El Salvador / Política

Flores: el diálogo que nunca existió

Los terremotos de 2001 derrumbaron los puentes que el mandatario prometió tender a la oposición política. El gobierno de Francisco Flores hizo públicas sus intenciones de gobernar solo, por la razón o por la fuerza, sin consultar a otros sectores y valiéndose de su mayoría en la Asamblea para la aprobación de sus iniciativas de ley. El mandatario terminó su gobierno acusado de autoritario por la oposición, distanciado de su partido y de la ciudadanía. El Faro publicó este análisis en mayo de 2004, semanas antes de que Flores dejara el poder. 


Domingo, 31 de enero de 2016
Daniel Valencia Caravantes, Diego Murcia y Gabriel Labrador

El miércoles 22 de Noviembre de 2000, el presidente Francisco Flores anunció al pueblo salvadoreño y al mundo entero que iniciaría una nueva política de integración monetaria. La iniciativa advertía que para el 1º de enero entrante el dólar tendría curso legal y se establecería como unidad de cuenta en el sistema financiero. La economía y la política del país sufrieron, desde ese momento, uno de los cambios más importantes de su historia. De paso, el presidente dijo orgulloso que había logrado mantener en secreto el plan.

El expresidente de la República, Francisco Flores, entró en estado de coma la tarde-noche del domingo 24 de enero, después de sufrir una trombosis. Luego de seis días en estado crítico, el exmandatario falleció en la noche del 30 de enero. En la imagen, Francisco Flores con la banda presidencial, durante el discurso en la Asamblea por su primer año de gestión, el 1º de junio del 2000. Foto Yuri Cortez (AFP).
El expresidente de la República, Francisco Flores, entró en estado de coma la tarde-noche del domingo 24 de enero, después de sufrir una trombosis. Luego de seis días en estado crítico, el exmandatario falleció en la noche del 30 de enero. En la imagen, Francisco Flores con la banda presidencial, durante el discurso en la Asamblea por su primer año de gestión, el 1º de junio del 2000. Foto Yuri Cortez (AFP).

Ocho días más tarde, la Asamblea Legislativa aprobó el anteproyecto de ley presentado por Flores. Los poderes Ejecutivo y Legislativo decidieron que, con la entrada del año 2001, el dólar comenzaría a circular. De la noche a la mañana el colón había muerto.

Francisco Flores ocupó la Casa Presidencial durante cinco largos años en los que gobernó solo, sin consultar más que a un pequeño grupo de funcionarios y empresarios, su círculo íntimo compuesto por el secretario técnico de la Presidencia, el ministro de Economía, la canciller y algunos asesores cercanos, los jefes de la bancada arenera en la Asamblea y los principales empresarios del país. Con ellos, en reuniones secretas, planificó la dolarización, su frustrada reforma del sector salud y todas las políticas económicas y sociales de su mandato. Para los demás hubo poco acceso.

Un año antes de dejar el gobierno, el vicepresidente, Carlos Quintanilla Schmidt, confesó no conocer el despacho presidencial, cuyas puertas estuvieron también cerradas para la oposición política.

Desde su discurso de toma de posesión del 1º de junio de 1999, el mandatario proclamó una 'nueva forma de hacer política' sobre la base de la concertación y el diálogo con todos los sectores del país. Con la implementación de la dolarización, dejó a un lado sus promesas y abrió las puertas a un camino tortuoso en donde la falta de diálogo y la confrontación total con sus adversarios entraron de la mano.

La dolarización, junto con el Fondo de Conservación Vial (FOVIAL), aprobado el mismo día de la reforma monetaria, se convirtió en el primer indicio de cuál sería el juego que el presidente implementaría durante el resto de su gestión. La palabra 'mandato' comenzó a ser ejercida literalmente.

El aliado

Sin duda, la implementación de estas medidas no hubiesen sido efectivas si, desde la Asamblea, el gobernante arenero no hubiera contado con un as bajo la manga: el PCN.

Los votos del 'partido de las manitas', en los cinco años de gobierno de Flores, fueron la llave mágica que le permitió realizar sus principales proyectos. Aprobar las medidas propuestas por el Ejecutivo era más fácil a través de la suma de los votos entre el PCN y ARENA, que por la vía de la negociación con la oposición, liderada por el FMLN. Rodolfo Parker, secretario del Partido Demócrata Cristiano (PDC), lo vio así. 'En estos cinco años se le restó importancia y prevalencia a los mecanismos del diálogo, concertación y debates públicos. Es un pecado político soslayar el necesario debate y darle prioridad a las aritméticas parlamentarias', señala el diputado pedecista.

