Nacionales / Violencia

El gabinete de Seguridad con los meses más violentos del siglo asegura ir por el rumbo correcto

El gabinete de seguridad cree estar haciendo bien las cosas. “Tenemos un plan concreto”, dice Hato Hasbún. “Tenemos un rumbo”, dice Benito Lara. “Estamos en el rumbo correcto”, dice Eugenio Chicas. Pero las cifras oficiales de homicidios son tozudas, y de febrero a mayo se ha duplicado el número de salvadoreños que mueren asesinados cada día.


Viernes, 5 de junio de 2015
Roberto Valencia

Conferencia de prensa del gabinete de seguridad, celebrada este viernes 5 de junio. De izquierda a derecha, Mauricio Ramírez Landaverde, director de la PNC; Benito Lara, ministro de Seguridad Pública; Hato Hasbún, comisionado presidencial para la Seguridad; Davíd Munguía Payés, ministro de Defensa; y Eugenio Chicas, secretario de comunicaciones de la Presidencia. Foto Roberto Valencia.
Conferencia de prensa del gabinete de seguridad, celebrada este viernes 5 de junio. De izquierda a derecha, Mauricio Ramírez Landaverde, director de la PNC; Benito Lara, ministro de Seguridad Pública; Hato Hasbún, comisionado presidencial para la Seguridad; Davíd Munguía Payés, ministro de Defensa; y Eugenio Chicas, secretario de comunicaciones de la Presidencia. Foto Roberto Valencia.

El gabinete de Seguridad del gobierno de Salvador Sánchez Cerén compareció este viernes 5 de junio para decir que el rumbo trazado para tratar de reducir la violencia en el país sigue siendo el mismo. No habrá marcha atrás. El “plan integral” impulsado para afrontar los problemas de delincuencia e inseguridad se mantendrá a pesar de los desalentadores indicadores de homicidios de las últimas semanas. La Policía Nacional Civil (PNC) contabilizó 635 cadáveres en mayo, cuando en enero y febrero se habían tenido en torno a 300.

“Nosotros tenemos un plan que evaluamos día a día. Son varios ejes y, eso ya lo hemos dicho en muchas ocasiones, los resultados no son de la noche a la mañana”, dijo Hato Hasbún, el comisionado presidencial para la Seguridad, en una conferencia de prensa que contó con la presencia de los responsables del Ministerio de Seguridad, Benito Lara; del Ministerio de la Defensa, David Munguía Payés; de la PNC, Mauricio Ramírez Landaverde; y también con Eugenio Chicas, secretario de Comunicaciones de la Presidencia.

El gobierno cree que haber dado con la hoja de ruta que El Salvador necesita. “El presidente considera que estamos en el rumbo correcto; por lo tanto, no están previstos cambios en materia de seguridad”, enfatizó Chicas, quien explicó que esta es la primera de una serie de conferencias de prensa, porque creen que parte de la percepción negativa de la gestión entre la ciudadanía se debe a que no han sabido comunicar las supuestas virtudes de su plan.

De forma esquemática, el plan gubernamental 'El Salvador Seguro' es una teórica combinación de palo y zanahoria contra las maras y sus entornos, definidas como las principales generadoras de violencia. El componente represivo se sostiene en la persecución y captura de delincuentes, en una mayor permisividad hacia los enfrentamientos directos entre policías y pandilleros, en la creación de unidades especializadas (en la PNC y en la Fuerza Armada) y en la búsqueda de un mando operativo conjunto y de un mejor equipamiento. También se ha apostado por los traslados masivos de pandilleros dentro del sistema penitenciario para, en palabras de Eugenio Chicas, “romper las cadenas de comunicación”.

En cuanto a la zanahoria, dijo que la próxima semana llevarán a la Asamblea el proyecto de Ley de Reinserción de Pandillas y Personas en Riesgo. Además, está previsto aumentar las inversiones en desarrollo social, con énfasis en la prevención y en la rehabilitación, para sustentar a mediano y largo plazo los logros que se obtengan... si se obtienen.

Los esfuerzos se centrarán en primera instancia en diez municipios, elegidos por el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia. Cuatro son del área metropolitana de la capital: Ciudad Delgado, San Salvador, Soyapango y Mejicanos; y los otros seis son Colón, Zacatecoluca, Santa Ana, Sonsonate, Jiquilisco y Cojutepeque.

En el listado, sin embargo, no han sido incluidos municipios populosos con tasas más elevadas de homicidios, como San Pedro Perulapán, Panchimalco, Tecoluca, Armenia, Quezaltepeque o Nahuizalco.

Teoría y práctica disociadas

“Tenemos un plan concreto, y lo vamos a seguir impulsando y evaluando todos los días, con el presidente al frente”, dijo Hasbún.

El problema es que tratar de implementar el “plan integral” se ha traducido en un repunte sin precedentes de la violencia. Así, mientras en enero y en febrero se tuvieron 336 y 307 homicidios respectivamente (cifras de por sí intolerables para cualquier sociedad), en marzo y abril se superaron los 400, y en mayo se disparó hasta los ya referidos 635 asesinatos, según la PNC.

Para dimensionar la gravedad de la crisis que sufre El Salvador, basta señalar que, según la Policía Nacional de Honduras, en el vecino país –hasta 2014, el más violento del mundo– se registraron 436 homicidios en mayo, 200 menos que en El Salvador. La población de uno y otro país es de 8.9 millones de hondureños por 6.5 millones de salvadoreños.

“Tenemos un rumbo, tenemos claridad de hacia dónde nos tenemos que dirigir”, reiteró el ministro Benito Lara, quien insinuó que a la sociedad, al menos a corto plazo, no le queda más que resignarse a digerir cifras sangrientas. “En ningún país del mundo que combata la delincuencia ha ocurrido que los delincuentes se cruzan de brazos y ya no van a hacer nada. ¡Claro que van a reaccionar! Y harán todo lo posible para que no podamos cumplir nuestros planes”, dijo.

En cuanto a los atenuantes a los que recurrieron los máximos responsables del gabinete de seguridad, Hasbún se atrincheró en el problema es viejo y “los gobiernos de ARENA no abordaron este problema con la seriedad requerida”.

El ministro Lara, por su parte, se escudó en que buena parte de los salvadoreños que están muriendo tienen relación con las pandillas: “Más o menos el 60 % de los homicidios son producto de las disputas entre grupos delincuenciales, y eso hay que tomarlo en cuenta, aunque no debería alegrarnos”.

Cuestionado sobre si duerme con la conciencia tranquila después de haber tomado decisiones que han duplicado el luto en El Salvador de febrero a mayo, Hasbún respondió lo siguiente: “No, nosotros no dormimos tranquilos; a veces ni dormimos. Y no lo digo en sentido figurado. Trabajamos día y noche frente a este problema”.

El gabinete de seguridad cree tener la receta; de eso no cabe duda. Lo que está por demostrar es lo más importante: su efectividad. Hasta la fecha, la implementación del “plan integral” ha sido estadísticamente catastrófica. No solo no se ha contenido la ola de violencia, sino que se ha disparado hasta niveles desconocidos desde mediados de los noventa.

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