Gaza, PALESTINA. “Estamos aquí para dar vuelta la página de la división y restituir al proyecto nacional su rumbo que es la creación de un Estado palestino”, declaró Rami Hamdalá, el primer ministro de la Autoridad Palestina, ante sus ministros reunidos bajo los retratos de su líder histórico Yaser Arafat y de Mahmud Abas, el actual presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
A pesar de las reservas alimentadas por el fracaso de los anteriores intentos de acercamiento, la celebración de este consejo de ministros –rodeado de un férreo dispositivo de seguridad– supone un avance significativo en el esfuerzo de los grupos palestinos por dejar atrás una década de enemistad.
La visita de Hamdalá debe preparar el terreno para un traspaso progresivo de competencias –al menos civiles– del Hamas a la ANP, de la que emana el gobierno.
Hamas, considerado terrorista por Israel, Estados Unidos y la Unión Europea e intratable por algunos países árabes, expulsó a la ANP de Gaza tras una casi guerra civil con el Fatah, su gran rival que controla la entidad interina surgida de los Acuerdos de Oslo y que debía prefigurar un Estado palestino independiente.
Desde entonces, la Autoridad Nacional Palestina ya solo ejerce su poder, limitado, sobre Cisjordania, un territorio palestino ocupado por Israel desde hace 50 años y separado de Gaza por algunas decenas de kilómetros a través del territorio israelí.
No habrá Estado sin unidad
Las disensiones palestinas son consideradas uno de los principales obstáculos para una solución del conflicto israelo-palestino y una de las causas de los sufrimientos de dos millones de gazatíes: guerras, bloqueo israelí y egipcio, falta de agua y de electricidad, desempleo, entre otros.
El gobierno palestino sitió Gaza por última vez a finales de 2014, al día siguiente de una destructora guerra, la tercera en el territorio entre Israel, Hamas y sus aliados desde 2008.
El gobierno de entonces, anunciado como de “consenso nacional” y constituido de tecnócratas aprobados por el Fatah y Hamas, era el fruto de un enésimo intento de reconciliación antes de la guerra.
Ante los importantes daños, los responsables palestinos proclamaron que las divisiones quedaron atrás. Pese a la urgente necesidad de reconstrucción del enclave y la insistencia de la comunidad internacional sobre el necesario regreso de la ANP a Gaza para llevarla a cabo, los grupos palestinos se desgarraron nuevamente.
Hamas terminó por aceptar en septiembre el regreso del enclave a la ANP, bajo la presión de Egipto y de las consecuencias económicas del aislamiento de Catar y de los recortes de la Autoridad Nacional Palestina, que dejó de pagar a Israel el suministro de electricidad a la Franja.
El papel de Egipto
Las medidas tomadas por el presidente Abas hicieron más difícil la situación para los habitantes del enclave, confrontados a graves dificultades económicas y al desempleo, muy alto sobre todo entre los jóvenes.
Pero la prudencia sobre la posibilidad de éxito de este nuevo intento de reconciliación prevalece. Una de las preguntas esenciales es saber si Hamas, que dirige una fuerza armada de unos 25,000 hombres, según las estimaciones, está dispuesto a ceder el control de la seguridad a la Autoridad Palestina.
Este espinoso tema podría ser tratado más adelante. La prioridad afirmada del primer ministro palestino es la de aliviar los sufrimientos de la población. Los detalles para la transferencia de otras competencias deben ser discutidas en El Cairo en los próximos días.
Algunos observadores señalan no obstante que el Hamas, aislado y expuesto a una explosión social, se ha vuelto más pragmático y sólo puede optar por la reconciliación.
Egipto, actor regional, habría tenido una fuerte implicación en este acercamiento, en particular el general Jaled Fawzi, jefe de los servicios de inteligencia que debe llegar el martes por la tarde a Gaza, indicó a la agencia AFP un responsable egipcio.
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