Columnas / Política

Viejos partidos, nueva sociología


Jueves, 14 de febrero de 2019
Óscar Picardo Joao

Los tiempos cambian y las generaciones de relevo poseen una semiótica diferente, nuevos símbolos y nuevas formas de comunicación (hacia el “minimalismo”). Los nuevos votantes de 2019 ya son individuos del siglo XXI, hijos de internet, de las redes sociales e implacables poseedores de un teléfono móvil. Como diría Pepe Mujica, tienen una “universidad en el bolsillo”. Sobre estos supuestos, intentemos bosquejar algunas ideas para una sociología actualizada de cara a comprender los errores y hacer algo de prospectiva en el contexto de los partidos políticos.

Hijos de la Guerra Fría: Arena y el FMLN son hijos de la guerra fría. Las claves de “comunismo” y “anticomunismo” tienen poco sentido, aunque se siga leyendo a Marx o a Smith. El ímpetu del mercado es más poderoso que las ideologías, es triste pero real. El debate geopolítico actual es más comercial entre Estados Unidos y China, y casi todas las naciones están en el bando capitalista, gestionando apenas más o menos Estado, más o menos mercado, no más. Socialismos bien plantados hay pocos, pero aun así funcionan en sistemas capitalistas.

El fin de las ideologías : Anotaba Ignacio Ellacuría que una de las funciones filosóficas era “desideologizar”, para observar o interpretar la realidad sin ideas que encubran intereses. ¿Tienen sentidos las ideologías hoy? ¿Cuáles ideologías? ¿Derechas, centro o izquierdas? ¿Marx o Smith? Pero más allá de la política, ¿es posible que sigan latentes las ideologías del poder económico, del mercado, de las oligarquías u oligopolios?

Ni Aristóteles, ni Descartes: Ni la lógica aristotélica ni la racionalidad cartesiana funcionan. No es lo mejor ni lo prudente, los nuevos ejes del pensamiento contemporáneo son modas, estilos, formas más superficiales de ser y estar; elementos más simples y con un significado o significante que representan símbolos nuevos. Pero los partidos políticos han seguido con sus viejos símbolos y valores que no tienen más significado para los jóvenes. Tanto en “El Salvador será la tumba dónde los rojos terminará”, como en “revolución o muerte venceremos”, se habla de aniquilar, cuando lo que pretendemos es vivir y convivir.

Romper la tradición: Ahora vemos una especie de esfuerzo o compromiso o de apostolado por una causa que puede representar un sentir colectivo o “primaveral”. Para el caso, ser parte de un movimiento antisistema de partidos. La tradición –o lo tradente- es una transmisión o costumbre intergeneracional: “Mi abuelo y mi padre votaron por X, pero yo no voy a votar igual”. Hay quiebres y rupturas.

Dicotomías de la conducta: Mucha gente dice una cosa, pero piensa otra; es el fin de las lealtades y del voto duro. Lo importante es la eficacia y la eficiencia; diseñar soluciones y hacer proyectos que resuelvan problemas. En nuestro caso, ningún problema está resuelto, salvo el patrimonio de la clase política. La gente ha perdido confianza y ha evaluado mal –consistentemente- a la clase política, entonces: ¿por qué mostrar lealtad o creerles?

Nadie gana, todos pierden: Ya casi nadie gana, sino que la gente “vota en contra de…”. Una vez que los partidos políticos pasan por el poder, como langostas, arrasan con todo y luego se quedan débiles al acecho; moribundos, viviendo de las migajas, pero aprovechando el último oxígeno del poder. Desde hace muchos procesos electorales la gente utiliza el criterio de “voto de castigo”, evitando que el más malo gane; y de paso sea dicho, ni los outsiders se salvan, si están montados en un caballo partidario con historia de corrupción.

Los nuevos muros: Los nuevos muros de la sociedad del conocimiento y de la economía de la información son las redes sociales. Allí se pinta y pega de todo, lo real y la mentira, pero todo el mundo lo ve y comenta. La legión de idiotas –como diría Umberto Eco- tienen ese derecho a opinar, comentar, replicar y generar contenidos, es una maravilla perversa de la democracia contemporánea.

