El Ágora / Cultura

“Si no fuera por la cooperación, la Biblioteca Nacional sería un lupanarcito”

La inundación en el sótano de la Biblioteca Nacional sacó a flote las viejas carencias de uno de los edificios más emblemáticos del patrimonio cultural salvadoreño, pero también la falta de apoyo de cuatro administraciones presidenciales. El escritor Manlio Argueta, director desde 2000, lamenta que en dos décadas no haya existido prioridad ni fondos para el mantenimiento adecuado del recinto. Por lo pronto, toca esperar que la limpieza de unas tuberías colapsadas haya funcionado, pero eso solo lo descubrirán cuando vengan más lluvias. Argueta espera que el nuevo gobierno y la alcaldía de San Salvador cumplan sus promesas de apoyo.


Martes, 7 de mayo de 2019
Gabriel Labrador

Manlio Argueta, durante una inundación en el sótano de la Biblioteca Nacional, en mayo de 2019. Argueta ha sido el director de la Biblioteca desde el año 2000. Foto de El Faro: Carlos Barrera.
Manlio Argueta, durante una inundación en el sótano de la Biblioteca Nacional, en mayo de 2019. Argueta ha sido el director de la Biblioteca desde el año 2000. Foto de El Faro: Carlos Barrera.

El domingo 5 de mayo, Manlio Argueta, uno de los autores salvadoreños más importantes y una referencia obligatoria para los especialistas y amantes de la literatura latinoamericana, intentaba salvar periódicos antiguos que se mojaron tras una inundación ocurrida en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional. Él suspendió las labores de secado, que realizaba junto a un grupo de empleados, para explicar que el abandono que ha dado al Estado a la Biblioteca reaparece siempre con las lluvias. Cerca del lobby, pequeños ventiladores giraban al máximo para intentar secar los periódicos dañados por aguas contaminadas con heces. 'Nos apena decirlo, pero por eso el personal que está secando los ejemplares está trabajando con guantes de látex. Hemos pedido también alcohol gel y alcohol de 90 grados', dijo. Los empleados habían juntado varias mesas y sobre ellas habían colocado los más de 200 tomos dañados. 

La inundación en el sótano dañó 200 tomos de periódicos que datan de las décadas de los años 70 y 80, pero también ha sacado a la luz, una vez más, las carencias de este edificio y la falta de apoyo del Estado a la conservación del patrimonio.

Personal de la Administración de Acueductos y Alcantarillados (Anda) y de la Compañía de Alumbrado Eléctrico (CAESS) trabajaron en remoción de desechos y rocas. Anda y la Alcaldía de San Salvador han concluido que la tormenta del lunes 29 de abril hizo colapsar el alcantarillado del edificio. Desechos habían obstruido el sistema, ubicado en el corazón del Centro Histórico, en el costado sur de la Plaza Gerardo Barrios. La obstrucción provocó que aguas negras y servidas, en lugar de correr hacia el este, en dirección a la Plaza Libertad, encontraran salida en los sanitarios ubicados en el sótano, donde también está alojada la hemeroteca, lugar en el que se conservan colecciones antiguas de periódicos salvadoreños. “De los baños salió mucha basura”, dijo el laureado escritor

Argueta y su equipo tienen detectadas las áreas donde seguro habrá goteras, pero el accidente de inicios de mayo fue totalmente inesperado, y los deja a la expectativa. Otra de sus preocupaciones es la filtración de agua a través de una de las columnas de soporte del edificio de cinco niveles. Su reparación, dice, debe partir de una consultoría cuyo costo es de 60 mil dólares. “Pero si aquí ni siquiera hay $100 para comprar plástico, menos habrá para esa consultoría”, se lamenta.

Las fallas en las tuberías se suman ahora a la lista carencias habituales de la Biblioteca Nacional, construida a inicios de los años 60. Por ejemplo, para secar los ejemplares de periódicos han tenido que improvisar con hojas de papel bond, cuando el ideal es utilizar un papel absorbente cuya existencia ya se agotó. Además, los elevadores tienen lustros de no funcionar y la única manera de subir a los distintos niveles es a través de las escaleras de emergencia. No hay dinero para viáticos ni para horas extras, y lo que más lamenta Argueta es que tampoco haya recursos para alimentar con libros a las colecciones de la Biblioteca, que en teoría debería ser la más importante del país.

