El Salvador / Política

Bukele y Wright ponen a madurar los frutos del árbol antipartidos

El alcalde recién expulsado del FMLN y el diputado disidente de Arena pretenden la presidencia de la República y, justo cuando más rechazo generan los dos principales partidos, organizan movimientos políticos alternos. Paralelamente casi una veintena de personas apartidarias lucha por un escaño en las legislativas de 2018. ¿Sucederá que esta nueva generación de políticos romperá la hegemonía de los partidos herederos de la posguerra?


Domingo, 29 de octubre de 2017
Gabriel Labrador y Jimmy Alvarado

Mauricio Interiano; presidente del Coena, Salvador Sánchez Cerén; presidente de El Salvador y Medardo González; secretario general del FMLN. Los tres representan partidos que, según encuestas como la de la UCA del mes de junio de 2017, no están bien evaluados por la poblacón. Dos de cada tres salvadoreños no quieren ni que vuelva Arena a gobernar ni tampoco que el FMLN siga gobernando. Foto de El Faro, cortesía de casa presidencial.
Mauricio Interiano; presidente del Coena, Salvador Sánchez Cerén; presidente de El Salvador y Medardo González; secretario general del FMLN. Los tres representan partidos que, según encuestas como la de la UCA del mes de junio de 2017, no están bien evaluados por la poblacón. Dos de cada tres salvadoreños no quieren ni que vuelva Arena a gobernar ni tampoco que el FMLN siga gobernando. Foto de El Faro, cortesía de casa presidencial.

Nayib Bukele, el político con mejor imagen de El Salvador, cree que puede llegar a ser presidente en 2019 de la mano de un movimiento político sui generis, sin principios ni doctrina y ajeno a los partidos tradicionales. Johnny Wright, el diputado de derechas que se atrevió a decir que es necesario debatir sobre la prohibición absoluta del aborto y sobre matrimonio igualitario, cree que puede crear un nuevo partido capaz de lograr algún escaño en las legislativas de 2021. En un país que acostumbra definir gobierno con la fuerza del voto duro y con un amplio historial de fracasos de las terceras vías, lo de Bukele, Wright y casi una veintena de aspirantes a llegar en 2018 a la Asamblea Legislativa sin representación partidaria, podría parecer una locura, pero intentan aprovechar la aguda fiebre antipartidos para romper la hegemonía de Arena y FMLN de los últimos 25 años.

Ante la opinión pública el rebrote de independientes lo encabezan dos millonarios, Bukele y Wright, unidos por la característica de haber llegado a su cargo actual en 2015 arropados con las banderas de los dos más grandes partidos, y por criticar abiertamente a sus organizaciones. Bukele en más de una ocasión advirtió que el FMLN podía favorecer la corrupción con sus decisiones, y Wright también en más de una ocasión advirtió lo mismo sobre su partido Arena. Ahora Bukele está fuera del FMLN y Wright sigue en Arena, pero ya anunció que no buscará la reelección. Y ambos anunciaron que 2018 no marcará el final de sus carreras políticas. Por el contrario, se han lanzado a una aventura que desafía la historia, pero confían en poder cambiarla. Y, para eso, dependen de la virulencia de la fiebre antipartidos.

Las similitudes entre el alcalde exefemelenista de San Salvador y el diputado arenero terminan ahí. El estilo de Bukele fue desde antes de ser alcalde capitalino el del choque abierto y provocador, con altas dosis de ironía e impulsivo. Apenas tenía dos años como alcalde de Nuevo Cuscatlán cuando ya sugería que su partido iba a hacerle la comparsa a la corrupción si insistía en una reforma para quitarle atribuciones al Instituto de Acceso a la Información Pública.

Wright optó por un desafío progresivo, con planteamientos sutiles al inicio sobre la necesidad de discutir sobre la penalización absoluta del aborto o sobre el derecho al matrimonio para personas del mismo sexo, para terminar señalando a sus compañeros de partido de coquetear con la corrupción y de pisotear la institucionalidad del país.

