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Violencia

¿Cree usted que en El Salvador la violencia afecta por igual a todos los estratos sociales?

Roberto Valencia

Hace tres años en El Salvador se cometían seis homicidios cada día, mientras que en la actualidad se están cometiendo 23. El salto es demasiado importante como para no ser percibido en el diario vivir de cada salvadoreño… si el punto de partida es que la violencia nos afecta a todos por igual. Esa es la pregunta que les queremos plantear a ustedes, amigos lectores de El Faro: ¿creen que la violencia homicida se distribuye de forma proporcional en todos los estratos de la sociedad o, por el contrario, afecta en especial a los salvadoreños de la mitad más empobrecida?

COMENTARIOS

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Francisco

Definitivamente no afecta igual a todos. Simplemente habría que comparar la tasa de homicidios en las comunidades de Soyapango e Ilopango con las de zonas como la Colonia Escalón, o la San Benito. Tampoco creo que los habitantes de esas residenciales se preocupen por a cuál supermercado ir a comprar por temor de ir a uno que sin saberlo esté en "los dominios" de la pandilla contraria a la de tu colonia. No es lo mismo tampoco que te asalten en una gasolinera (que posiblemente sea el tipo de violencia a la que se vean expuestos los miembros de la clase alta), a que te intercepten 5 o más pandilleros, te quiten la camisa, te saquen el DUI y todavía te hagan preguntas para saber si en efecto residís en el lugar que dice en el documento, todo esto con pistola en mano. Contestando a una pregunta de Roberto, sí creo que la sociedad se va a involucrar más hasta que las clases altas comiencen a ser afectadas directamente con el factor violencia. Lo siguiente no quiero que se malinterprete, pero mire usted nada más todo el alboroto e indignación que causo la muerte de la estudiante de la Matías, Hellen si mal no recuerdo. Y no estoy diciendo que esto esté mal, pero sería bueno ver la misma indignación con los otros cientos de personas que están muriendo en el país y donde las familias apenas tienen para comprar la caja. Por último, también estoy de acuerdo con el comentario de Roberto en que las personas que más ruido hacen sobre el tema, son las que menos afectadas se ven por este, pero sobre este punto creo que se debe porque para la clase baja, la violencia se ha extendido a tal punto, que la gente ya la ha normalizado e incluso aceptado como parte de su rutina diaria. Para ilustrarlo un poco: Hace poco en mi colonia hubo un operativo policial en la que capturaron a decenas de pandilleros, a los días escuché a dos señoras hablando en una pupusería, que estaba feo, que ahora la colonia estaba "desprotegida". ¿Puede creerlo usted?

Gloria Rosales Pena

Creo que en estos espacios de discusión que mencionas Roberto, los privilegiados son los que aportan y proponen soluciones al tema de seguridad porque estamos en un país demasiado desigual. En El Salvador (y a nivel internacional realmente) hay grupos minoritarios de privilegiados -una élite- que [man]tiene secuestrado al Estado, que son dueños de los medios de comunicación y que tienen influencia en los ‘tanques de pensamiento’ del país para que sirvan a sus intereses. Estoy de acuerdo con Liz cuando dice que estos grupos buscan imponer soluciones a su forma de pensar únicamente. La lógica detrás de este comportamiento creo que es, de nuevo, esa percepción de que ‘Nosotros’ -los privilegiados- somos superiores intelectual y económicamente a los ‘Otros’ –los menos privilegiados- que no saben leer ni escribir, que no leen el periodico, que no están informados, que sufren, que son vulnerables y por lo tanto hay que salvar (o salvarnos de ellos!). Creo que en esa representación de estos dos grupos está la justificación de por qué no se les incluye en esos espacios de discusión. Y ¿Que si se puede solucionar un problema sin tener en cuenta la opinión de los que más lo sufren? De ninguna manera, no lo creo. Eso es como ir al doctor a pasar consulta por un malestar que tienes, te acompaña un amigo, al que casi nunca ves (o conoces poco), y le describa al doctor cómo te enfermaste, cómo te sientes, cuáles son tus síntomas, etc., sin dejarte pronunciar palabra alguna, aunque el que está sufriendo eres tú y no él! Y bueno, en relación a las redes sociales… no estoy segura de que los que más proponen soluciones manoduristas sean los que menos sufren el problema. Es muy probable, pero también creo que en casi todos los sectores de la sociedad se encuentra gente que apoya estas medidas violentas contra el crimen, como tú mismo reiteraste antes Roberto, hay matices. Entonces, ¿por qué no 'lidiar' con ellos? …lastimosamente nuestra agresividad y defensiva es un producto de la desesperacion y cultura de violencia que existe en el país. Esa violencia tan asumida como natural y normal.

