El Ágora / Cultura

Corregir a un premio Nobel: el queísmo de Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa, además de ser uno de los grandes autores literarios latinoamericanos, es miembro de la Real Academia Española. Eso no lo excluye, sin embargo, de que en uno de sus libros aparezca con frecuencia uno de los yerros más recurrentes de los hablantes del español: el queísmo. En este texto, María Tenorio, profesora de redacción, hace un recorrido por el uso inadecuado en la séptima novela publicada por el peruano en 1984.


Miércoles, 27 de marzo de 2019
María Tenorio

Mientras leo y disfruto Historia de Mayta (1984) del premio Nobel Mario Vargas Llosa, me doy cuenta de que este respetado autor ha padecido del clásico queísmo, un mal también llamado dequefobia, condenado por la institución de la que es miembro de letra, la Real Academia Española.

Foto: María Tenorio.
Foto: María Tenorio.

El queísmo, según el Diccionario panhispánico de dudas de 2005 (DPD, en adelante), “es la supresión indebida de una preposición (generalmente de) delante de la conjunción que, cuando la preposición viene exigida por alguna palabra del enunciado”. Cometemos un error al comernos la preposición de antes de que cuando debe ir ahí. Esta falla se llama dequefobia porque puede entenderse como una fobia (aversión, dice la Fundéu) a decir de que por considerarlo incorrecto.

Ahora vamos a lo que vinimos: es decir, a la dequefobia de Vargas Llosa en Historia de Mayta, entretenidísima novela sobre el trotskista Alejandro Mayta, quien protagonizó una fallida revolución en Jauja, Perú, en 1958. Los ejemplos que siguen están tomados de la edición de Seix Barral de marzo de 1987 (cuarta reimpresión, México).

Antes de comenzar, solo advierto que este es un error muy común; casi todos padecemos de dequefobia o queísmo en alguna medida. Y, como veremos, esta falta es cometida hasta por los escritores más conspicuos, como el mencionado Mario Vargas Llosa y otros como Julio Ramón Ribeyro y Manuel Scorza (Arrizabalaga, “Epidemia de queísmo”).

Caso 1: estoy segura de esto. Cuando Vargas Llosa, en la voz del narrador de su relato, dice: “A su papá nunca lo vimos y yo estaba seguro que no existía” (p. 10), debería decir: A su papá nunca lo vimos y yo estaba seguro de que no existía. (Comprobemos convirtiendo la frase en pregunta: ¿de qué estaba seguro yo? Vemos que aparece obligatoriamente de. Otra forma de comprobar es sustituyendo la subordinada por eso: Yo estaba seguro de eso. También aquí aparece de).                                                                 

La Real Academia Española (RAE) en el Diccionario panhispánico de dudas al tratar el queísmo, dice que no debe suprimirse la preposición “con adjetivos que llevan complementos preposicionales: Estamos seguros de que acertaremos (no Estamos seguros que acertaremos)”.

Otro ejemplo de este mismo caso: “¿Estás seguro que nunca viste a Vallejos?”, el compañero de armas de Mayta (p. 47); donde debería decir: ¿Estás seguro de que nunca viste a Vallejos? (Comprobemos: ¿Estás seguro de eso?).

Ahora bien, entre varias muestras de este caso con adjetivos encontré un uso correcto: “El Partido cumplirá. Pero necesita estar seguro de que ésta es una acción seria, bien pensada y con probabilidades de éxito” (p. 154, el énfasis es mío).

Caso 2: asegurémonos de que vamos bien. Vargas Llosa escribió, en la voz de Vallejos: “También tenía que asegurarme que podía confiar en ti” (p. 154), cuando debería haber escrito: También tenía que asegurarme de que podía confiar en ti. (Comprobemos: También tenía que asegurarme de eso, ¿de qué tenía que asegurarme?).

Según el DPD (2005), no debe suprimirse la preposición “con verbos pronominales que se construyen con un complemento de régimen: acordarse de algo, alegrarse de algo, arrepentirse de algo, fijarse en algo, olvidarse de algo, preocuparse de o por algo, etc.” Agreguemos a esa lista el verbo “asegurarse”. Este es otro caso de queísmo o dequefobia.

En Historia de Mayta encontré un ejemplo de este error con el verbo pronominal “alegrarse”. Vargas Llosa dice, en la voz de Adelaida, la resentida exesposa de Mayta: “Me alegro que al fin me lo reconozcas” (p. 218), cuando debería decir: Me alegro de que al fin me lo reconozcas. (Comprobemos: Me alegro de eso, ¿de qué me alegro?). Y otro ejemplo con el verbo “enterarse”; dice Vargas Llosa en la voz de Blacquer, estalinista, enemigo de Mayta: “Me enteré que era un asunto de días, pero no del lugar” (p. 190), donde debería decir: Me enteré de que era un asunto de días, pero no del lugar. (Comprobemos: Me enteré de eso; ¿de qué me enteré?).

