El Salvador / Cultura
En el salón de belleza se habla de... fútbol

Sobre el bulevar Santa Elena de Antiguo Cuscatlán hay un salón de belleza atendido por un grupo de mujeres que están teniendo la suerte de poder ver todo el Mundial en sus horas laborales. Aunque los equipos favoritos son Brasil y Argentina, se celebran todos los goles, incluso los de Francia aunque sean contra el mimado Leo Messi. La dueña del salón dice que es para que las empleadas se diviertan, aunque su camiseta de Argentina delata que ella también lo disfruta.


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Nelson Rauda Zablah

Tan emocionada estaba Roxana Villatoro, tanto creía en la selección de Argentina en ese momento, que gritó uno de los goles del francés Kylian Mbappé pensando que era la Albiceleste la que había marcado. Ella estaba en el fondo del local donde trabaja, lejos de los televisores, cuando el griterío de sus compañeras la confundió y creyó que estaba sucediendo el milagro.

—Hasta me dejó y salió corriendo –dice riéndose la mujer a la que Roxana estaba atendiendo.

Esto es un salón de belleza y son las 9 de la mañana, pero suena como un bar en un mediodía futbolero.

Roxana –23 años, cabello largo y liso con tinte casi ginger y fleco largo– dice que su equipo predilecto es Brasil, pero que siente una debilidad por un argentino en particular: Leo Messi: 'Mis compañeras hablaban de Messi y cada vez que lo veía jugar me gustaba más'. Cuando Roxana dejó a la cliente y salió corriendo, esperaba ver a la Pulga celebrar, pero lo que halló en el plasma fue a un grupo de franceses abrazados y sonrientes.

Roxana Villatoro (izquierda), colaboradora en el salón de belleza VIP, lamenta el tercer gol que Francia recetó a Argentina, en partido de octavos de final del Mundial de Rusia 2018. Foto Víctor Peña (El Faro).
Roxana Villatoro (izquierda), colaboradora en el salón de belleza VIP, lamenta el tercer gol que Francia recetó a Argentina, en partido de octavos de final del Mundial de Rusia 2018. Foto Víctor Peña (El Faro).

El Mundial se juega en Rusia en la tarde-noche, pero eso en El Salvador significa partidos en horarios laborales: 8 de la mañana y 12 del mediodía, los de octavos de final. Para muchos salvadoreños aficionados al fútbol, eso significa rebuscarse. Inventar maneras creativas de ver los partidos en la computadora de la oficina, o negociar con el jefe poner la televisión, o simplemente escucharlos por la radio.  Excepto si tu jefa también es aficionada, y le gustan los partidos, y usa una camiseta de Argentina cuando, como hoy, juega Messi. Ese es el caso –la suerte– de las empleadas del Salón VIP, en el centro comercial Santa Elena, de la lujosa zona residencial homónima, en Antiguo Cuscatlán.

—Nigeria habría hecho un mejor papel, Argentina no merecía llegar a octavos –dice Diana Guevara, también empleada del VIP.

Diana tiene 25, lleva el pelo corto estilo Bob (por encima de los hombros), liso, planchado, color cenizo con babylights café claro, y camisola de España. Diana es de esas aficionadas que gritan al televisor y que se desgañitan dando indicaciones, con alma de DT.

—¡Pegale de una!

Sale de su garganta cada vez que intuye que un jugador tiene una buena posición. A Diana le picó el bichito del fútbol “con el Real Madrid de Vicente del Bosque, Beckham, Zidane, Raúl y Ronaldo”, dice. Los galácticos. Algo de eso le quedó porque ahora va con Portugal, y quiere que pierda Messi, aunque reconoce al argentino una cualidad, “el nuevo corte de pelo”.

Como en cualquier otro lugar en el que se reúnen aficionados con gustos dispares, en el Salón VIP hubo quien disfrutó la derrota de Argentina y hubo quien la lamentó. Foto Víctor Peña (El Faro).
Como en cualquier otro lugar en el que se reúnen aficionados con gustos dispares, en el Salón VIP hubo quien disfrutó la derrota de Argentina y hubo quien la lamentó. Foto Víctor Peña (El Faro).

El uniforme habitual aquí es una camisa negra, de botones, con el logo del salón en el lado izquierdo del pecho. Pero este mes, este mundial, las empleadas y la jefa vienen con camisetas mundialistas. Hoy hay dos mujeres con camisa de Brasil, dos de Argentina y una de España. Todas visten además jeans y sandalias o zapatos con plataforma.