Nayib Bukele en noviembre de 2012 en CIFCO, durante la XXIX convención nacional del FMLN. Foto Mauro Arias.
Nayib Bukele en noviembre de 2012 en CIFCO, durante la XXIX convención nacional del FMLN. Foto Mauro Arias.

Bukele decidió correr el riesgo del divorcio forzoso con el FMLN, mientras Wright escogió una separación de menos escándalo. Y ahora que ambos tienen un futuro fuera de sus partidos, Bukele corre hacia la presidencial de 2019, mientras Wright prefiere caminar hacia la legislativa de 2021 y, solo si viera oportunidades realistas, intentaría algo en 2019. A ambos les seduce la presidencia de la República y ambos saben que para buscarla deberán, eventualmente, inscribirse en un partido político. Pero su plan es que esa organización esté hecha a la medida de sus gustos y necesidades.

Bukele, Wright y los candidatos a diputados no partidarios se aferran a la esperanza de que el descrédito de los partidos políticos se vuelque en las urnas a su favor. Y hay quienes, desde afuera, creen que la ciudadanía dará la espalda a Arena y FMLN, pero no se sabe cuándo. “Realmente Arena y el FMLN están en declive. Es cuestión de tiempo para que su predominio deje de ser”, dice el politólogo Álvaro Artiga, después de recordar los resultados de la encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública de la UCA (Iudop) de junio pasado, que mostraron que dos de cada tres salvadoreños rechazan que el FMLN siga en el gobierno, pero también dos de cada tres salvadoreños rechazan que Arena vuelva a la presidencia.

Hasta ahora, quienes vistieron una bandera de Arena o FMLN y luego intentaron continuar carrera con otras organizaciones, fracasaron con estruendo, salvo excepciones. Héctor Silva, que ganó para el FMLN la alcaldía de San Salvador en 1997 y 2000, fracasó cuando, finalmente, buscó la presidencial en 2004 con la bandera de una coalición PDC-Cambio Democrático. Los disidentes efemelenistas de Partido Demócrata (1997), y luego renovadores y reformistas también fallaron al intentar reelegirse como diputados con nuevas banderas. El mismo expresidente Antonio Saca (2004-2009), con buenos números en las encuestas, se lanzó infructuosamente por la presidencia de El Salvador en 2014, cinco años después de haber sido expulsado de Arena. Ni siquiera pasó a segunda ronda. La gran excepción de los últimos años ha sido el partido Gana, que surgió del cisma en Arena en 2009 que provocó la expulsión de Saca.

Bukele dio el primer golpe sobre la mesa el domingo 15 de octubre, cinco días después de que se anunciara su expulsión del FMLN, un escenario esperable luego de años en pugnas con su partido. Entonces lanzó su precandidatura para 2019. A Bukele, de 36 años de edad, nadie se le acerca en las encuestas en términos de imagen. Él lo sabe y por eso anuncia que este es su momento.

Con su proclamación de hace dos semanas, podría decirse que Bukele venció en el timing a Johnny Wright, que a los 33 años decidió renunciar a buscar la reelección para un segundo mandato legislativo con Arena y comenzó a ponderar los caminos posibles para continuar en política. Entre los caminos que evaluó estaba lanzarse como candidato a diputado no partidario, pero eso quedó descartado por una sentencia de la Sala de lo Constitucional de 2014, y por una reforma de ley, en julio, que prohíbe a un funcionario de elección popular inscribirse en otro partido cuando se cumple el período de funciones para el cual fue elegido. A diferencia de Bukele, con una meta puesta en 2019, lo de Wright es una promesa con futuro no muy preciso: su movimiento 'Nuestro Tiempo' aspira a la construcción de una nueva derecha política, más liberal, ajena a la ortodoxia del partido Arena pero que, según ha dicho, tiene como objetivo la legislatura que arranca en 2021. Wright ha protagonizado durante los últimos dos años y medio distanciamientos con las posturas tradicionales de Arena sobre la selección de funcionarios que por ley le corresponde a los diputados, sobre el aborto o el matrimonio igualitario.