El puente que nunca se construyó

'Él fue mentiroso. Hasta en los detalles pequeños y cuando no tenía necesidades de mentir', se quejó el líder histórico del FMLN, Schafik Hándal. Para él, esas mentiras fueron el primer atisbo de un anunciado quiebre de las relaciones entre Flores y la oposición.

'La dolarización fue la mentira tope: el viernes anterior a la semana en la que él anunció la medida, me invitó a almorzar a la casa presidencial del lago de Coatepeque. Ahí me expuso el plan que pretendía impulsar. Según él, era una política monetaria que le iba a traer problemas con los sectores del capital. Sin embargo, me negó categóricamente que eso significase una posible dolarización. Cuál fue mi sorpresa cuando el miércoles siguiente, enciendo el televisor y él ya estaba anunciando la dolarización. En su discurso hasta se jactó de que había engañado y ocultado la información a todos los partidos políticos', relató Hándal, en 2004. Según el efemelenista, Flores engañó incluso a otros mandatarios de la región, a quienes ofreció pocos días antes de su anuncio implementar una serie de medidas económicas que en nada hacían referencia a la dolarización de la economía.

Trece días después de que el proceso dolarizador iniciara, se derrumbaron por completo aquellas promesas que Flores, dijo, 'cumpliría' a lo largo de su gestión. Los 'puentes de la concertación' y la relación entre la oposición y el Ejecutivo se vinieron abajo, luego de los terremotos del 13 de enero y febrero de 2001.

Tras recibir una serie de críticas de parte varios sectores políticos y sociales, respecto a la forma en que manejó la ayuda internacional que llegó al país para paliar la crisis de los damnificados, Flores despotricó contra sus detractores y dio por terminado cualquier capítulo que tuviera que ver con diálogos entre él y la oposición. Esto en clara alusión al FMLN.

Sin embargo, su negativa al diálogo y la concertación no fue un tema que surgiera a raíz de los terremotos. El origen de esta postura nació pocas semanas después de comenzar su mandato.

Flores tuvo su primer pulso político con los sectores de salud, de transporte y de ex patrulleros desmovilizados. El mandatario entonces tomó una decisión: No se sentaría a discutir con ellos sus demandas (el perdón de las multas de tránsito a los empresarios de transporte, el pago por servicios prestados durante la guerra a los desmovilizados, y el aumento salarial exigido por los galenos y trabajadores del ISSS, que ya tenían en agenda el tema de la lucha en contra de las privatizaciones) y se mantendría al margen, al menos públicamente. Mandó a las 'fuerzas de seguridad' (PNC), para que resolvieran el problema.

Y no sólo se valió de todos los recursos coercitivos que tenía a la mano para poder someter a los descontentos, sino que también comenzó a hacer uso de la fuerza parlamentaria para implementar medidas audaces que lo convirtieron en el virtual ganador, al margen de la crítica hecha por la oposición política. La creación del FOVIAL y la anulación del subsidio al gremio de los transportistas reflejaron con claridad su postura. 'Fue una medida autoritaria hacia el sector del transporte', criticó el diputado efemelenista Nelson Napoleón García, quien fue miembro, en aquel entonces, de la Comisión Interdisciplinaria de la Problemática del Transporte.

El desplante que generó la crisis

Soplaban vientos de huelga, a mediados de 2002, en el sector salud, incitados por el espectro de la privatización. La indigestión y el descontento de los galenos se hacían sentir con amenazas de paros de labores y marchas multitudinarias que llamaban a la revuelta social.

Francisco Flores se pronunció en contra de estas manifestaciones, achacándoles un tinte electorero de precampaña. Desde las calles, los sindicalistas pedían el establecimiento de una mesa negociadora para hablar sobre el tema, pero él se negó a hablar. 'Aquí no hay nada que dialogar, porque nadie está privatizando nada', fue su respuesta. Al otro lado, el FMLN abanderaba las causas de los médicos y se agregaba a las manifestaciones.