Antes de la inundación, Argueta no logró conseguir apoyo para dar protección a los libros. Justo en la semana de la inundación, necesitaba comprar grandes trozos de plástico para cubrir los estantes de libros durante el día feriado del 1° de mayo. El plástico disponible se les había agotado, y el fondo circulante de 500 dólares también se había terminado. Pidieron más presupuesto al Ministerio de Cultura, al que está adscrita la Biblioteca, pero el esfuerzo cayó en vano. No hubo respuesta favorable. 

'El Gobierno nunca tuvo dinero para la cultura, es la verdad', dice Argueta, aunque él mismo asegura que tiene esperanza en el gobierno entrante y la Alcaldía de San Salvador, cuyos máximos representantes -según cuenta- ya lo buscaron para ofrecerle ayuda. 

El material dañado es un lote de periódicos que se encontraban en la hemeroteca ubicada en el sótano del edificio. Según Argueta, en la hemeroteca hay periódicos que datan desde 1847. Foto de Carlos Barrera.
El material dañado es un lote de periódicos que se encontraban en la hemeroteca ubicada en el sótano del edificio. Según Argueta, en la hemeroteca hay periódicos que datan desde 1847. Foto de Carlos Barrera.

¿Qué tan graves son los daños?

Lo único que sufrió daños son periódicos de El Diario de Hoy del año 1978 a 1986, entonces, ¿a dónde está el consuelo? Que es una etapa reciente y que EDH está digitalizando, porque lo que lamentaríamos es que se pierda ese patrimonio de información. Estos daños implican que vamos a dejar de trabajar por lo menos 10 días.

¿Hay más materiales históricos que podrían dañarse?

Por suerte que no se dañó la Hemeroteca Histórica. Ahí hay periódicos desde 1847, diarios preciosos, e incluso el primer Diario Oficial, que se llama El Constitucional, del año 1841, que está aislado. También tenemos un diario, el Diario El Salvador, desde finales de ese mismo siglo, que es único en todo el mundo, no hay otra copia. Pero todo eso no ha sufrido daños. Vamos a ver cómo lo sacamos porque eso sí está en el sótano, y no sabemos si algo más podría pasar.

¿No se ha digitalizado?

No, eso aún no. Le hemos dado prioridad a los libros, pero sí ya tenemos el equipo donado por Barcelona para digitalizar. Ya tenemos 700, 800 libros digitalizados, pero son un montón. Consulté con una empresa privada y he pensado que puedo conseguir dinero de algún lado porque antes teníamos mucha ayuda, especialmente de Suecia, pero ya no por decisiones de aquel gobierno, de que ya no brindarían cooperación para cosas abstractas. En su momento, Suecia nos apoyó con capacitaciones para la digitalización, nada de fondos Goes. También con estanterías, libros, el Bibliobús, computadoras, todo... Si no fuera por la cooperación esta sería un pequeño lupanarcito con libros, sin nada.

¿Por qué marcha tan lento la digitalización de los libros?

Fuimos el séptimo país en Iberoamérica en ingresar a la biblioteca digital en Iberoamericana. Eso es un orgullo, pero este tipo de cosas fueron gracias a la cooperación. Nunca se ha pagado con fondos Goes, el Gobierno nunca tuvo dinero para cultura, la verdad. Estoy hablando desde que estoy aquí, desde el 2000.

Es muy elocuente que usted nunca haya notado una apuesta decidida por la cultura.

¡Ni siquiera para comprar libros! Y los libros para niños del Bibliobús, también Suecia los donó. La pintada del Bibliobus fue gracias a estudiantes de ciencias sociales de la Universidad Don Bosco o de Universidad Matías Delgado. También nos donaron las estanterías y las computadoras. También la Asociación de Estados Iberoamericanos para el Desarrollo de las Bibliotecas Nacionales (Abinia) nos ha dado apoyo para material de conservación porque no hay aquí en el país, y también para capacitaciones en materia documental.

¿La inundación es un hecho fortuito o ya había ocurrido algo similar? 