Zil B

La violencia homicida, como la expresión más salvaje de las violencias en El Salvador, recae principalmente en las personas más excluidas de la sociedad, pero ​¿​afecta a todos​? Considerando que la mayoría de homicidios se cometen con armas de fuego, ​El Salvador tiene ​un mercado favorable para vender municiones y/o armas​. Es uno de los países con más ​empresas de seguridad privada, tambié​n -dato no contrastado- plusvalía​seguramente ha subido la plusvalía​ en las "zonas seguras. ¿La violencia homicida afecta a este sector de la sociedad? ​C​reo -con todos los matices del caso- la existencia de un elevado índice de homicidios diarios tiene múltiples consecuencias en todo el país y los diferentes estratos de la sociedad. Todas las consecuencias son negativas. Y pese a ello​ resulta curioso que se ​la impunidad generalizada no solo del Estado frente al crimen sino de la naturalidad con la que alguna parte de la sociedad tolera o fomenta "soluciones" criminales frente al crimen​ ​produce más violencia​. ​ Por eso en relación con las preguntas. ¿por qué en los órganos de decisión o consultivos, en los sets de televisión y en los foros en los que se discute sobre seguridad, la inmensa mayoría de los que opinan y proponen son del segmento 'privilegiado' de la sociedad? Creo, -nuevamente con las excepciones- que es porque El Salvador es un país históricamente autoritario, clasista y racista. Por ello, se impone una forma de creer que deben ser soluciones como ellxs piensan.

Roberto Valencia

Gracias, Luis, José y Gloria. Generosos e interesantes aportes, propositivos. Parece que hay cierto consenso en que no afecta a todos los estratos por igual, pero que de una u otra manera nos termina afectando a todos. Lo complicado, parece, sería determinar cuál es el grupo de los más afectados y cuál es el de los 'privilegiados'. Yo creo que los 'privilegiados' somo -y es una generalización que por definición encierra excepciones- todos aquellos que no vivimos o trabajamos continuamente en zonas controladas por pandilleros. Hay, reitero, mil matices y excepciones, pero como afirmación general me parece válida. Y esta premisa me lleva a otra pregunta: ¿por qué en los órganos de decisión o consultivos, en los sets de televisión y en los foros en los que se discute sobre seguridad, la inmensa mayoría de los que opinan y proponen son del segmento 'privilegiado' de la sociedad? ¿Se puede solucionar un problema sin tener en cuenta la opinión de los que más sufren ese problema? Ocurre parecido en las redes sociales: tengo la sensación de que quienes más ruido hacen, quienes más cacarean y plantean soluciones de corte estrictamente manodurista, son los que menos sufren el problema. No sé qué opinan ustedes...

Gloria Rosales Pena

Creo que deberíamos cambiar el punto de partida. La violencia NO nos afecta a todos por igual. Una mujer no experimenta la violencia de la misma forma que la experimenta un hombre. Los jóvenes no la experimentan igual que los niños o los adultos mayores y, definitívamente, las personas con más capital económico y social tampoco la viven de igual forma. En ese sentido, parece lógico pensar que la violencia –en específico la homicida- sí afecta especialmente a la parte de la sociedad salvadoreña más pobre. Concuerdo con las dos causas que expone José P., aunque también agregaría el hecho de que estas personas han sido víctimas históricas de un Sistema que los excluye, los violenta y que, en consecuencia, los vuelve victimarios. ¿Y victimarios de quién y dónde? De las personas en su entorno más próximo. Y es que, como bien se expuso en un artículo de este periódico, las personas de más escasos recursos tienen menor movilidad dentro del país; por supuesto que les cuesta llegar a esas zonas más exclusivas del país. Ahora, ¿que si creo que la sociedad salvadoreña no se involucrará de lleno en resolver este problema hasta que afecte de forma directa y continuada a esos salvadoreños más “acomodados”? En efecto, creo que no se involucrará hasta que la violencia de verdad los alcance. Por más que quiera negarme a creerlo, es así. Hay una incapacidad generalizada de ver a esa parte de la población con menos recursos (y sobretodo a los pandilleros) como iguales a nosotros. El Estado y los más privilegiados les otorgan un status de ciudadanos de segunda clase cuyos intereses realmente no valen. Los convierte en el ‘Otro’, alguien (o algo) completamente ajeno, alejado de nosotros. Por eso creo que para encontrar una alternativa a esta situación tan compleja, no sólo necesitamos un liderazgo ‘con visión’ como propone José P., mejorar nuestro sistema judicial o reducir la desigualdad que existe en el país, como bien menciona Luis Marroquín, sino que necesitamos un cambio profundo en nuestra forma de pensar. Es decir, dejar de pensar que es mejor meterlos a todos a la cárcel o matarlos a todos porque sí, porque es más fácil, porque ya no tienen solución, porque que ya no se puede [sobre]vivir con esta violencia. Esto implica cambios de pensamiento a nivel individual y colectivo en relación a nuestra identidad, nuestra cultura y lo que entendemos por ‘Nosotros’. Un cambio que nos permita reconocer que TODOS estamos conectados; que lo que le pasa al pobre también me afecta, que lo que le pase a las mujeres, a los niños (a quien sea!), de una u otra manera también me terminará afectando. Y para lograrlo debemos establecer puentes con esta parte de la sociedad más empobrecida y violenta, con las pandillas. Urge establecer un diálogo con ellas. Estoy conscientísima de que esta opinión no sera la más popular ni probablemente la respuesta que querían escuchar, pero de todo corazón creo que vale la pena reflexionar sobre estos aspectos.