La jefa que les deja ver el fútbol mientras trabajan es Yecenia Uceda, de 37 años, pelo café con mechas cobrizas que le baja de los hombros y camiseta azul de Argentina, como la que usaban los sudamericanos en el Mundial de Brasil 2014. Es ella la que ordena que le suban el volumen para oír la narración del Canal 4, a veces ahogada por los sonidos de las secadoras de pelo. Suerte, pensarán algunos. Dos mujeres, un adolescente y una niña entran al salón, pero el fútbol sigue. “Se lo dejo para que se distraigan y se desconecten”, dice Yecenia. Pero no solo las empleadas se emocionan.

—No se emocione mucho con ese corte –dice Diana a Yecenia, que se quedó un par de segundos mirando la pantalla.

Cuando no está ocupada, Diana dice que se queda custodiando la televisión para que no le cambien los partidos, si alguno se pone aburrido. “Aquí vieron todos, hasta el Irán-Marruecos”, dice.

El ambiente es distendido. Cuando una de las empleadas agarra la escoba para barrer los restos del pelo que quedan en el suelo, una compañera le dice que ella es “la muchacha”. Cuando les pregunto en turnos cuáles son sus nombres y edades, una de ellas agrega que Roxana “es soltera también” y se carcajean. Los chistes no respetan jerarquías y hay que prestar atención para saber que Yecenia es la jefa. Ella se distraía con una de las incontables corridas del adolescente Mbappé mientras atendía a una cliente que estaba en el salón desde antes de que empezara el partido de las 8 de la mañana, por un tinte y corte de pelo.

Antes de ser la dueña de este salón, que abrió en 2007, YeCenia fue vendedora de la telefónica Telemóvil, administradora de una venta de repuestos de vehículos llamada Extreme Cars, e incluso defensa y portero de equipos de fútbol en San Marcos y en el colegio Sao Pablo. “Me encantaba de portera pero era muy chiquita y no me ponían”, dice. Fue su embarazo a los 20 años el que la impulsó a una carrera de estilista.

“Mi mejor amiga se inscribió en cosmetología, en la academia Lina, en el centro de San Salvador. Yo sólo la acompañaba de modelo, pero cuando llegaron a la parte del color, me encantó”, cuenta, echando la mirada de reojo al partido. Más o menos en la misma época que empezó a ser estilista, le nació la afición al fútbol.  “Cuando al Barça empezó a irle bien, lo empecé a ver más seguido. Me encantaba cómo jugaban porque tenían una gran conexión y se veía un equipo bien unido”, dice sobre ese Barcelona que en la temporada 2008-2009 ganó los seis torneos que disputó.

Yecenia Uceda (izquierda) disfruta entre risas el gol que le dio el empate a Argentina ante Francia. Foto Víctor Peña (El Faro).
Yecenia Uceda (izquierda) disfruta entre risas el gol que le dio el empate a Argentina ante Francia. Foto Víctor Peña (El Faro).

Yecenia dice que llevan ya años haciendo esto. Recuerda, por ejemplo, la decepción cuando en el Mundial de Brasil 2014. Todas tenían camisetas brasileñas cuando Alemania ganó 7-1 a los locales. Algo de eso hay, porque cuando Argentina ya tenía desventaja de dos goles, una vendedora de mangos entra y les dice: “¡Las veo desganadas!”.

—Es que va perdiendo Argentina –responde Roxana.

Quizá la decepción las hizo más pragmáticas. Roxana, la fan de Messi, en realidad va con Brasil. Diana, de camisa española, dice que apoya al lateral brasileño Marcelo, que es 'un amor'. Cuando Francia ya ganaba 4-2, Yecenia dijo que también apoyaba a los galos. Hubo siete goles en esa primera serie de los octavos de final y los gritaron todos. Para el primer día de julio ya se habían quedado fuera de competencia Alemania, Portugal, Argentina y España. Para muchas personas se termina el Mundial sin sus favoritos. Quizá es mejor sólo disfrutar todos los juegos, sin clavarse. Quizá ellas lo entienden mejor que todos.

Antes de que el partido termine, Yecenia sale hacia el otro negocio que tiene en este centro comercial: una venta de productos de belleza. Al despedirnos, le contamos que Argentina ha hecho otro gol, y ella hace un gesto de disgusto. Luego nos dice: “Ahí ando la camisa de Brasil también, ya me voy a ir a cambiar”.

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