Columnas / Política

¡Qué vivan los estudiantes nicaragüenses!


Martes, 29 de mayo de 2018
Rosarlin Hernández

Ya no vivo en Nicaragua, pero Nicaragua se quedó viviendo en mí para siempre. Entre los desencantos que he tenido en mi vida política adulta siempre ha estado presente el triste desenlace de la revolución sandinista. Ni por cerca de cómo la soñaron ni por cerca de cómo la vivimos y los valores que defendimos. En estos años marcados por el desencanto, decidí que lo mejor era reconstruir mi relato de ese periodo desde la distancia. En más de alguna ocasión he conversado con los más jóvenes sobre qué significaba ser un adolescente en medio de una revolución y cómo lo vivimos.

Por lo general el tema entusiasma, desata preguntas, emociones, nostalgias y hasta incredulidad. Sin embargo, mi relato siempre me llenaba de tristeza, me sentía como un libro de historia intentado recrear una magia y una lucha que las nuevas generaciones ya no vivirían. Esa actitud de irreverencia necesaria para cambiar una sociedad.

Para mi suerte me equivoqué, y digo esto porque, como bien explica la periodista nicaragüense Sofía Montenegro en su libro Jóvenes y cultura política en Nicaragua, las generaciones posrevolución han tenido que enfrentar transiciones importantes: el cambio de una economía de estado a una de mercado y el desplome de los paradigmas de pensamiento en el mundo; de tal manera que ocurre un repliegue de parte de los jóvenes hacia lo íntimo e individual.

Sin embargo, desde abril, son los jóvenes y los estudiantes quienes están cambiando Nicaragua. Sus armas son el civismo, la defensa de los valores, la creatividad, las redes sociales y el apoyo incalculable que la sociedad les demuestra en cada marcha multitudinaria autoconvocada.

La socióloga nicaragüense Elvira Cuadra, en su artículo Once asteriscos minúsculos, explica que esta movilización que inició hace casi dos meses está compuesta por diversos sectores de la sociedad que, al margen de los partidos políticos, han logrado organizar un “auténtico” movimiento cívico: “eso le da una gran fuerza a su representatividad y una amplia legitimidad. Pero además, le da la oportunidad a numerosas personas de identificarse y sumarse a la acción social. Por eso es multitudinario”.

Cuadra plantea que esta protesta social activa “tiene distintas voces, distintos mensajes, distintas formas, pero un mismo discurso que gira en torno a tres elementos críticos: justicia, seguridad y democratización. Al final, esas son las banderas que los articulan a todos”.

Otra característica valiosa del movimiento, según Cuadra, es la inmensa creatividad: que ha estallado en los lemas, consignas, pancartas, ropa, canciones, poemas, homenajes, videos, fotografías, chistes. No ha habido límites”.

A partir de la caracterización que hace la socióloga del movimiento, quiero referirme al papel que juega el humor en la lucha social nicaragüense y el rol protagónico que ocupan las mujeres en las protestas ciudadanas.

En medio del duelo por el asesinato de decenas de jóvenes y el estrés provocado por el ambiente de inseguridad y enfrentamiento que ha generado el gobierno de Daniel Ortega; la población ha defendido su derecho a sonreír y a ser irreverentes.

Mi deseo de analizar este punto es porque creo que el humor puede hacer toda la diferencia en situaciones de crisis políticas, no solo porque ofrece otras opciones de diálogo; sino que también por el aporte espiritual que representa para una sociedad estresada liberar presiones.

No cabe duda que en este caso particular el humor creativo de los jóvenes imprime a su lucha frescura y una catarsis sana que tanta falta hace en Centroamérica.

A continuación, les comparto algunas muestras de ese humor agudo e inteligente que aporta identidad a esta lucha:

Hay tranques que duran una hora y son buenos

Hay otros que duran varias horas y son mejores

Hay tranques que duran un día y son muy buenos

Pero hay los que duran hasta que Daniel y la Chayo se vayan,

Esos son los imprescindibles

*

La policía tiene una severa crisis de identidad:

—Oíme loco ¿hoy de qué vamos?… ¿de infiltrados, de antimotines o de motorizados?

*

—¡Ve chavalooo! ¿Y quién está a cargo de este tranque para pedirle pasada?

—Allá está, mire señor. ¡Oe, Dolores, te buscan para una pasada!

—¿Ese es su nombre?

—Así es. Aquí le decimos Lola, la Tranquera.

 

El segundo aspecto al que me quiero referir es al protagonismo de las mujeres en este movimiento social y cívico. Hace una semana, la revista Niú dedicó una publicación para destacar los perfiles de cinco mujeres titulado: Quien diga que no hay mujeres en la lucha no sabe nada.

Para Pancha, una líder estudiantil que se mantiene atrincherada en la UNAN-Managua desde el 7 de mayo, en su causa no existe diferencia de género: “Aquí no nos andamos con si sos mujer u hombre. Nosotras hemos andado en fuegos cruzados sin importar nada. Hay respeto, como tiene que ser”, afirma.

Este liderazgo se percibe en todas partes: en la mesa de diálogo, en las diferentes marchas convocadas, en los plantones culturales. Incluso en las redes sociales pueden leerse estos mensajes:

“Es importante este discurso que corre transversal en la protesta #SOSNICARAGUA: la revolución será feminista porque en esto consiste la diferencia con los 80 también. El discurso se ajusta desde ya para no lamentar después. La realidad ya es y hay que nombrarla así”.

*

“No hay Revolución sin liberación de la mujer. No hay liberación de la mujer sin Revolución”.

*

“Es increíble ver q la mayoría de personas que acudimos a los plantones y marchas somos mujeres de todas las edades, somos las madres quienes nos tomamos está revolución con amor aguerrido”.

*

“Este cambio trae consigo la equidad y con el dictador se va el acoso, el machismo, la desigualdad y nos regresan la libertad sobre nuestros cuerpos despenalizando el aborto terapéutico...entonces sí va a ser una revolución”.

 

Las leo y pienso que no es posible rectificar el camino de una sociedad sin la participación de las mujeres; si no se incluyen sus reivindicaciones, ese cambio sería imposible.

Siempre he tenido un enorme respeto por los jóvenes en general. Pero la lección que nos han dado los jóvenes nicaragüenses pasará a la historia como uno de los actos más importantes de dignidad, justicia y rectificación. Observar a esta nueva generación despojada de prejuicios, me devuelve la esperanza y nos demuestra que los cambios solo son posibles si mujeres y hombres caminan juntos, con respeto y decididos a no repetir la historia.

Ya no vivo en Nicaragua, pero esta Nicaragua se quedará viviendo en mí para siempre.

Rosarlin Hernández es periodista independiente, graduada de la Universidad Centroamericana UCA en Comunicación y Periodismo. Con estudios posteriores en Deutsche Welle Akademie en Bonn, Alemania; y en el Instituto de Educación Continua para Periodistas (Fojo), Universidad de Kalmar, en Suecia. Autora invitada en publicaciones realizadas por la Fundación Friedrich Ebert/ El Salvador.
Rosarlin Hernández es periodista independiente, graduada de la Universidad Centroamericana UCA en Comunicación y Periodismo. Con estudios posteriores en Deutsche Welle Akademie en Bonn, Alemania; y en el Instituto de Educación Continua para Periodistas (Fojo), Universidad de Kalmar, en Suecia. Autora invitada en publicaciones realizadas por la Fundación Friedrich Ebert/ El Salvador.

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