Gloria Rosales Pena

Creo que deberíamos cambiar el punto de partida. La violencia NO nos afecta a todos por igual. Una mujer no experimenta la violencia de la misma forma que la experimenta un hombre. Los jóvenes no la experimentan igual que los niños o los adultos mayores y, definitívamente, las personas con más capital económico y social tampoco la viven de igual forma. En ese sentido, parece lógico pensar que la violencia –en específico la homicida- sí afecta especialmente a la parte de la sociedad salvadoreña más pobre. Concuerdo con las dos causas que expone José P., aunque también agregaría el hecho de que estas personas han sido víctimas históricas de un Sistema que los excluye, los violenta y que, en consecuencia, los vuelve victimarios. ¿Y victimarios de quién y dónde? De las personas en su entorno más próximo. Y es que, como bien se expuso en un artículo de este periódico, las personas de más escasos recursos tienen menor movilidad dentro del país; por supuesto que les cuesta llegar a esas zonas más exclusivas del país. Ahora, ¿que si creo que la sociedad salvadoreña no se involucrará de lleno en resolver este problema hasta que afecte de forma directa y continuada a esos salvadoreños más “acomodados”? En efecto, creo que no se involucrará hasta que la violencia de verdad los alcance. Por más que quiera negarme a creerlo, es así. Hay una incapacidad generalizada de ver a esa parte de la población con menos recursos (y sobretodo a los pandilleros) como iguales a nosotros. El Estado y los más privilegiados les otorgan un status de ciudadanos de segunda clase cuyos intereses realmente no valen. Los convierte en el ‘Otro’, alguien (o algo) completamente ajeno, alejado de nosotros. Por eso creo que para encontrar una alternativa a esta situación tan compleja, no sólo necesitamos un liderazgo ‘con visión’ como propone José P., o reducir la desigualdad que existe en el país, como bien menciona Luis Marroquín, sino que necesitamos un cambio profundo en nuestra forma de pensar. Es decir, dejar de pensar que es mejor meterlos a todos a la cárcel o matarlos a todos porque sí, porque es más fácil, porque ya no tienen solución, porque que ya no se puede [sobre]vivir con esta violencia. Esto implica cambios de pensamiento a nivel individual y colectivo en relación a nuestra identidad, nuestra cultura y lo que entendemos por ‘Nosotros’. Un cambio que nos permita reconocer que TODOS estamos conectados; que lo que le pasa al pobre también me afecta, que lo que le pase a las mujeres, a los niños (a quien sea!), de una u otra manera también me terminará afectando. Y para lograrlo debemos establecer puentes con esta parte de la sociedad más empobrecida y violenta, con las pandillas. Urge establecer un diálogo con ellas. Estoy conscientísima de que esta opinión no sera la más popular ni probablemente la respuesta que querían escuchar, pero de todo corazón creo que vale la pena reflexionar sobre estos aspectos.

José P.