Opiniones al aire: ¿Hay generadores de opinión y su discurso impacta en algo? Hay nuevos espejos en internet, a través de blogs, sitios web, Facebook, Twitter, WhatsApp, Memes con una influencia breve, fugaz y fatal. No hay tiempo de leer, y si lo hubiera es para una élite reducida. No olvidemos: Todos tienen un móvil o celular y en El Salvador hay más Smartphone que gente. Podríamos afirmar que encontramos opiniones en “cápsulas” o ideas (o hashtags) más poderosos que artículos arbitrados. “Devuelvan lo robado” tuvo más impacto que decenas de columnas de opinión bien estructuradas.

Del mitin a las redes sociales: Cambiaron los escenarios territoriales de campaña; los tablados y mítines con correligionarios para medir fuerzas son menos relevantes. El ímpetu de memes en redes sociales –Facebook, WhatsApp, Tweeter-, microclips e imágenes tienen un peso mayor y llegan con más efectividad a todos los rincones. Esto lo estudiamos desde 2003 como “Social Informatics” gracias a las teorías de Bob Kling de la universidad de Indiana.

Esa aldea global: Los nacionalismos mueren y resucitan, y surgen nuevos paradigmas. Desde los años sesenta, Marshall McLuhan comenzó acuñar el concepto planetario que intenta romper las fronteras y los muros (a pesar de Trump). Aquí el debate es sobre la identidad y sobre la salvadoreñidad, si tiene o no sentido. Sobre todo, considerando la cantidad de salvadoreños migrantes que sostienen la economía con las remesas. Esto es algo para pensar y considerar en el diálogo sociológico.

Cuando la matemática falla: Los pronósticos matemáticos de los analistas fallaron –no todos, la mayoría de encuestas fueron predictibles- pero los de olfato y sentido común sí. En efecto, los sujetos no son números fijos, son emociones, circunstancias, diría Ortega y Gasset. Hay nuevas inteligencias múltiples, emocionales o colaterales –Gardner, Goleman y De Bono- que superaron el modelo binario y estático de IQ. Ciertamente, hay una nueva antropología que demanda una lectura distinta. El miedo, que fue criterio de campaña en el pasado, también se diluye y la escolaridad promedio o la alfabetización avanzan lento, pero avanzan. La gente ya decide con más criterio.

Contra todo pronóstico: (excepto el de las encuestas), el mapa de El Salvador el 4 de febrero amaneció celeste en los 14 departamentos y en la mayoría de municipios. Fue atípico, contundente y legítimo, y no crean que el abstencionismo fue alto. La mayoría de los que no votaron no viven en el país o están muertos (cada día se va mucha gente y cada año asesinan mucha gente), no cometan otro error aritmético. Al final, el “Imprinting cultural” se modificó la matriz de conformismo y normalización mutó, se reveló contra el sistema; es decir, contra ustedes, partidos políticos, hablando desde el lenguaje electoral.

¿Qué es eso de la Ética?: No sólo se ha dejado de leer la Ética a Nicómaco; el problema mayor es la ausencia de referentes éticos, de personas inspiradoras a quién creerles y a quién seguir. En este contexto que vivimos casi todos han tenido un precio, la cuestión es saber cuánto. Es triste y real. Pero lo ético –traducido popularmente a honestidad- tiene peso y mucho sentido para la gente; lo que piden a gritos es que no se robe más de los erarios públicos, que no se aprovechen del cargo público y que de una vez se llegue a servir y no a servirse.

Finalmente, no basta con adelantar elecciones o cambiar dirigencias; se debe profundizar en la nueva sociología, en los cambios y en los modelos comprensivos. Los partidos políticos deben recuperar la intelectualidad perdida y expulsada, deben ser más inquisitivos, escuchar más a la academia que se está trasformando; y, sobre todo, deben estudiar la sociedad con modelos más sofisticados, incorporando nuevas tecnologías.

La gente le exige poco a la clase política: Honestidad, y con ella llevar una vida consecuente. Nada más, nada menos.

 

*Óscar Picardo Joao ( opicardo@asu.edu ) es investigador y especialista en política educativa. Licenciado en Filosofía, con maestrías en Teología y Educación y Doctorado en Didáctica y Organización Escolar. Dirige el Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia. Foto El Faro: Víctor Peña
*Óscar Picardo Joao ( [email protected] ) es investigador y especialista en política educativa. Licenciado en Filosofía, con maestrías en Teología y Educación y Doctorado en Didáctica y Organización Escolar. Dirige el Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia. Foto El Faro: Víctor Peña

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