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El Salvador se vende libre de pandillas en Feria Internacional de Turismo

En la Feria Internacional de Turismo de Berlín, Alemania, las pandillas estuvieron censuradas en el discurso oficial del Ministerio de Turismo. ¿Es El Salvador que se le vende a los turistas fiel al de la cotidianidad? La arquitectura 'colonial', lo pintoresco y la facilidad de moverse de extremo a extremo en el país más violento del mundo pretenden ser el gancho para atraer extranjeros. 


Jueves, 15 de marzo de 2018
María Luz Nóchez

Desde el 7 hasta el 11 de marzo, en Berlín, Alemania, se llevó a cabo la Feria Internacional de Turismo más grande del mundo. Este es el escenario en el que 253 destinos intentan captar el interés de los turistas, pero, sobre todo, de los inversionistas. El Salvador estuvo ahí, ocupando unos 50 metros cuadrados en un complejo enorme que le saca una ventaja de casi 40 mil metros cuadrados al Centro Internacional de Ferias y Convenciones (Cifco) de la capital salvadoreña.

La disposición de los países en este espacio es una metáfora de la geopolítica y de lo que Centroamérica (que también incluía a México) significa para el mundo: lo último. Para llegar hasta El Salvador hay que atravesarse el planeta, partiendo por España, Portugal, Grecia y sus paradisíacas islas; Estados Unidos, Canadá, Rusia -sí, en ese orden-, hasta llegar a Latinoamérica. Brasil inauguraba el pabellón extendiéndose a lo ancho de él y sus pasillos laterales llevaban hacia Colombia, tierra de la sabrosura, a la derecha; y a la selva costarricense, a la izquierda.

Ahí, entre grandes muestras de exhibicionismo de lo que representa a cada país: sus trajes típicos, platillos, música, estaba metido El Salvador. Desde su modesto estante presumía la fachada de la iglesia Santa Lucía de Suchitoto, ese pueblo de calles adoquinadas que se presenta como colonial y pintoresco. A un costado, relegado, un anaranjado atardecer en una playa que ni siquiera se identifica, aunque en el discurso El Salvador ofrece las mejores playas del continente para practicar surf. Tanto que actores de Hollywood como el difunto Paul Walker o el recientemente galardonado James Franco han venido a montarlas.

El stand de El Salvador en Berlín fue fácilmente opacado por los demás países. La decisión de no hacer una inversión tan grande tiene que ver con que los alemanes no representan el gran mercado cautivo de turistas para El Salvador. Foto: María Luz Nóchez
El stand de El Salvador en Berlín fue fácilmente opacado por los demás países. La decisión de no hacer una inversión tan grande tiene que ver con que los alemanes no representan el gran mercado cautivo de turistas para El Salvador. Foto: María Luz Nóchez

Para los encargados de vender El Salvador como destino, la gran ventaja es tener un territorio de 21 mil kilómetros cuadrados que permite atravesarlo de un extremo a otro en un mismo día: desayunar en la Ruta de las flores y ver el atardecer en el golfo de Fonseca, aunque en la práctica eso sea una verdad a medias; es imposible, por ejemplo, un recorrido por las islas del golfo que salga después de las 11 de la mañana. Entre todas las bondades del clima y paisajes variados, y 'carreteras en buen estado', las palabras seguridad, violencia o pandillas no se perfilan nunca. En el discurso oficial que vende a El Salvador como un destino turístico, las pandillas no existen. Tiene sentido. Un discurso más honesto que lo vendiera como la capital latinoamericana del miedo no es exactamente la manera de atraer a nadie. Si en el pasado El Salvador era principalmente conocido por su café, ahora lo que roba titulares es su capacidad para producir cadáveres, con una tasa de 60 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2017. Para el mundo, por ahora, no sería descabellado decir que este pequeño país hoy produce más muerte que café.