No estaba en lo previsto. Cuando viene el agua lluvia, una tormenta, por A o B razón, se mezcla el agua lluvia con las aguas negras. No hemos detectado por qué. Se presume que ambas tuberías van paralelas, pero como son tuberías viejas del año 61, 62, al ser de ladrillos o de cemento, se han unido. 

¿Este es el peor percance en años?

Desde hace años hemos tenido percances pero son situaciones que ya las tenemos controladas: ya sabemos dónde caen las goteras y ahí evitamos poner cosas. Esta vez, la lluvia afectó en lugares donde nunca habíamos pensado que iba a ocurrir. La obstrucción de las aguas negras repercutió en la inundación de los servicios sanitarios. Nos apena decirlo, pero por eso el personal que está secando los ejemplares está trabajando con guantes de látex. Hemos pedido también alcohol gel y alcohol de 90 grados.

Por la contaminación con heces.

Sí, no se siente el mal olor pero las bacterias están. El baño inundado es el de la Sala Braile. Del baño salían bolsas de plástico, de modo que es importante la limpieza que se haga allá afuera. La alcaldía de San Salvador ya vino a limpiar, y se dieron cuenta que, a nivel de tuberías, había que limpiar desde los mercados hasta el Cine Libertad. El agua no corría, había bastantes obstrucciones, por ejemplo estaba la piedra que hizo que todo el agua buscara salida hacia arriba, y por eso se rebalsó el sanitario.

El equipo de la Biblioteca Nacional trabaja en el papel dañado desde el 30 de abril. El incidente se debió al colapso de una tubería de aguas residuales que colapsó en las cercanías del edifico de la Biblioteca. Foto de Carlos Barrera.
El equipo de la Biblioteca Nacional trabaja en el papel dañado desde el 30 de abril. El incidente se debió al colapso de una tubería de aguas residuales que colapsó en las cercanías del edifico de la Biblioteca. Foto de Carlos Barrera.

¿Existe un buen diagnóstico sobre la infraestructura de la biblioteca?

Dos semanas antes de la inundación estábamos moviendo cosas porque hay unas filtraciones que creíamos era lo que había que reparar. La filtración es a través de esa columna que está ahí (señala una gruesa columna, en la primera planta), en la parte de arriba del edificio. Es un gran peligro porque se está comiendo el acero. Vinieron cuatro grupos de ingenieros, ninguno, por cierto, del Ministerio de Cultura: la Fundación Acero y Cemento, Sherwin Williams, el Ministerio de Obras Públicas y los del Distrito Centro Histórico de la alcaldía. Estos (la alcaldía) no vinieron a revisar, pero sí me dieron las especificaciones para hacer una consultoría sobre el problema de las filtraciones en las columnas, porque todo el edificio podría estar dañado y en peligro.

Para ser un edificio tan viejo, construido entre el 61 y 62, es casi un logro que “solo” esa filtración sea el problema más grande.

La fundación Acero y Cemento nos ha dicho que este edificio es una fortaleza, una joya, tiene resistencia de un puente. Nosotros creíamos que con la Compañía Nacional de Danza en la cuarta planta íbamos a tener problemas, porque pasan saltando, pero no, ja,ja, no hay problema. Pero bueno, el Talón de Aquiles del edificio es que no ha recibido mantenimiento y no sabemos cómo están por dentro las columnas. Además, hay una espuma de fibra de vidrio que recubre todos los hierros, pero la espuma está deteriorada. Normalmente, ese material ayudaría a contener un incendio si hubiera uno, pero el problema es que es un material cancerígeno que por el tiempo se ha soltado y está en el suelo como polvillo. Por eso recomiendan nunca ingresar a examinar la estructura sin máscaras industriales, casco y anteojos especiales. Se supone que este edificio tendría que tener un mantenimiento cada cinco años, pero en 34 años no se le ha dado, y cuando hemos entrado a ver las estructuras ha sido con máscaras sencillas, nada más. Entonces hay que limpiar todo eso, aunque no sabemos cómo. Me dijeron que podía hacerse manual pero que mejor lo hiciera a través de una consultoría.

Parece un proyecto caro.

Si en la Biblioteca no hay ni 100 dólares para comprar plástico, menos habrá para 60 mil dólares que vale una consultoría. La consultoría dura mes y medio, y se necesitan equipos de laboratorio especial para medir los suelos y el metal, metal corroído. Nosotros ya hemos hecho el llamado para que se vea eso...