Aunque según Wright, él y Bukele no buscan lo mismo a corto plazo, su anuncio de crear su propia organización se produjo un día después de que el alcalde hiciera su propio lanzamiento.

Movimiento monoteísta

Bukele ha sido un fenómeno político. De la nada, en 2012 se convirtió en alcalde de un pequeño y desconocido municipio al sur de San Salvador en representación del FMLN, y en 2015 conquistó la capital. A pesar de su lucha contra su partido, las encuestas lo muestran con una fuerza excepcional en simpatía ciudadana. Según una medición de Cid-Gallup en octubre, Bukele tenía un saldo favorable de 51 puntos al restar al porcentaje de apoyo, el porcentaje de rechazo. Esta posición, que lo coloca por encima de cualquier otro político salvadoreño, hombre o mujer, también marca diferencia respecto de Antonio Saca, quien para la presidencial de 2014 nunca despegó del tercer lugar.

Bukele le apuesta a esas cifras, pero también al descontento. Con su segundo anuncio del miércoles 25, dio forma al proyecto que había lanzado el domingo 15 en el que reveló su aspiración presidencial. Dijo que su movimiento se llamará “Nuevas ideas”, como su eslogan de campaña para ganar el gobierno de la capital en 2015. Según Bukele, lo suyo no tendrá una estructura jerárquica (como la tienen los partidos políticos) ni tampoco una autoridad centralizada ni estatutos ni principios. Eso sí, Bukele dio a entender que él sería el único líder y detalló que por cada departamento del país nombrará a un 'emisario', pero que esta figura no tendrá la capacidad de dar órdenes, y su única función sería la de transmitir mensajes a todos los grupos que se generen. Según Bukele, en su movimiento, cualquiera podrá “decir y hacer lo que quiera”. “Creen grupos de Whatsapp, creen páginas de Facebook, hagan grupos en la colonia, si son parte de un equipo, hagan un grupo en el equipo”, invitó Bukele, fiel a su estilo de político internetista.

Sin partido, sin estructura, sin ideario, Bukele apela a la difusión de la retórica antipartidos desde la plataforma donde mejor sabe potenciarse: las redes sociales.

En su anuncio, Bukele disparó de nuevo contra FMLN y Arena. “El 70% de salvadoreños que no queremos ni a Arena ni al FMLN, queremos lo mejor para nuestro país y estamos hartos del sistema político tradicional, estamos hartos de los dos partidos mayoritarios, estamos hartos de la partidocracia, estamos hartos de Arena y estamos hartos del FMLN”, dijo. En la encuesta del Iudop de junio, cuatro de cada 10 salvadoreños decía que no votaría por ninguno de esos dos partidos. El mismo mes, un estudio de LPG datos mostraba que cerca del 40 % de salvadoreños tenía nulo interés en siquiera ir a las urnas en 2018.

Artiga atribuye el buen posicionamiento de Bukele a que el virus antipartidos ha encontrado un nicho y solo necesita tiempo para madurar.  Eso explica también -añade- el surgimiento de casi una veintena de precandidatos a diputados apartidarios, entre ellos Roberto Rivera Ocampo, Lucía Sánchez, José Antonio Díaz, y Guillermo Langenegger.

Con su lanzamiento a la presidencial, Bukele se incorpora a una carrera en donde ya avanzan al menos cuatro contendientes de Arena. En el FMLN, las intenciones del vicepresidente de la República, Óscar Ortiz, y del secretario general de su expartido, Medardo González, aunque no son públicas, son un secreto a voces en las filas del partido. En las mismas condiciones aparecen los ministros de Obras Públicas, Gerson Martínez; y de Relaciones Exteriores, Hugo Martínez.