No fue sino hasta ver las consecuencias de los constantes paros de labores y la inestabilidad social que éstos generaban, que Flores se sentó con los sindicalistas. Tres reuniones tuvieron para intentar superar diferencias, pero las partes no lograron entablar ningún acuerdo y la huelga continuó tomando cada vez mayor intensidad.

Llegó octubre y la crisis del sector salud comenzó a llenar los titulares de los medios de comunicación de manera más contundente. La presión de los agremiados no dejaría de sentirse sino hasta que se cumplieran los nueve meses de huelga. Sin embargo, en todo este tiempo, del presidente no se escuchó ni una palabra. Lejos de eso, octubre significó la última conferencia de prensa sobre los temas de actualidad del país y el alejamiento total de los medios de comunicación por parte de Flores.

El secretario de comunicaciones de la presidencia, Carlos Rosales, defendió al mandatario argumentando que la decisión del presidente 'respondió' a la necesidad de no contagiar el escenario político que se avecinaba en marzo de 2003. Según él, las huelgas del sector salud respondían a ese mecanismo de campaña del FMLN.

'Él decía que no quería convertirse en un actor político y no quería entorpecer el ambiente preelectoral. No lo consideraba prudente', señaló Rosales.

No obstante, este divorcio con los medios de comunicación, sólo ensalzó más la brecha que existía entre ambos desde varios meses atrás.

Una de las primeras afrentas con las que se tropezó Flores fue la denuncia pública hecha por la televisora TV12, a mediados de enero de 2001, y que delataba supuestos boicots publicitarios, en contra de este canal de televisión. Estas privaciones se dieron luego de que el entonces periodista Mauricio Funes lanzara duras críticas a la 'desorganización' del gobierno al hacer la repartición de la ayuda humanitaria durante los terremotos.

A esta trama, y justo un mes antes de que el mandatario desapareciera de la escena pública, se sumó el capítulo de la 'Ley Mordaza'. Una prohibición 'maquillada', y avalada por Flores, hacia los medios para que estos estuvieran limitados a conseguir información sobre las auditorias que la Corte de Cuentas realiza a las dependencias del Estado.

El Faro se propuso entonces buscar una entrevista con el presidente para romper con esa racha de desinformación. La medida surtió efecto. Ante las presiones de este periódico, el mandatario accedió a conceder entrevistas, aunque él mismo determinó cuándo y con quiénes. No con todos. Sólo los 'grandes' medios consiguieron obtener distinción en la agenda presidencial, por su 'alto nivel de rating'. 'El presidente ha querido que el mensaje sea escuchado por la mayor cantidad de la población y eso sólo se hace a través de los grandes medios de comunicación y su rating', explicó Rosales.

El mandatario no volvió a comparecer frente a los medios, sino hasta un mes después de las elecciones municipales y legislativas en abril de 2003.

Flores pierde a sus amigos

Luego de las elecciones del 16 de marzo de 2003, y en un momento en el que los liderazgos tradicionales del partido arenero hablaban ya de la necesidad de unidad, después de cuatro semanas de señalamientos y de críticas en contra del Ejecutivo, Francisco Flores se llevó la peor parte. Su pecado: haber encaminado a su partido a perder las elecciones para diputados y alcaldes, a causa del 'descontento social' generado en la población por sus políticas de gobierno.

'Tiene que haber algunos cambios, tanto de políticas como de posiciones dentro del partido', sentenció el ex presidente Armando Calderón Sol a los pocos días de realizadas las elecciones. La limpia al interior del partido incluía la salida de los empresarios financieros que habían tomado las riendas del partido, encabezados por Archie Baldocci, Ricardo Poma y Roberto Murray Meza, incapaces de estrechar el vínculo partidario con los votantes, y sustituirlos por elementos propios de la vieja guardia arenera.

No fue casual que, en ese momento, asumiera un nuevo presidente la dirección del COENA. José Antonio Salaverría, identificado con el sector cafetalero, fue el espejismo de la crítica hecha a Flores por haber mantenido olvidado al sector agricultor.

El presidente no sólo había perdido frente a su partido sino que también frente a la oposición. Por un lado, la relación de apoyo que ARENA mantenía con la llave mágica del PCN se había estado quebrando con la negativa del presidente hacia las medidas propuestas por la oposición en conjunto, y sobre todo con las del PCN.

