EF Académico / Violencia

Centroamérica paga un precio alto por tener policías corruptos

No ocurre solo en El Salvador: la corrupción policial también está carcomiendo las instituciones policiales en otros países. Y cuando agentes de la Policía abusan de su poder al aceptar sobornos, maltratar personas o participar en actividades delictivas la gente no solamente pierde la confianza en la Policía, sino también en sus gobernantes y en las instituciones políticas en general.


Martes, 30 de agosto de 2016
José Miguel Cruz

El desempeño de la Policía es de suma importancia para las democracias consolidadas, pero es todavía más importante en países postautoritarios en los que no se ha establecido un firme apoyo ciudadano para el régimen democrático. Tal y como Mark Ungar y otros han señalado, en Latinoamérica la reforma de las instituciones policiales se llevó a cabo no sólo para mejorar la capacidad de los nuevos estados democráticos, sino también para evitar el regreso a las prácticas represivas del pasado. Sin embargo, en la actualidad la corrupción policial está carcomiendo las instituciones policiales en América Latina. En algunos países de Centroamérica, la situación es tan grave que agentes policiales siguen asesinando impunemente a sospechosos y a ciudadanos inocentes. Diversos informes de organizaciones de derechos humanos, de Naciones Unidas y del Departamento de Estado han denunciado la participación de fuerzas policiales en escuadrones de limpieza social y en ejecuciones extrajudiciales en Guatemala, El Salvador y Honduras.

En los últimos veinte años, los procesos de liberalización política han impulsado el debate sobre la relación entre la Policía, la violencia criminal y los regímenes políticos. Cuando las dictaduras llegaron a su fin, la policía se convirtió en una pieza esencial en los esfuerzos para construir sistemas democráticos de justicia penal. La mayoría de estudios sobre Policía se han concentrado en la necesidad de reformar las instituciones policiales y prevenir los abusos del pasado. En un trabajo académico reciente, publicado en el Journal of Latin American Studies, me propuse estudiar los efectos de la conducta policial sobre el apoyo a las instituciones de los sistemas políticos centroamericanos. Utilizando datos del Barómetro de las Américas 2008, realizado por LAPOP, el artículo examina si la mala conducta policial reduce la legitimidad política de los gobiernos en Centroamérica frente a los ojos de la gente.

Por lo general, estudios sobre el impacto del comportamiento de la Policía en la legitimidad se han concentrado solamente en las instituciones del sistema de justicia criminal y han ignorado las instituciones políticas. Dado que la mayoría de estudios se han llevado a cabo en democracias consolidadas, los autores asumen que las acciones policiales son importantes en la medida en que facilitan la aceptación de la autoridad policial, cuando en realidad lo que hace la Policía también puede contribuir a la creación de un sentido de lealtad a las instituciones políticas del sistema, como la presidencia y el parlamento.

En contraste con los estudios de legitimidad política, que tienden a subrayar la importancia de los resultados (es decir, la eficacia del régimen en sobrevivir las crisis económicas, la generación de riqueza y la lucha contra la delincuencia), las investigaciones predominantes en la legitimidad de la Policía pone de relieve la importancia de los procedimientos policiales en la creación del apoyo de la gente hacia la Policía.

En este estudio, mi argumento es que la mala conducta policial reduce el apoyo de la gente hacia las instituciones fundamentales del sistema político, y que sus efectos son tan importantes que su impacto se puede detectar incluso después de controlar otras variables intervinientes, tales como la situación económica o la inseguridad. La mala conducta policial puede tomar diferentes formas. En el artículo se examinan tres tipos de mal comportamiento policial: corrupción policial, abuso policial y participación de la policía en actividades delictivas. A menudo, estas formas de mala conducta policial están relacionadas: un agente implicado en actividades delictivas es en esencia un policía corrupto propenso al abuso y la extorsión.

En Centroamérica, como parte de transiciones políticas, todas las instituciones policiales fueron reformadas en los últimos veinte años. En El Salvador, Honduras y Guatemala, el ejército fue removido oficialmente de las agencias de seguridad interna y nuevas instituciones policiales civiles fueron creadas. En Nicaragua, los resultados de las elecciones del 1990 empujaron a los Sandinistas a impulsar reformas en la policía y el ejército. La amplia variación de experiencias con las instituciones policiales en la región y el impacto de las actitudes de los ciudadanos hacia el régimen político (ya sea una democracia o no) nos pueden ayudar a entender la importancia de la policía en sociedades post-transicionales e identificar las dificultades que algunos países tienen en la construcción de regímenes democráticos.

Los resultados del estudio validan mi argumento que el abuso policial está negativa y estadísticamente asociado con la legitimidad a nivel de sistema político en todos los países de América Central. Los ciudadanos que son víctimas o testigos de mala conducta policial confían menos en las instituciones del sistema político, en comparación con las las personas que no han sido testigos de abuso policial. En otras palabras, cuando agentes de la policía abusan de su poder al aceptar sobornos, al maltratar personas y al participar en actividades delictivas, la gente no solamente pierde la confianza en la Policía, sino también pierde la confianza en los gobernantes y en las instituciones políticas en general.

La literatura reciente sobre delincuencia y legitimidad en América Latina nos ha hecho creer que los niveles extremadamente altos de crimen e inseguridad afectarán automáticamente el apoyo político a las instituciones del régimen, como si todo lo que importase es la eficacia del gobierno en el combate de la inseguridad. Esta suposición es problemática, ya que asume que lo único que tiene que hacer el gobierno es mantener baja la delincuencia a cualquier costo. Esta forma de pensar ignora la importancia de los procedimientos apegados a la ley en la construcción de legitimidad. Es importante recordar que los regímenes autoritarios del pasado intentaron construir su legitimidad sobre la falacia que los dictadores eran capaces de controlar mejor el crimen porque eran extremadamente severos con los criminales.

En los sistemas democráticos —o que se dicen democráticos— hay diversas formas de entender, generar y mantener legitimidad política. Las personas con recuerdos de las instituciones represivas del pasado comprenden la importancia de una institución policial respetuosa del estado de derecho y los derechos humanos. En tal sentido, la legitimidad se puede conservar en la medida que los agentes de Policía no maltraten y abusen de las personas que se supone deben proteger.

En resumen, ya sea en una democracia consolidada (como en Costa Rica) o en semidemocracias (como en el resto de Centroamérica), el mal comportamiento de la Policía y las percepciones persistentes de participación policial en estructuras de crimen organizado están teniendo efectos devastadores sobre la estabilidad política.

El abuso policial y la corrupción pueden subvertir las perspectivas de gobernabilidad democrática y afectar las reservas culturales de estabilidad política. Sin duda, una Policía respetuosa de la ley no es una condición suficiente para la gobernabilidad democrática, pero una fuerza policial corrupta puede ser un impedimento significativo para la consolidación democrática. Lamentablemente, teniendo en cuenta que el problema de corrupción policial es sistémico en varios países, podemos esperar que el apoyo a regímenes políticos democráticos continuará siendo limitado en algunas sociedades centroamericanas.

 

*José Miguel Cruz es Director de Investigaciones Director of Research del Kimberly Green Latin American and Caribbean Center en Florida International University. Esta entrega se basa en su artículo “Police Misconduct and Political Legitimacy in Central America” . Journal of Latin American Studies 47 (02), Mayo 2015, 251-83.

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