La diferencia entre ellos y Bukele es la popularidad excepcional de Bukele. La encuesta de Mitofsky de septiembre calculó que un 68.6 % de los salvadoreños votaría por Bukele para presidente en caso de que este dejara el FMLN. Y un 47.5 % dijo que no votaría por el FMLN si el FMLN presentaba un candidato distinto a Bukele. Y todo parece indicar que así será.

Lo que está por verse es si ese respaldo en encuestas, esa simpatía declarada en estudios de opinión y esa 'espuma en redes sociales' se traduce en votos, dice Artiga. “La gran incógnita: si ser el más popular en encuestas más el rechazo a los dos partidos confluye en un voto a favor de Bukele. Eso no podemos saberlo”, dice Artiga. ¿Y en qué lugares pueden ir a pescar votantes el alcalde y los otros? “Si eso no sucede, tendrán que conseguir su caudal electoral en votantes ajenos: votantes nuevos, gente que no ha votado nunca o votantes de los partidos más pequeños. Podría ocurrir la mezcla: que les quiten militantes a Arena y al FMLN, a los que se sume gente de afuera”, añade.

Marlon Anzora, otrora miembro de Iniciativa Ciudadana, un movimiento cívico político que acompañó los triunfos electorales de Héctor Silva en San Salvador, cree que Bukele no arrastra tanto apoyo en urnas como podría creerse. “Lo único que sabemos es la historia, y lo que dice la historia es que Bukele ganó la alcaldía solo por 6 mil votos con la bandera del FMLN… ¡del FMLN!”, dice, en referencia al peso que tiene el Frente como “maquinaria de votos”. “Ojalá no me equivoque, pero me da la impresión de que Bukele tampoco es que tenga mucho nivel de votos y es algo que va a tratar de ampliar”.

Para eso creó el movimento Nuevas Ideas, pero eso trae consigo otros retos. “El asunto de estos movimientos es que siempre tenés que aliarte a un partido y por lo que yo he visto siempre terminás usualmente vaciándote en el partido”, dice Anzora.

El cambio llegará desde afuera

En Arena, aparte de Johnny Wright, sus dos más prominentes precandidatos presidenciales, Carlos Calleja y Javier Simán, mantienen una prudente distancia respecto del partido. 

En junio, la encuesta de LPG Datos indicaba que el 30 % de los salvadoreños tiene una opinión negativa de Arena, y la encuesta de Mitofsky señalaba en septiembre que si las elecciones hubieran sido en ese momento, solo el 28 % de los ciudadanos habrían votado por el partido de derechas.

Carlos Calleja, vicepresidente de la cadena de supermercados Súper Selectos; y Javier Simán, empresario textilero, lanzaron sendos movimientos políticos en junio y julio pasado, pero ninguno fusionó de inmediato su imagen con el partido. Simán, cuya familia ha sido de las principales financistas del partido durante años, lanzó el movimiento 'Mi gente' y solo responde que 'no descarta' buscar la presidencia por Arena en 2019, en una aparente fobia a colorearse de tricolor. Y en un estilo similar, Calleja, cuyo padre ha sido parte desde hace años del puñado de empresarios con más incidencia en Arena, lanzó su plataforma 'Nueva visión de país', pero la vendió como un proyecto separado del partido, con su propia simbología, muy al margen de la narrativa arenera. Aunque sus encuentros con estructuras de militantes han sido constantes y ha sido más agresivo para mostrarse como aspirante de Arena, Calleja ha intentado mostrarse independiente: 'Es hora de una Nueva Visión de País, que trascienda colores políticos', escribió el 3 de julio pasado en su cuenta de Twitter.

Que a estas alturas un candidato presidencial o aspirante a diputado o alcalde tome distancia de un partido tradicional es hasta cierto punto natural. Dice Artiga: “Las militancias de los partidos no han dado señales de querer transformar desde adentro los institutos, y la opción que va quedando es que -desde afuera- estos dos partidos pierdan la predominancia que han tenido”. Y la manera en la que eso ocurrirá, dice Artiga, es mediante iniciativas como las de Bukele o Wright, quien denunció que en Arena no hay renovación verdadera, como pretende la dirigencia nacional.