La 'operación aritmética' estaba despareciendo. Entre el tercer y cuarto año de gestión, Flores ya llevaba en su cuenta más de cuarenta vetos presidenciales a las propuestas que salían del pleno impulsadas por la oposición. El caso de los buseros fue un primer punto de partida del descontento pecenista.

Más tarde, en 2003, el PCN demostró con sus 16 diputaciones que aún mantenía la clave para que las propuestas fueran aprobadas o rechazadas.

Sumado a esto, la nueva correlación del pleno convirtió al 'partido de las manitas' en el aliado estratégico para el partido que obtuvo más diputados: el FMLN. Bajo la batuta de un 'cambio de postura' y un 'distanciamiento total del partido oficial' para que la población dejara a un lado la percepción de que el partido ha sido el comodín de ARENA, el máximo dirigente del PCN, Ciro Cruz Zepeda, anunciaba la alianza estratégica con el partido de izquierda. Flores había perdido una de sus principales cartas. Como primera muestra, la oposición aprobó en los primeros meses de ese año el reinstalo de lo médicos huelguistas, el perdón de las multas a los buseros y el incremento del 2% a los ingresos de las alcaldías. Por primera vez, Flores se quedó sin aliados dentro de su mismo partido y sin el escudo desde donde implementó sus principales propuestas: la Asamblea.

La carta ganadora del derrotado presidente

Sin embargo, más allá de sentarse a llorar por la leche derramada, ARENA y Flores iniciaron una carrera contra el tiempo en busca de una carta ganadora que los reivindicara frente al electorado, con miras a las elecciones de 2004. Era julio de 2003 y Flores aparecía agresivo ante los medios anunciando la implementación del Plan Mano Dura en contra de las pandillas juveniles.

Semanas más tarde, esa 'carta ganadora', proveniente de la cúpula arenera, fue filtrada a los medios de comunicación. La dirigencia del partido demandó a sus funcionarios ponerse en 'orden de combate' para captar votos con base en las simpatías que aportara la lucha contra las maras. 'La iniciativa Mano Dura -rezaba el documento-, y su respaldo por el 95% de los votantes, significa una oportunidad inmediata para que el partido se vincule con un tema ganador. El gran respaldo para esta iniciativa permitirá al Partido llegar en las mejores condiciones a los votantes de todos los partidos'.

Es entonces cuando la gestión política de Flores vivió su etapa más confrontativa con los sectores políticos del país. Si bien el FMLN ya había anunciado las medidas 'populistas y electoreras' que Flores pretendía implementar, y que fueron anunciadas en mayo de ese año con el 'incremento a la economía familiar, reducción de las tarifas eléctricas y ayuda total a la agricultura', el Plan Mano Dura logró encontrar el apoyo que las otras medidas no tenían.

Semanas después del anuncio de la 'guerra sin cuartel contra las pandillas criminales', Flores envió al pleno la propuesta de Ley Antimaras. La reacción fue de total rechazo a la medida.

Sin embargo, el apoyo de la población civil, reflejado en las encuestas de opinión, hacia la propuesta del presidente comenzó a darle réditos. En contraste, en la Asamblea todo era insultos y rechazos hacia el anteproyecto de ley por parte de los cuatro partidos de oposición.

Desde la palestra jurídica, el poder Judicial achacó que el Plan Mano Dura y la Ley Antimaras eran 'atentatorios' contra los preceptos constitucionales. Flores, desde los medios de comunicación, incendiaba el descontento de la ciudadanía acusando a la oposición y a los jueces de 'proteger a los delincuentes y dejar a un lado a las víctimas'.

Para septiembre, las encuestas ya reflejaban un crecimiento notable en la preferencia de los futuros votantes, que le dio un empate técnico a ARENA con el FMLN de cara a las elecciones presidenciales de 2004. Mientras tanto, el pleito entre los tres poderes del Estado llegaba a su clímax.

El 10 de octubre, en una maniobra que desconcertó por completo al FMLN, al PDC y al CDU, el partido en el gobierno logró conseguir los votos de su eterno aliado, el PCN, para aprobar la Ley Antimaras Temporal (esta duraría 180 días).

Sin embargo, en los meses siguientes, lo dictado por la Asamblea no hizo mella en la disposición final de los jueces del país. Los mareros eran capturados por la Policía y dejados en libertad por los jueces de los tribunales, por encontrar inconstitucional a la ley con la que eran recluidos.