“Para eso estamos aquí, para contarle al mundo que El Salvador es más que violencia”, explica René Montiel, gerente de Mercadeo de la Corporación Salvadoreña de Turismo (Corsatur). Montiel defiende que la violencia no es un problema aislado en El Salvador y que, como en la mayoría de países latinoamericanos “hay lugares donde uno sabe que no tiene que meterse”, lugares a los que los turistas, según él, ni se acercan.

¿Pero qué pasa si un turista pregunta por las pandillas? Me disfrazo un momento de turista, antes de presentarme como periodista, para preguntar por las pandillas, como quien no sabe de qué va la cosa. 

—¿Y las pandillas?
—No te voy a negar que hay un problema fuerte de pandillas, pero están sitiadas. La Policía las tiene controladas.
—¿Controladas cómo?
—Las pandillas controlan ciertos territorios, en zonas pobres, donde la Policía tiene presencia y no las deja salir. En todo caso, está lejos de cualquier lugar al que vaya el turista.

En mayo 2015, El Faro explicó cómo es que los bichos, los pandilleros, dominan el Centro de San Salvador. Una investigación en la que se perfiló las 250 cuadras que componen el centro de la capital como varios laberintos. Donde con dar un par de pasos las reglas son otras.

—¿Y al centro de San Salvador puedo ir tranquilamente, es seguro?
—El centro de la capital está siendo remodelado ahorita. Hay tours guiados de grupos de hasta diez personas que te llevan al mercado central a comprar fruta y después a dar un paseo por las plazas y todo sin ningún problema.
—¿No es recomendable que vaya sola, entonces?
—Sí, podés ir sola. No hay ningún problema. Pero es mejor si vas con alguien que te enseñe en qué calles no podés meterte.

En 2017, la comundiad internacional cuestionó al Estado salvadoreño por los abusos y las violaciones a los derechos humanos cometidas por sus cuerpos de seguridad en el combate contra las pandillas. El grito de la comunidad internacional apareció por el constante goteo de los casos, reseñado en investigaciones periodísticas, en las que se perfilan ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, torturas... Además, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos ha certificado más de 37 denuncias contra la Policía salvadoreña y ha concluido en tres de esos casos que la Policía cometió ejecuciones extrajudiciales.

—¿Si veo un policía me debería de sentir segura?
—No es que estén por todos lados tampoco, pero sí, deberías poder sentirte segura.

Desde 2017, en realidad, policías, militares y tanquetas parecen estar por todos lados en el Área Metropolitana de San Salvador.

 El café de altura es uno de los grandes atractivos que se vende a los turistas que desean visitar a El Salvador. De hecho, café fue la única muestra que se llevó para degustación de los interesados.
 El café de altura es uno de los grandes atractivos que se vende a los turistas que desean visitar a El Salvador. De hecho, café fue la única muestra que se llevó para degustación de los interesados.

Si bien El Salvador es más que su violencia y sus pandillas, como bien vende el gobierno, omitir su existencia a los turistas es como querer tapar el sol con un dedo, aunque suene trillado. Los turistas llegan al país (2.2 millones en 2017, 'la cifra más alta en los últimos 35 años', según el Ministerio de Turismo), vagan por el centro capitalino, un circuito que incluye el Palacio Nacional, Catedral Metropolitana, el Teatro Nacional y la iglesia El Rosario, pero ya habrán considerado todas las advertencias que circulan en internet, principalmente en las páginas de los consulados. 

“Los neozelandeses que visiten El Salvador deben mantenerse vigilantes y muy conscientes de su seguridad en todo momento, particularmente en el centro de San Salvador. Evite caminar solo o en áreas aisladas, particularmente en la noche. [...] Recomendamos no usar objetos que parezcan valiosos, como joyería o teléfonos celulares. Si es víctima de la delincuencia, no presente ningún tipo de resistencia, esto puede provocar un incremento en el nivel de violencia”, se lee en la página de advertencias de viaje del Ministerio de Relaciones Exteriores y Comercio de ese país.