Johnny Wright  y Juan Valiente (derecha) mencionaron en un  conversatorio el 17 de julio de 2017 que no tenían una estrategia definida después de haber renunciado a su reelección como diputados de Arena para la legislatura 2018 - 2021.
Johnny Wright  y Juan Valiente (derecha) mencionaron en un  conversatorio el 17 de julio de 2017 que no tenían una estrategia definida después de haber renunciado a su reelección como diputados de Arena para la legislatura 2018 - 2021. 'Cualquier decisión que tomemos depende de la ciudadanía', dijo Valiente. 

'La idea no es apostar a 2019, sino a 2021”, señaló Wright en la entrevista Debate con Nacho, aunque personas muy cercanas a él, señalaron a El Faro, que en realidad no descartan su participación en las presidenciales de 2019, pero que solo lo hará si los sondeos muestran posibilidades reales de triunfo. Por ahora, su apuesta por 2021 lo hace lucir menos agresivo pero más estratégico, según Artiga. “Bukele parece más lanzado y arriesgado y hasta puede ser que por ser así puede echar al traste todo lo que quiere hacer. Tal vez Wright por ser más calmado puede terminar siendo más exitoso”, dice el politólogo, quien asegura que cualquier presidente necesita, antes de llegar al Ejecutivo, una bancada de diputados capaz de hacer eco de sus políticas de gobierno. “Wright está actuando con mayor adecuación al juego entre el Legislativo y el Ejecutivo. En el hipotético caso de que Bukele ganara las elecciones de 2019, ¿cuál sería su fuerza legislativa?”.

Wright goza de cierta protección en Arena debido a su raigambre familiar entre los financistas y políticos prominentes del partido, y probablemente eso ha impedido que promuevan su expulsión. Cuando se le ha consultado, no ha querido confirmar que buscaría la presidencia en 2019, aunque fuentes de su entorno explicaron a El Faro que en la campaña para las elecciones de 2018 tenderán puentes con algunos candidatos no partidarios y de Arena que simpatizan con Wright en el caso eventual de que este se lanzara a la presidencial del año siguiente.

En sentido contrario a los de Bukele y Wright, en Arena hay dos precandidatos a la presidencia que han decidido apostar por la vía tradicional: apelan al votante duro, a la tradición arenera. Gustavo López Davidson, un empresario farmacéutico y de armas, y el empresario textilero Gerardo Awad, se han colgado los símbolos areneros para hacer campaña. En palabras de Artiga, estos candidatos parecen reconocer que las elecciones siempre las decide un pequeño sector de la población, donde juega un papel muy importante el votante leal. Artiga, en una entrevista en junio , decía que la participación en las urnas para 2018 podría rondar entre el 40% y 45%. “Ese 40% de la población va a decidir cómo se va a integrar la Asamblea Legislativa. Mientras hayan 800 mil personas que les voten entre militancia y voto duro, esos partidos están felices, por eso no tienen la necesidad de regenerar o de modificar su discurso”, decía Artiga.

FMLN y Arena intentan sofocar la competencia

A mediados de octubre, luego de que Bukele y Wright lanzaran sus respectivos movimientos, los partidos políticos reaccionaron de inmediato. Bukele anunció que comenzaría a recaudar fondos para financiar su movimiento, y los diputados Mario Tenorio, de Gana, y Alberto Romero, de Arena, aprovecharon que en la Asamblea discutían otra reforma relacionada al financiamiento de partidos políticos para dar a entender que estaban discutiendo una reforma de ley que prohibiría a los movimientos políticos recibir fondos, o al menos así fue una nota que publicó La Prensa Gráfica . “Sólo los partidos son sujetos de donaciones, no movimientos ni personas, quienes lo hagan están cayendo en ilegalidad”, dijo Mario Tenorio, diputado de Gana. Alberto Romero, jefe de los diputados de Arena (incluyendo a Wright) habló en el mismos sentido: “No pueden porque ellos no son candidatos a nada, mientras que los candidatos no partidarios sí son y la ley los reconoce... pero es completamente prohibido que alguien esté pidiendo financiamiento a un movimiento”.