Estoy de acuerdo con los comentarios anteriores que la violencia afecta más a las personas más pobres. Creo que esto es porque estas personas se encuentras más expuestas por al menos dos razones. La primera es que viven en zonas controladas por las maras y carecen de los recursos necesarios para cambiar de residencia y, la segunda, porque sus empleos les demandan desplazarse o trabajar en zonas de alto riesgo. Además de estar expuestas, estas familias también no cuentan con el capital económico ni la información necesaria para protegerse. Sin embargo, no estoy de acuerdo con que las familias mas adineradas no se ven afectadas en lo absoluto. Sí creo que son menos afectadas que las más pobres, pero no que no les afecte. Estas familias están menos expuestas y también tienen los recursos y la información necesaria para protegerse, sin embargo, por el simple hecho que tengan que protegerse es señal de que están siendo afectadas. Esto en el fondo limita su esfera de acción a una burbuja y a vivir enmurallados, algo lamentable en un país tropical tan bello como El Salvador. Vivir enmurallado y la sensación de inseguridad fuera de su círculo conocido se ha vuelto cotidianidad. Residenciales de clase media ya ofrecen seguridad como parte de sus atractivos básicos. Esto en sí mismo es un hecho lamentable y no es normal. Basta con preguntarle a alguien que haya vivido en otro país. La violencia homicida afecta más directamente a la mitad más empobrecida, sin duda, pero también a la otra mitad. Esta mitad que puede pagarse, con esfuerzo o con holgura, sentirse un poquito más seguro y que renuncia a parte importante de su libertad. El que pertenezca a esta mitad y crea que no le afecte o que es problema de otro debe cuestionarse si quisiera vivir en un mundo donde no sea necesario tener un vigilante en cada esquina, polarizar el carro de forma obligatoria o tener miedo a contestar llamadas de desconocidos. La pregunta del señor Valencia es una pregunta dificil, pues creo que el hecho que afecte a estos grupos no es garantía que la sociedad salvadoreña se comprometa a solucionar el problema. Por el momento, no tengo una respuesta contundente. Lo que sí creo es que es necesario un liderazgo de parte del sector público o privado que haga creer que el problema sí tiene solución. Por ejemplo, Tijuana creo el movimiento "Tijuana Innovadora" (www.tijuanainnovadora.com) para atraer inversión en respuesta a la mala imagen de esta cuidad por sus altos índices delincuenciales ligados a carteles de drogas. Esta fue una iniciativa del sector privado la cual el sector público apoyó fuertemente. Tijuana se benefició de esta iniciativa (por ejemplo, evitó que la planta de Toyota cerrara y perder 3,000 empleos[1]) y se vendió como un centro estratégico debido a su proximidad con las zonas de producción de tecnología de California. Yo dudo que El Salvador no tenga ventajas comparativas ligadas a su posición geográfica, tamaño o la calidad y espíritu trabajador de su gente. El problema es que yo no veo ninguna señal clara de liderazgo para resolver el problema, ni del sector público ni del privado. Personalmente creo que la situación puede (y debe) mejorar, pero es un esfuerzo de todos, cada quien tiene que aportar desde su posición. Yo soy estudiante, y creo que como estudiantes nuestro primer deber es entender y estudiar el problema, opinar y hacerlo de forma responsable. Volviendo a su pregunta, señor Valencia, sin un liderazgo con visión que tenga credibilidad creo que será dificil que nos comprometamos con una solución. Aún cuando la violencia comience a afectar directamente a la porción más favorecida de los salvadoreños. Muchas gracias por el espacio. [1] Según el del Banco Mundial "Cómo las empresas se adaptan a la violencia: experiencias de alrededor del mundo", título original en inglés: "How Firms Cope with Crime and Violence: Experiences from around the World"

luis marroquin

Yo un estudiante de 20 años de la Universidad Evangélica no me afecta directamente, pero seré sincero no me afecta porque los pandilleras no han podido entrar a esta zona ya que es una famosa zona de venta de droga entonces ellos no permiten entrada de pandilleros para no crear mala fama y que ningún consumidor tenga miedo a comprar, yo puedo caminar tranquilamente por la calle y la uso casi todos los dias para ir al gimnasio y nunca me han intentado asaltado solo una vez por la zona de la bernal pero ahí tengo entendido ya es zona de asalto aunque logre escapar corriendo; pero si hubiera vivido en una zona mas marginal y pobre seguramente hubiera terminado muerto o medio muerto, yo llego a la conclusión que claramente los homicidios afectan a los que menos recursos económicos tienen y es otra muestra de la gran desigualdad que existe en este pais

Roberto Valencia

Gracias por participar, Raúl Antonio. Y aprovecho sus palabras para aterrizar un poco más la pregunta: ¿creen que la sociedad salvadoreña no se involucrará de lleno en resolver este problema hasta que afecte de forma directa y continuada a esos salvadoreños que, parafraseando a Raúl Antonio, viajan en carro propio y viven en residenciales privadas?

Raúl Antonio Sigarán

No, la violencia no afecta a todos por igual. Igual que durante la guerra, una parte de la sociedad, la que tiene más recursos, puede pagar colegios para sus hijos, viajar en carro propio, vivir en residenciales con seguridad privada, salir a pasear a los centros comerciales, pasar el fin de semana en ranchos privados... Para los salvadoreños que tienen todo eso la violencia les afecta poco y nada; si no leyeran diarios, vieran la televisión o las redes sociales, creerían que es un país como cualquier otro.

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