Columnas / Cultura

Ni paraíso ni ‘shithole’


Sábado, 13 de enero de 2018
Willian Carballo

En este país somos capaces de lo mejor y de lo peor, pero eso no nos vuelve un agujero de mierda ni un paraíso. Semos malos y semos buenos, como todos. Tenemos luces y sombras. Crisis gastrointestinales como nación que urgen exámenes médicos y gente y paisajes brillantes que admirar.

Miren el futbol, por ejemplo. Acá nació “El Mágico” y catorce judas también. El primero sacó la varita de la cartera y –aunque indisciplinado, hay que decirlo- le compró un puesto en la historia del futbol a El Salvador a fuerza de culebras y goles jorgegonzaleanos. Los otros, los iscariotes, besaron y después vendieron a la Selecta. Le pintaron de rojo los labios, la ataviaron de minifalda y la exhibieron con las piernas abiertas detrás de un podrido balcón de la Avenida de los amaños. Tanto uno como los otros vestían de azul y blanco. Todos son salvadoreños.

O solo recuerde que, en política, acá Merino sigue siendo diputado, que Gallegos es presidente de la Asamblea, que gobernaron Saca, Funes y Flores y que hay alcaldes que, cuando se despertó el dinosaurio, ellos seguían ahí. Pero acá también nacieron casi cien actores y actrices, operadores de cámara, diseñadores de efectos digitales y dobles de riesgo que trabajan en Hollywood.

De acá son, además, varios periodistas de cadenas de televisión estadounidenses y chef cuyos platillos hacen a príncipes relamer sin protocolos los platos. De acá son algunos estudiantes becados en Oxford, Harvard y Stanford. De acá son los dueños de varias cadenas de lujosos restaurantes y, según el canciller, también el jefe de la obra de reconstrucción del Pentágono.

Esta misma tierra –que es cara y corona a la vez- cubrió los ataúdes de 3,954 personas asesinadas solo en 2017. Suelo caliente que ha sido la última cama de hombres y mujeres flanqueados por cintas amarillas. Pero también es la misma en la que se enraizaron cafetales de fama mundial. Productiva residencia de plantas cuyos frutos han saciado finos paladares o llenado tazas de los mejores baristas del mundo. Abono natural de lorocos exportables, de rojas sandías y de aromático cacao. Tierra que se traga cadáveres y que da vida también.

Bajo este cielo, además, duerme Coatepeque. Acá se enfría hermosa Ataco, ríe la laguna de Alegría y vuela el pájaro sobre la flor de Suchitoto. De acá es el Carnaval de San Miguel y acá vino Paul Walker a surfear. Pero también acá es sede de sitios a los que no se puede entrar si las zapatillas tenis son de la marca equivocada. De acá son las colonias burbujeantes con portón, pluma y alambre razor y las marginales casadas con la pobreza a diez metros de las esbeltas torres de apartamentos para solteros. Todo está bajo el mismo techo y lo sabemos. El país de las maras y el de las maravillas turísticas a la vez.

De acá son también Marcela Zamora, Tatiana Huezo y Claudia Hernández. Sí. Y de acá eran Claudia Lars, Prudencia Ayala e Isabel Dada. Todas mujeres que han sobresalido en sus ramas. Pero acá una chica no puede ir caminar por el centro de San Salvador en short y escote sin que la lengua bífida de algunos hombres las envenene de palabras obscenas y las imagine rodando una película porno sobre una banca de la Plaza Barrios. Pero acá muchos lectores de periódicos digitales culpan a la víctima de incitar al violador. “Putas”, les llaman.

Tierra de pupusas de renombre y también donde se comen huevos de animales en peligro de extinción. Patria que comparten el que ganó un Oscar y los que planificaron cocinar iguanas en vivo por tv. Cuna de un talentoso guitarrista de varios artistas pop mexicanos y de un compositor de inspiración precoz que expela canciones sin alma casi todos los días. Y ya para ponerle chonga al tema: país de Monseñor Romero y también, dice la Comisión de la Verdad, del que lo mató.

Ni agujero de mierda ni pedacito de cielo. Ni infierno de Dante ni edén prometido. Nadie tiene derecho a insultar a una nación, y menos cuando tenemos mágicos deportistas, jóvenes becados, azules coatepeques y hombres y mujeres talentosos. Pero –y eso también hay que decirlo fuerte y alto– seguro que nosotros deberíamos hacer algo para que allá afuera no se nos siga viendo como un país de amañadores, como un país que asesina, como un país corrupto o como un país machista.

Ni agujero de mierda, como reportan que dijo Trump; ni tampoco paraíso, como defienden los románticos nacionalistas. Solo somos otro lugar con varias tareas pendientes antes de irse a dormir. Solo una nación con varias citas urgentes frente al espejo que atender.


Willian Carballo ( @WillianConN )  es investigador, catedrático y consultor especializado en medios, cultura popular, jóvenes y violencia. Coordinador de investigación en la Escuela de Comunicación Mónica Herrera.
Willian Carballo ( @WillianConN )  es investigador, catedrático y consultor especializado en medios, cultura popular, jóvenes y violencia. Coordinador de investigación en la Escuela de Comunicación Mónica Herrera.

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