El miércoles 25 de octubre, mismo día en el los diputados aprobaron la reforma para publicar la identidad de algunos financistas, otros legisladores actuaron como “poli buenos” y aclararon que en realidad la prohibición de financiar movimientos políticos sin candidatos oficiales ha estado vigente desde 2014. La Ley de partidos políticos establece, por ejemplo, que un candidato no partidario solo puede recibir donaciones una vez haya sido autorizado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para competir. Los candidatos independientes, válidas solo para diputaciones, tienen hasta mediados de diciembre para recabar las firmas necesarias que los acrediten como candidatos inscritos.

Desde las candidaturas no partidarias, hay quejas sobre el contraataque del que han sido víctimas por parte de los partidos. “Creo que hasta mucho se estaban tardando en reaccionar así”, dice Roberto Rivera Ocampo, candidato a diputado por La Libertad. “Lo que me sorprende es la forma en que se logran poner de acuerdo todos los partidos sin excepción para seguir ocultando donantes, y que han previsto la posibilidad de que surjan nuevos movimientos y no les conviene que estos tengan financiamiento”, añade. Para este candidato, exdirectivo del movimiento Acción Ciudadana, las reglas de competencia contra los partidos políticos ponen sus oportunidades cuesta arriba. “Los candidatos como yo no tenemos deuda política como ellos, al final, solo tenemos dos meses, antes de las elecciones, para recaudar fondos a través de un grupo de apoyo”, explicó Rivera Ocampo. Entre 2014 y 2015, los partidos inscritos ante el TSE recibieron 14.5 millones de dólares del Estado , en concepto de deuda política, es decir, del dinero recabado por el ministerio de Hacienda.

Pero antes de poder recibir fondos con el grupo de apoyo, los no partidarios deben cumplir el requisito de las firmas. Esa es otra disparidad que estos contendientes han reclamado. Guillermo Langennegger, un candidato independiente por San Salvador, denunció en su cuenta de Twitter, la disparidad respecto de los partidos para recolectar las firmas e inscribirse ante el TSE: “'Partido Político' 50,000 firmas - 84 candidatos = 595 firmas por candidato. Aspirante No Partidario: 12,000 firmas, necesitamos tu apoyo”, escribió el 26 de octubre.

El FMLN es, por lejos, el que más ha demostrado su alergia al surgimiento de nuevos proyectos políticos. El sábado 21 de octubre, un grupo de militantes del partido, entre ellos algunos diputados, se concentraron en el redondel del Árbol de la Paz, sobre el bulevar de los Próceres capitalino, en lo que parecía ser un acto proselitista. Pero el punto que escogieron para concentrarse era justo el mismo punto donde los candidatos no partidarios tenían un puesto para recoger firmas. Entre los asistentes del FMLN estaba su secretario general Medardo González. “Hoy tuvimos la visita del FMLN justo enfrente de donde nosotros estamos sacando las firmas como @NoPartidariosES, ¿coincidencia?”, denunció en Twitter Langennegger.

Rivera Ocampo cree que no se trata de una coincidencia. “Sigue sorpendiendo esa actitud, como una muestra de fuerza e intimidación ante los candidatos independientes. No hace falta hablar en mal de la partidocracia porque eso es muestra de que no están en función de los intereses ciudadanos, sino solo de sus intereses”.