Flores volvió a arremeter contra los jueces y la oposición al punto de llamarlos 'irresponsables'. Y el contragolpe no se hizo esperar de parte de su homólogo del Órgano Judicial, Agustín García Calderón, quien demandó de manera enérgica al mandatario que no se inmiscuyera en las atribuciones del poder Judicial y que respetara los señalamientos que los jueces realizaban. 'Todas las autoridades, aún el presidente de la república, están obligadas a acatar los fallos judiciales', sentenció.

Quedaba claro que el presidente había ganado una primera batalla al imponer la medida transitoria, sin hacer reparos en las críticas que surgían de todos los sectores del país. Incluso de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES), que es considerada como un centro de pensamiento económico y social de la empresa privada, que advirtió la posible violación al derecho de asociación con la implementación de esta normativa.

Rolando Alvarenga, entonces jefe de fracción de la bancada arenera, aseguró que el presidente siempre tenía la capacidad para recibir esas críticas. Sin embargo, su posición no dejó de reflejar lo excluyente de la política del Ejecutivo, apoyada por la bancada de ARENA. 'Nosotros creemos que no nos equivocamos. Si nuestra postura va a ser criticada, es porque así es la democracia', se jactó el diputado arenero.

La estrategia reinvindicadora

Flores, tras haber sido derrotado por la oposición y rechazado por su mismo partido luego de las elecciones de 2003, logró, en su último año de gestión, forjarse una popularidad sin par frente a la población civil, y todo gracias a la efectividad de su mensaje en contra de las maras. Discurso que también ocupó para darle al FMLN una estocada más, antes del golpe final de la elección del 21 de marzo de 2004.

En ARENA se abrió la carrera presidencial, y el director de la PNC, Mauricio Sandoval, se lanzó al ruedo. Le siguió el vicepresidente, Carlos Quintanilla Schmidt, y el ex presidente Armando Calderón Sol. Flores se encargó públicamente de negar el apoyo a alguno de los tres, y se tomó su tiempo para escoger su candidato.

En plena carrera proselitista, Flores tomó una posición partidarista y salió ante los medios acusando al FMLN de proveer de armas a las pandillas. Las acusaciones surgían del 'show' mediático de la PNC, que acababa de incautarse de un lote de 300 revólveres, procedentes de Brasil y etiquetadas con destino a la Alcaldía de Mejicanos, gobernada por el partido de izquierda. Pocos días después, y con mucha mayor discreción, la Policía admitía que parte del cargamento iba en realidad dirigido a la comuna de Antiguo Cuscatlán, que pertenece a su partido, y que el restante pertenecía a una armería, cuya dueña insistía en que el Gobierno pretendía quitarle el cargamento por 'motivos políticos'.

Pese a esto, el 21 de marzo de 2004 Flores logró reivindicarse frente a su partido tras haber impulsado uno de los principales motores que propiciaron el arrollador triunfo del candidato presidencial por ARENA, Antonio Saca, en las elecciones presidenciales.

En abril, aún cuando la Corte Suprema de Justicia (CSJ) declaró inconstitucional a la Ley Antimaras, Flores logró nuevamente prorrogar la medida e implementar una política en la que sólo él, y su partido, estaban de acuerdo.

Los dirigentes de los principales partidos de oposición ahora se sumaban en un mismo discurso para calificar la actuación del presidente Flores. 'El presidente siempre quiso imponer y no dialogar. Con él nunca se pudo entablar un dialogo concertador', señala el diputado por el CDU y ex candidato a la presidencia, Héctor Silva.

Esta falta de diálogo es la principal causa de los retrocesos que sufrió el país en el tema de gobernabilidad, según el Informe de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para El Desarrollo (PNUD), 'El Salvador 2003'.

El informe señaló que desde que el presidente Flores entró al Gobierno 'la concertación ha sido una práctica realizada con las fuerzas consideradas afines en el espectro político e ideológico, mas no con los adversarios. Los pocos intentos, encaminados a la resolución de conflictos, han sido débiles e inquebrantables, generando en el largo plazo una mayor desconfianza'.

'Desde 1999', concluyó el informe, 'El Salvador mostró un ambiente de confrontación y polarización, que no se veía desde la década de los noventa'.

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