¿Al Ministerio?

Sí. Cuando vemos que no [hay respuesta], hemos llamado, por ejemplo, a la fundación Acero y Cemento. Es prioritaria la reparación para evitar filtración de la columna nada más que, según dos cotizaciones de Sherwin Williams, podría costar o 43 mil u 80 mil dólares, para evitar la filtración de la columna.

El presupuesto de la Biblioteca ronda el millón de dólares. ¿Qué dice del país el hecho de que se destine esa misma cantidad de dinero para una toma de posesión y no para apoyar de manera decidida a la cultura?

No ha habido apuesta decidida. Ha habido cosas buenas, por supuesto, pero siempre limitado. Los libros que adquiere la Biblioteca son gracias a la Ley de depósito legal que ordena que todo libro publicado en El Salvador entregue cinco ejemplares a la Biblioteca. Pero si queremos Harry Potter o una colección del Quijote, nueva, no podemos porque necesitamos dinero y no lo tenemos. No tenemos ninguna asignación, o un libro infantil para el Biblobús. En ese caso, Suecia nos donó todas las colecciones más importantes para echarlo a andar y la Unesco nos regaló libros en 2006, y Suecia la equipó.

¿Qué expectativas tiene con el nuevo Gobierno? Parece que la nueva ministra, Suecy Callejas, ya le habló para mostrarle apoyo.

Sí, también el presidente electo, y el alcalde de San Salvador. El acercamiento comenzó desde hace algún tiempo. Es más, él (Ernesto Muyshondt) está pendiente por medio de Whatsapp de todo lo que está pasando aquí, y me pregunta que en qué puede ayudar, o sea que también está implicado en esa renovación, que es un proyecto de entre tres o cinco fases. La que se ha terminado es la primera fase, luego sigue el Corredor de la Rubén Darío, y luego va a seguir la Biblioteca. Los dos me han reafirmado que la Biblioteca está para una intervención a fondo. Cuando fui a decirles que por qué no habían iluminado la Biblioteca me dijeron que solo iluminar sería un maquillaje, porque la Biblioteca, ya está establecido en el proyecto, que se reconstruirá a fondo. Tanto la Secretaria de Cultura entrante como el alcalde actual han dicho que van a cubrir ciertas necesidades, dijéramos, provisorias, mientras se llega la etapa definitiva. Pero sí ha habido acercamientos. Por ejemplo, cuando era alcalde, Nayib visitó tres veces esta oficina. Es el único alto funcionario de ese nivel que nos ha visitado tres veces.

¿Eso en las casi dos décadas que usted lleva aquí?

Sí. Ah, bueno, a 'Mayu' (María Eugenia) Brizuela (excanciller de la administración 1999-2004) le presentamos un libro, y me ofreció reparar los elevadores, que costaba 8 mil dólares. Los de la empresa me dijeron que lo más que iba a durar la reparación era dos meses. Me sugirieron que los compráramos, pero costaba cada uno 40 mil dólares. Cuando le dije a 'Mayu' me dijo que solo tenía los 8 mil para una reparación.

Desde entonces no sirven los elevadores.

Este edificio era de circulación vertical, todo era por elevador. ¿Por dónde subimos nosotros? Por las escaleras de incendio.

No puede ser.

Sí, las de emergencia, que se supone que se ocupan una sola vez porque una vez se incendia. Pero las ocupamos todos los días. Las escaleras eléctricas no funcionan, pero conducen solo a ese nivel, donde estaba el banco. Esas escaleras eran las únicas que había en aquella época y la gente venía solo por verlas. Este edificio fue construido con tecnología de punta, pero con protocolos de protección de hace 60 años y hoy hay otros protocolos. Por ejemplo, el asbesto no se puede usar porque produce cáncer.

El director de la Biblioteca Nacional, Manlio Argueta, durante una entrevista a El Faro en el área donde se realiza el trabajo de restauración de los periódicos dañados. Foto de Carlos Barrera. 
El director de la Biblioteca Nacional, Manlio Argueta, durante una entrevista a El Faro en el área donde se realiza el trabajo de restauración de los periódicos dañados. Foto de Carlos Barrera. 

