Columnas / Cultura
¿Modelos como Neymar, Mata o Bielsa?
El fútbol es tan popular como desigual. Tan popular que la FIFA estimó en 3,200 millones las personas que vieron por televisión el Mundial de 2014; y tan desigual que la riqueza se concentra en una minoría de clubes de una minoría de países. Si a nivel político existe un G-8 de los países que pretenden liderar el desarrollo del planeta, a nivel deportivo existió un G-14 conformado para defender los intereses de los clubes más poderosos. Ya supondrá: Real Madrid, Juventus, Barcelona, PSG, Man United, Bayern de Munich… Podría decirse que el fútbol es un reflejo fiel de las sociedades que somos.

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Carlos López Salamanca

El fútbol es tan popular como desigual. Tan popular que la FIFA estimó en 3,200 millones las personas que vieron por televisión el Mundial de Brasil 2014; y tan desigual que la riqueza se concentra en una minoría de clubes de una minoría de países. Si a nivel político existe un G-8 de los países que pretenden liderar el desarrollo del planeta, a nivel deportivo existió un G-14 conformado para defender los intereses de los clubes más poderosos. Ya supondrá: Real Madrid, Juventus, Barcelona, PSG, Man United, Bayern de Munich… Podría decirse que el fútbol es un reflejo fiel de las sociedades que somos.

Los salarios en los clubes más poderosos son estrafalarios. Un futbolista de la Premier League de Inglaterra ingresa en promedio $ 270 000 al mes, mientras que toda la planilla del Sonsonate F.C. de la Liga Mayor de El Salvador sumaba $ 40 000 en 2016; unos $ 1 300 al mes estimando treinta personas entre jugadores y cuerpo técnico. Para igualar el salario mensual del futbolista de la Premier, el jugador del Sonsonate debería fajarse durante 17 años.

El mercado dicta y, siendo el fútbol un producto consumido globalmente que genera millones de dólares, para los grandes clubes tiene sentido pagar esos salarios. Económicamente hablando, claro, pero ¿lo tiene socialmente?

Con esos ingresos y ese liderazgo, podría esperarse que los futbolistas mejor pagados, sobre todo los que provienen de las sociedades más desiguales, apoyaran de lleno causas sociales y políticas. Sin embargo, parece que atrás han quedado los tiempos de Sócrates, el mediocampista brasileño que en la década de los ochenta se atrevió a tomar postura contra una dictadura militar y lideró un movimiento que logró que la dirigencia de su equipo, el Corinthians, incorporara a los jugadores en ciertas decisiones claves.

En el fútbol-negocio actual, las redes sociales, los medios deportivos y grandes marcas como Nike o Adidas nos bombardean con propaganda que convierte a esos futbolistas, quieran o no, en modelos e influencers en la sociedad. Y esos modelos destacan por razones diversas.

Neymar nació en un barrio humilde de una ciudad del estado de São Paulo. El talento del 10 brasileño le llevó a firmar en 2017 un contrato con el PSG que le reporta más de $ 2 400 000 cada mes. Fuera de sus cualidades futbolísticas, ¿qué modelo es Neymar para la sociedad? ¿Destaca como un actor social para transformar la realidad brasileña? ¿Se ha pronunciado o tomado postura respecto a los problemas que aquejan su país? Probablemente tenga una fundación a la que destine un porcentaje marginal de su salario, pero las noticias que destacan de él se relacionan más a su ostentosa fiesta de 26 años en París, o a la mansión donde se recuperó de su lesión, o a cómo llegó en helicóptero a una concentración de la Seleçao. Por supuesto que Neymar tiene la libertad para tomar todas esas decisiones, pero siendo originario de una de las sociedades más desiguales del mundo, ¿qué parte de responsabilidad moral le corresponde en la lucha por transformar su comunidad, su ciudad y su país?

Juan Mata, futbolista español del Manchester United, dijo en una entrevista que su salario le parecía una burrada, algo irreal, y decidió ir más allá sumándose a la iniciativa Common Goal, que invita a todos los y las futbolistas profesionales a donar el 1 % de sus salarios para financiar proyectos sociales en comunidades vulnerables a través del fútbol. Common Goal se ha posicionado al punto que Mata se reunió con los líderes los dueñosde la economía del planeta, y este año presentó su iniciativa en el Foro Económico Mundial en Davos.

Marcelo ‘el Loco’ Bielsa es un técnico argentino cuyo máximo logro deportivo fue el oro de la Albiceleste en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, un currículum menor en comparación con el de otros entrenadores estelares. Pero Bielsa tiene un encanto que le ha permitido cautivar a las hinchadas futbolística y socialmente en aquellos lugares por los que ha pasado. En Chile, donde fue seleccionador entre 2007 y 2010, le recuerdan por su trato horizontal a los empleados de la federación, por su vinculación de lleno en los problemas sociales del país, acompañando el trabajo de distintas oenegés, y por trasladarse por Santiago en transporte público. Bielsa también estuvo en El Salvador, no por invitación del Alianza o el FAS, sino para acompañar el trabajo de la Fundación Forever en el reparto La Campanera de Soyapango. El Loco dirigió, en 2009, un entrenamiento para niños y niñas llevando un mensaje de aliento a la estigmatizada comunidad. Bielsa, por donde ha pasado, ha roto la burbuja que mencionaba Mata que separa a los futbolistas de quienes les admiran.

Los problemas de sociedades tan desiguales como las latinoamericanas o africanas necesitan que las personas con mayor influencia en sus poblaciones se atrevan a apadrinar causas, tomen posturas políticas y renuncien a ciertos beneficios en pro del bienestar colectivo. Yo creo que los futbolistas deberían ser los primeros en esas listas.

Mata no jugará el Mundial y Bielsa no tiene equipo en la actualidad. Brasil está entre las favoritas a triunfar en Rusia. Si gana, probablemente Neymar tendrá un rol trascendente y aspirará a romper la hegemonía de Messi-Ronaldo en la premiación del Balón de Oro. Pero a pesar de lo anterior, ojalá las personas que disfrutamos del fútbol, las que lo practicamos seguido, los canteranos jóvenes de los grandes equipos, o las y los futbolistas de los equipos de países pequeños también se den el gusto de admirar modelos futbolísticos como Mata o Bielsa. Si les admiran, quizá les imiten; y si les imitan, quizá el fútbol explote al fin el potencial que tiene para transformar nuestras sociedades.

Foto Jamie Mink (Unsplash).
Foto Jamie Mink (Unsplash).

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