Cataluña decide realizar un plebiscito sobre su independencia; el gobierno central responde con medidas enérgicas, incluso violentas, para impedir la votación que la Constitución española prohíbe. Cataluña insiste y realiza el plebiscito, los resultados son los esperados, pero no tienen validez. Hay heridos, la confrontación y polarización suben de nivel. Pierden todos, sobre todo el pueblo.
Trump confronta a muchos; en sus últimos posicionamientos se pelea con Corea del Norte, con la gobernadora de Puerto Rico, con su mismo partido. Sus posicionamientos solo llevan a mayor polarización y preocupan a muchos. Corea del Norte no retrocede sino aumenta su retórica y acciones bélicas, lo cual podría terminar en una catástrofe mundial de enormes dimensiones. Puerto Rico sigue sin recibir ayuda. El partido republicano se sigue dividiendo y Trump queda cada vez más aislado. Pierden todos, sobre todo las naciones y sus pueblos.
En nuestro país ese ha sido también el caso, especialmente en la interacción entre los políticos y sus partidos políticos. Por lo general han prevalecido los intereses de partido sobre los de nación. Ese fue el caso con las finanzas públicas. Después de muchos alegatos, técnicos inicialmente, luego más políticos e incluso personales en algunos momentos por parte de los servidores públicos, prevalecieron por meses, años, los intereses partidistas, lo que generaba mayor polarización y confrontación. Los partidos cayeron en las encuestas públicas, las finanzas se deterioraron significativamente. Perdieron todos, sobre todo el país.
Pero la semana pasada pareció romperse esa tendencia. Los políticos y sus partidos, después de dos años de confrontación, se pusieron de acuerdo y aprobaron en solo dos días reformas parciales al sistema de pensiones y al plan de endeudamiento público. El hecho mejoró de inmediato las perspectivas de las finanzas públicas. El Salvador podrá terminar el año en negro, con balance positivo. Los inversionistas vuelven a interesarse en el país. Las fuerzas vivas alaban la medida y los partidos políticos de todas las tendencias tratan de adjudicarse el crédito de la misma. Nadie obtiene todo lo que deseaba, pero esa es la base de una negociación: todos deben ceder. La ganancia total solo es posible con una victoria total de un lado sobre el otro.
Esta simple acción significará para el país ahorros sustanciales. Si se hubiera caído en impago como sucedió a principios de año, la calificación crediticia hubiera caído todavía más y por tanto subido las tasas de interés que pagamos por el dinero que pedimos prestado. La Hacienda Pública hubiera tenido que seguir aplicando recortes, incluso a servicios básicos. La aprobación del presupuesto nacional para 2018 se hubiera complicado sobremanera, deteriorando aún más el desarrollo económico, etc.
Las reformas financieras hechas son parciales, no solucionan las finanzas públicas. El sistema de pensiones sigue siendo inviable hasta que no se reformen sus parámetros y algunas de sus leyes. Las finanzas públicas necesitan acciones que incrementen los ingresos y bajen los costos, necesitan una reforma fiscal. De ello ya se ha hablado mucho, se han vislumbrado y discutido las posibles soluciones. Pero hasta ahora se ha seguido la misma vía de confrontación y no de busca de consensos de largo plazo.
Voces de diferentes tendencias políticas, del país e internacionales, han advertido desde hace meses que el momento de hacer cambios clave es ahora, antes de las elecciones legislativas de 2018 y presidenciales de 2019. El acuerdo de los partidos políticos de la semana anterior nos demostró que sí se puede. Por el bien de todos, incluyendo el de los mismos partidos políticos, ¿por qué no se ponen de acuerdo una vez más y, como dice Mafalda, damos el mejorazo?
*Mauricio Silva es director por Centroamérica en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).