Estados Unidos, decidió ser más directo con sus ciudadanos y ha pedido que reconsideren su idea de viajar a El Salvador debido al crimen, aunque los norteamericanos sean los que representan, después de los centroamericanos, el mayor porcentaje de turistas. En enero de 2018,  luego de que el gobierno de Donald Trump anunciara el fin a un programa de protección temporal para 200 mil migantes salvadoreños, Estados Unidos incluso se tomó la molestia de advertirle a los salvadoreños que han vivido en su jardín que al país al que regresarán es uno de los más violentos del mundo, en el que operan las pandillas MS-13 y Barrio 18, y en el que los robos y las extorsiones son delitos comunes.

Alemania no exhibe ninguna advertencia en la página de su oficina federal de asuntos extranjeros, pero la sección de Protección consular para ciudadanos en el exterior de la Comisión Europea, sí señala que, en caso de viajar a El Salvador, se tenga “extrema precaución”.

A la feria, que es reconocida como la líder de la industria turística mundial y que tiene como lema 'Las vacaciones son nuestra naturaleza', también viajaron seis representantes de agencias de turismo salvadoreñas, entre ellos, Salvatore Escalante, de Nanch Tours. Se trata de una agencia de más de 30 años de experiencia en el rubro. Escalante se asoció con Nanch luego de que su proyecto Tunco Life ganara el premio El Salvador Emprende, otorgado por el Ministerio de Economía, en 2016.

En su página web, le vende El Salvador a el mundo como un lugar paradisiaco. Pero en persona su discurso es, por mucho, más aterrizado: “Sos salvadoreña, así que no te voy a mentir. El gobierno y las alcaldías han negociado con las pandillas para poder entrar a sus territorios”, responde, luego de mostrarle en el celular la noticia de cómo el equipo de campaña de Jackeline Rivera, excandidata del FMLN para gobernar San Salvador escapó, por miedo, de una zona vigilada por las pandillas.

Escalante dice que prefiere ser honesto con el turista y explicarle el panorama a que, con el afán de que viaje, que lo haga engañado: “Yo vivo en Mejicanos y cerca de mi casa han ametrallado buses. No puedo negar lo que sucede. Pero, pues sí, ¿qué van a andar haciendo los turistas en Mejicanos?”. El incidente al que hace referencia Escalante sucedió el 17 de febrero pasado. Mejicanos se ha perfilado en los últimos años como uno de los municipios más violentos, uno donde en junio 2010, los pandilleros del Barrio 18 decidieron incendiar una buseta, con sus pasajeros, en venganza por el asesinato de uno de los suyos.

Su empresa es una de esas que ofrecen tours seguros por el centro de San Salvador: una parada por el mercado para comprar fruta, y por los principales sitios de importancia del centro histórico. A la fecha, nadie los ha seguido o dado algún “susto”. Y a diferencia de las páginas de los consulados europeos que recomiendan no llevar ningún tipo elemento que atraiga la atención hacia ellos, Escalante prefiere ponerle un chaleco a sus clientes. Identificarlos, asegura, los protege de cierta manera.
El paseo por la zona igual es breve, alrededor de 20 minutos, para no llamar tanto la atención. Sin embargo, dice que ha habido quienes se han tomado el tema de las pandillas como un atractivo turístico más. “Hace poco llevé a unos gringos a un tour mientras hacían escala aquí en El Salvador. Al final me dijeron que lo único que no les había gustado es que ‘no habían visto a ningún pandillero’”.

El complejo de este centro de convenciones, el más grande del mundo, cuenta con 26 pabellones. Además de asignar espacios por región, los organizadores incluyeron uno para destinos amigables con la población LBGTI, entre los que destacaban Argentina y Nueva York. Foto: María Luz Nóchez
El complejo de este centro de convenciones, el más grande del mundo, cuenta con 26 pabellones. Además de asignar espacios por región, los organizadores incluyeron uno para destinos amigables con la población LBGTI, entre los que destacaban Argentina y Nueva York. Foto: María Luz Nóchez

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