Internacionales / Violencia

Los musulmanes de Barcelona temen perder su oasis de convivencia

Comparado con la islamofobia creciente en otras sociedades europeas, como Reino Unido o Francia, Cataluña es un país en el que los migrantes musulmanes dicen sentirse bien recibidos. Los atentados yihadistas del 17 de agosto en Barcelona y Cambrils han generado incertidumbre en una comunidad compuesta por unas 500,000 personas, si bien las primeras reacciones de los catalanes han sido positivas.


Sábado, 19 de agosto de 2017
Daniel Bosque (AFP) / El Faro

Omar sostiene un cartel que dice
Omar sostiene un cartel que dice 'Soy musulmán, no terrorista', en una manifestación de repulsa convocada por migrantes musulmanes en Barcelona este 19 de agosto, dos días después de los ataques que provocaron 14 muertos, reivindicados por el grupo yihadista Estado Islámico. Foto Lluis Gené (AFP).

Barcelona, CATALUÑA. Se acerca la hora del rezo y el imán Raja Miah no espera mucha asistencia. Desde los atentados de Barcelona y Cambrils, la numerosa comunidad musulmana del barrio barcelonés del Raval teme perder la convivencia cultural imperante hasta ahora en Cataluña.

“La gente tiene mucho miedo”, explica Miah sentado en un cuarto diminuto mientras, justo al lado, una quincena de niños aprenden el Corán en esta modesta mezquita en el corazón del Raval, a apenas medio kilómetro de Las Ramblas, de luto desde el jueves.

“Hay mucho miedo, apenas salen. Muy poca gente viene a rezar. Normalmente somos unas cuarenta personas, anoche no éramos ni quince y por la mañana diez”, explica este imán de 23 años, llegado hace nueve años desde Bangladés.

La comunidad musulmana del país vivía hasta ahora en un oasis ante el auge de la islamofobia en Europa: los partidos de extrema derecha son completamente residuales y sólo un 4 % de los ciudadanos residentes en el Estado español considera la inmigración un problema, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS, oficial).

Aun así, la ola de atentados del grupo yihadista Estado Islámico en Europa provocó un aumento de los incidentes islamófobos, pasando de 48 a 534 entre 2014 y 2015, según la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia.

Y ahora, después de los atropellos masivos que causaron 14 muertos y más de 120 heridos, temen que pueda ser peor.

Un incómodo silencio reinaba el sábado por la mañana de las zigzagueantes y habitualmente bulliciosas calles del Raval, un barrio popular y densamente poblado junto a Las Ramblas. La mitad de su población es migrante, con una extensa comunidad de Pakistán, Bangladés y Marruecos. “Los catalanes nos tratan bien, nos ayudan, nos hacen sentir en casa”, explica Raja.

Pero apenas unos minutos después del atentado de Barcelona ya empezó a sentir que algo cambiaba. Asustado, huía de los alrededores de Las Ramblas cuando lo paró la policía: “Es normal, me vieron con barba y la túnica y quisieron cachearme. Pero te sientes mal”, explica.

“Nos da miedo que pase como en Francia, Reino Unido u otros sitios”, donde los partidos de extrema derecha crecieron fuertemente en los últimos años, reconoce Islam Zahid, que a sus 22 años regenta un pequeño supermercado en una escondida calle donde sólo se escucha el ruido de unos críos jugando al fútbol.

Manifestación en Barcelona

Remontando Las Ramblas con su hija hacia una manifestación de la comunidad musulmana en repulsa de los atentados, el marroquí Marzouk Rouj asegura estar “hundido”.

En la concentración, justo al principio de la céntrica avenida, un centenar de personas, muchas con los ojos humedecidos, condenan los atentados reivindicados por la organización Estado Islámico. “No son musulmanes, son terroristas”, “Islam es paz”, gritaban.

“Llevo más años viviendo aquí que en mi país. Mis hijos van a la escuela aquí y no quiero que los miren mal por culpa de unos bárbaros”, dice Marzouk, empleado de la construcción de 39 años, que llegó de Nador cuando tenía 16.

Por la tarde, varios musulmanes hicieron una ofrenda floral en los homenajes espontáneos a las víctimas realizados en Las Ramblas.

“Al final los musulmanes somos las principales víctimas, tanto por las muertes como por la presión social”, explica Xantal Genovart, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Musulmanas de Cataluña.

En Cataluña vive más de medio millón de musulmanes.

Pese a todo, Mounir Benjelloun, presidente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas, se muestra optimista: “Creo que España sabrá manejar y separar a los culpables para que no prospere ese mensaje xenófobo”.

Por el momento, las señales son positivas: el viernes una veintena de manifestantes contra el islam en las Ramblas tuvieron que retirarse cuando los viandantes les cerraron el paso a gritos de “¡Racistas no!”.

© Agence France-Presse

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