura según la reforma que se realizó en agosto del año pasado, que daba al presidente de turno la facultad de escoger al ganador de una terna de finalistas propuesta por el jurado. Además, con esta reforma también se derogó el artículo 9, en el que se establecía que la labor del jurado sería reconocida con dos salarios mínimos.

La relación de Roberto Salomón con las artes dramáticas data de 1966, cuando tenía 21 años y decidió empezar a actuar y contravenir los planes que su padre había trazado para su futuro: convertirse en comerciante y dirigir un almacén. En casi 50 años de dedicarse al teatro, ha dirigido 35 obras en El Salvador, 34 en Suiza y siete en Estados Unidos. También ha incursionado en los audiovisuales y en 2011 se sumó al proyecto Historias Urbanas, de El Faro, como director de arte.

Se formó en técnicas teatrales en el American Conservatory Theatre, de California; en actuación en el Piscator Dramatic Workshop, y en dirección escénica en el Circle in the Square Theater, de Nueva York. Además, estudió historia del arte en el Dickinson College, de Pensilvania. A su regreso a El Salvador, en 1970, Walter Béneke le encargó la escuela de teatro del bachillerato en artes durante cinco años, en donde formó, entre otros, a los actores y actrices Ana Ruth Aragón, Dinora Cañénguez, Fidel Cortez, Ángel Cañas, Francisco Cabrera. En esos años llevó a las tablas el Marat Sade, de Peter Weiss; Júpiter, de Francisco Gavidia; y Todos los gatos son pardos, de Carlos Fuentes. “Yo creo que el bachillerato en artes se hizo en uno de los gobiernos más de derecha y fue una idea totalmente revolucionaria: revolucionaba los hábitos de cómo se concebía el arte…”, declaró a El Faro en 2005.

Posterior a su salida del bachillerato en artes empezó a cabildear con Carlos de Sola para recuperar el Teatro Nacional de San Salvador, que para 1975 se había convertido en una especie de mesón en el que se alquilaban cuartos por hora. Con diseños de Simón Magaña, Ricardo Jiménez Castillo se encargó de recuperar y terminar el inmueble del Teatro Nacional que ahora conocemos: cuatro salas destinadas para la exhibición de artes escénicas. El mural que luce la cúpula del Teatro Nacional también forma parte de estas remodelaciones, que en 1977 fue encargado al pintor Carlos Cañas.

Produjo icónicas puestas en escena con las compañías ActoTeatro y Sol del Río, como Las brujas de Salem (1976), La muñeca abandonada (1978), El zoológico de cristal (1979) y La cantante calva (1980). ActoTeatro inició en 1977 como un proyecto que pretendía darle vida cultural al centro de San Salvador, en donde además de una sala de teatro, se podía encontrar un restaurante, una galería de arte, una librería y una sede de talleres de actuación. En diciembre de 1980 la casa fue clausurada por la guerra y junto a cinco integrantes más realizaron una gira de un año por Europa con Antígona - Tierra de cenizas.

En 2003 regresó a El Salvador y abanderó, como director artístico, el nacimiento del Teatro Luis Poma, una iniciativa que pretendía que la opción de ir al teatro se igualara a la del cine. Han pasado 11 años desde que empezó a construir la cartelera con su propia receta teatral, producto del diagnóstico que Salomón hace cada año de lo que los salvadoreños deberían ver para nutrir su gusto por las artes escénicas. Esta curaduría ha permitido el desfile de infieles, hadas madrinas, avaros y familias disfuncionales en las tablas de esta sala privada.

Esta oferta, subvencionada por la Fundación Poma también le ha permitido, desde hace seis años, entregar un galardón que pone a prueba la inventiva, la originalidad y el profesionalismo de los artistas para elaborar un proyecto que posteriormente puede ser presentado como espectáculo escénico: el Premio Ovación, que consta de un incentivo de 5 mil dólares.

En 2013, el pintor Fernando Llort fue el ganador del Premio Nacional de Cultura. En esa ocasión, el reglamento del galardón se cambió para que el jurado solo pudiera proponer una terna al presidente de la República, y Mauricio Funes escogió a Llort.

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