La paradoja de Bukele

En su video del miércoles 25, Bukele se preocupó de enlodar cuanto pudo el sistema de partidos. “[El objetivo del movimiento] es cambiar el sistema político actual del cual todos estamos hartos, destruir la partidocracia y el sistema de partidos corrupto que nos ha metido en el subdesarrollo”, dijo Bukele. La paradoja, sin embargo, es que tarde o temprano tendrá que buscar un partido político e inscribirse en él, si quiere competir legalmente en 2019, como lo manda el artículo 85 de la Constitución salvadoreña. Por eso en su video, Bukele dijo frases como “el objetivo del movimiento es destruir el bipartidismo, estamos hartos de Arena, estamos hartos del FMLN”, con especial cuidado de atacar directamente a los reyes del sistema actual, en una especie de guiño hacia los partidos pequeños a los cuales, según analistas, el alcalde podría buscar.

“Partimos del supuesto de que Bukele no es tonto –dice Artiga- y que tiene asesores que le tienen que haber dicho que para 2019 también necesita una fuerza legislativa y que no podía construir un partido y que por ello debía utilizar a uno de los que ya existen, y meter candidatos que le sean afines y tratar de ganar diputados en 2018”. Marlon Anzora lo secunda: “Lo que le va a ir pasando es que va a ir creciendo y en la medida en que vaya acercándose a lo electoral, y si tiene éxito en las encuestas, se va a ir vaciando en un partido. Para eso tiene sus operadores políticos con los que va a ir haciendo su coalición, y creo que eso ya lo tiene resuelto”, dice.

El Faro buscó a Bukele para preguntarle al respecto pero al cierre de esta nota, aunque prometió una entrevista, no confirmó la hora y el lugar para el encuentro.

Por ahora, los reflectores apuntan al Partido Salvadoreño Progresista (PSP) como probable vehículo para el movimiento de Bukele. El PSP se coaligó con el FMLN en 2015, pero más que con el FMLN, con Bukele. Así se explica que un partido fundado por militares, y que para la elección presidencial de 2014 tenía colgado en una pared de su casa de campaña el retrato del desaparecido coronel Domingo Monterrosa -acusado de por la masacre de alrededor de mil campesinos en El Mozote y otros poblados de Morazán- se haya aliado con la exguerrilla para recuperar la capital.

Pero que el PSP se convierta en el partido de Nayib está en ciernes. El sábado 21 de octubre, el secretario general del partido, el capitán y concejal Rodolfo Pérez Valladares, dejó entrever que la relación tenía fisuras. Pérez Valladares dijo en una conferencia de prensa ese día que se sentía incómodo con algunas conductas del alcalde Bukele porque no les había concedido audiencia en los últimos meses. “Si así es ahora, no se diga si llega a ser presidente”, señaló. Días después, en una entrevista con Órbita TV, el secretario general del PSP contó una nueva historia en la alianza de su partido para San Salvador. Él dijo que el pacto de su partido 'con el FMLN' se mantenía intacto.

“Bukele está siendo inteligente porque la población lo que menos quiere ver es esas peleas internas de partidos, y por eso está separando esas negociaciones del movimiento que lanzó”, dice el profesor Anzora. Álvaro Artiga lo secunda: “Bukele al menos ya debería de tener diez mil personas en todo el país, no es algo difícil. Y él no hubiese buscado la expulsión del FMLN sin tener una plataforma sobre la cual apoyarse. Y, probablemente, porque ya la tiene, dio el salto afuera del FMLN”.

Sea con el PSP u otro partido pequeño, Anzora cree que las negociaciones para poder inscribirse legalmente como candidato Bukele las hará de manera sutil y fuera de cámaras. “Llegará el momento en que el alcalde podrá plantearlo ante la opinión pública como que necesita un vehículo para competir, pero seguir diciendo que su movimiento es diferente”.

“Si Bukele va a apoyar a un partido que va a competir en las elecciones legislativas de 2018 y ese partido tiene una suerte electoral que lo ubique por lo menos como tercera fuerza, entonces podemos pensar que Bukele está en mejores condiciones para 2019. No lo veo de otra manera”, dice Artiga.

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