¿Usted interpreta como buena señal que los funcionarios del gobierno electo se le hayan acercado ya?

Ojalá que sea con Nayib que se pueda obtener apoyos de cooperación porque realmente los gastos son altos. Solo el cableado eléctrico de la Biblioteca cuesta, según estudios hechos por CAESS, 1 300 000 dólares. El que está es un cableado de más de 60 años, ya estará comido por los ratones. Imaginate el cableado de fibra óptica cuánto puede costar, si implica paneles, cosas modernas de esta época. Los transformadores modernos nos los regaló CAESS.

Desde que Bukele le dijo personalmente, la primera vez, que apoyaría a la Biblioteca han pasado cuando menos tres o cuatro años.

Aun no se ha materializado ese ofrecimiento, pero están a la orden.

¿Usted diría que se nota la voluntad política?

Sí, sí. Por ejemplo, tengo un Whatsapp del actual alcalde donde me dice: 'Dime en qué te podemos apoyar'. De Suecy (Callejas) también: 'Manlio, estoy a tus órdenes'. Claro, casi todo lo que hemos hecho es todo bien complicado. Eso que te digo de la desecación lo ha hecho CAESS y ANDA.

¿Qué se puede hacer para prevenir otra inundación?

Se supone que ya desecaron y hoy solo vamos a probar con otras lluvias a ver si se resolvió.

Ustedes tienen un presupuesto escaso. ¿Se puede trabajar con un fondo circulante de 500 dólares?

Pongo un ejemplo: con ese fondo circulante quisimos comprar más plástico para proteger todos libros si llovía otra vez el miércoles (1 de mayo) mientras no había nadie en el edificio. Solo alcanzamos a cubrir una parte. En el Ministerio nos dijeron que consiguiéramos plástico con crédito. Pero esos préstamos se manejan desde arriba, así que ahí quedó la solicitud. Si no nos movemos nosotros, no hay nada.

(Argueta interrumpe la entrevista para dirigir unas palabras a una de las pocas empleadas que han llegado a trabajar este día. La empleada comenta al director de la Biblioteca que irá a almorzar pero que regresará en breve. 'Yo las voy a tener que dejar, ahí me cuidan el edificio, que no las vayan a asaltar', dice Argueta. La empleada responde que no debe preocuparse porque ahí queda el vigilante en la puerta).

¿Han sufrido asaltos alguna vez?

No, jamás. Ni siquiera pandilleros. Solo una vez se metió uno huyendo de la Policía. Entró y salió rápido, corriendo. Supimos que era pandillero porque venía la Policía detrás. Eso fue por 2005, cuando todavía no era tan intenso. Hemos sufrido un daño en términos de visitantes. Algunos colegios y escuelas que venían aquí dejaron de venir porque están al otro lado, y se supone que la avenida Monseñor Romero es la que divide. No sucede nada, la verdad, porque yo me cruzo y todo, aunque quizá es por mi edad... Pero cuando los alumnos le dicen al director que no pueden cruzar, ya no pueden venir. Los directores me dicen que vendrían con mucho gusto pero que no pueden, y como la responsabilidad es de ellos...

¿A partir de cuándo detectó ese cambio?

Hace dos años que amenazaron a alumnos, y estos le dijeron al director. Incluso para demostrarme que era por eso, el director vino, ya es mayor de edad, y me decía que por seguridad no traía a los estudiantes. Algunos vienen del Sagrado Corazón.

(Interrumpe la conversación Milton Moreira, un viejo amigo de Argueta, un gerente de una empresa de la zona que ha escuchado las últimas calamidades de la Biblioteca. '¿Siempre vas a necesitar alcohol?', le pregunta Moreira al director. 'Sí, de 90 grados, y guantes de látex', responde Argueta).

Él nos ha apoyado bastante. Cuando hemos hecho la gira para estudiantes, él nos ha conseguido hasta 2 mil bebidas para los festivales. Para los festivales todo es regalado. Bueno, un día Movistar hasta unos patines de ruedas en línea nos regalaron. Hoy para la caravana, alguien más nos regaló el agua.

Usted es un gran malabarista, pues.

Sí, yo soy un gran pedigüeño, y me dan. Me dan.

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