Caso 3: tengo la convicción de que este autor es queísta. Un tercer caso de dequefobia en Vargas Llosa ocurre con sustantivos que toman complementos preposicionales. Dice el autor, en la voz de Mayta: “¿Tienes miedo que te comprometa?” (p. 165), cuando debería decir: ¿Tienes miedo de que te comprometa? (Comprobemos: ¿Tienes miedo de eso?).

En este tercer caso de queísmo, la norma contravenida es esta: no debe suprimirse la preposición “con sustantivos que llevan complementos preposicionales: Tengo ganas de que llueva (no Tengo ganas que llueva); Ardo en deseos de que vengas a verme (no Ardo en deseos que vengas a verme)”.

Ahora bien, debo decir que, en este caso con sustantivos, encontré un uso correcto de la preposición de en la carta de renuncia que firma Mayta: “Quiero, camarada, reafirmar una vez más mi fe en el proletariado peruano, mi convicción de que la revolución será una realidad” (p. 196, énfasis mío). ¡Bien por Mayta!

Caso 4: me di cuenta de eso. El cuarto caso detectado en Vargas Llosa es el caso clásico que, como profesora de redacción, más corrijo en mis estudiantes: ocurre con la locución verbal “darse cuenta (de que)”.

Escribe Vargas Llosa cuando habla Vallejos: “¿Te das cuenta que no exageraba cuando te decía que los Andes están maduros?” (p. 148), cuando debería haber escrito: ¿Te das cuenta de que no exageraba cuando te decía que los Andes están maduros? (Comprobemos: ¿Te das cuenta de eso?).

El DPD (2005), en la entrada sobre queísmo, dice que no debe suprimirse la preposición “en las locuciones verbales caber, o haber, duda de algo, caer en la cuenta de algo, darse cuenta de algo: No cabe duda de que es un gran escritor (no No cabe duda que es un gran escritor); Nos dimos cuenta de que era tarde (no Nos dimos cuenta que era tarde)”.

Otro ejemplo de este caso. Vargas Llosa dice, Moisés Barbi Leyva –compañero de Mayta en el POR(T) o Partido Obrero Revolucionario (Troskista)— habla: “Me daba perfecta cuenta que no conducía a nada” (p. 49); debería decir: Me daba perfecta cuenta de que no conducía a nada (Comprobemos: Me daba perfecta cuenta de eso).

Caso 5: te convencí de eso. Veamos el quinto y último caso de queísmo en Vargas Llosa, en la voz del narrador: “lo había convencido que asistiera a un círculo de estudios marxistas dirigido por él” (p. 101); ahí debería decir: lo había convencido de que asistiera a un círculo de estudios marxistas dirigido por él (Comprobemos: lo había convencido de eso; ¿de qué lo había convencido?).

La norma contravenida en este caso de queísmo es que no debe suprimirse la preposición “con verbos no pronominales que se construyen con un complemento de régimen: convencer de algo, insistir en algo, tratar de algo (en el sentido de ‘procurarlo, intentarlo’), etc.: Lo convencí de que escribiera el artículo (no Lo convencí que escribiera el artículo)”.

Un ejemplo más de este caso. Dice Vargas Llosa: “’Esta vez te has convencido que va en serio’” (p. 174), donde debería decir: Esta vez te has convencido de que va en serio. (Comprobemos: Esta vez te has convencido de eso).

Y, para finalizar con los ejemplos, un uso correcto en la voz del narrador: “le había invitado incontables cafés, persuadiéndolo de que el trotskismo era el verdadero marxismo” (p. 101, el énfasis es mío).

***

Foto: María Tenorio.
Foto: María Tenorio.

Como se ha visto en los ejemplos anteriores –y hay muchos más en la novela— el queísmo es generalizado en el texto en cuestión y, por lo mismo, atribuible a Vargas Llosa (y también a quien corrigió la primera edición de la Historia de Mayta, cuyo nombre no aparece en la hoja de créditos).

Algunas personas con quienes he comentado este hallazgo me han preguntado si aparece únicamente en las voces de determinados personajes a quienes el autor ha querido hacer queístas. No es así; las fallas en el uso de de que están esparcidas en el libro a diestra y siniestra: cuando habla el narrador (que es cuando el autor más cuida su estilo; ver pp. 8, 10, 38) y cuando hablan distintos personajes (Moisés Barbi Leyva, pp. 47, 49; Mayta, pp. 78, 141, 165; Vallejos, pp. 148, 154; Blacquer, p. 190; Adelaida, p. 218).

Por lo anterior, descarto la hipótesis de que Vargas Llosa cayó en la dequefobia de manera intencional, para construir las voces de ciertos personajes. El nobel y académico de la lengua es queísta (y eso no le resta méritos como narrador)… y su corrector también. Ocurre hasta en las mejores familias.


María Tenorio es correctora y profesora de redacción en la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN). Tiene un doctorado en Literatura Latinoamericana por la Universidad Estatal de Ohio.

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