Columnas / Desigualdad

Señales de apertura y ausencias en el nuevo Gobierno

Es deseable que los discursos y el compromiso con las políticas para la igualdad no sean desarrollados únicamente desde el eje de bienestar social, sino que se convierta en enfoque y compromiso impulsado desde la presidencia.

Miércoles, 11 de septiembre de 2019
Morena Herrera

En el corto plazo que representan los primeros 100 días de gobierno, es posible apuntar algunas reflexiones acerca de los significados y señales mostradas por el Presidente Bukele y su equipo de trabajo en este período. Enfocaré en tres de ellos mis reflexiones.

El abordaje de la violencia
Para este gobierno es claro que la situación de violencia en el país se presenta como uno de sus principales desafíos. En materia de seguridad, el Plan Control Territorial, en su fase uno y las siete fases anunciadas, ha tenido como resultado en el corto plazo una disminución de los homicidios, lo cual es muy importante y representa un mérito que es justo reconocer.

Sin embargo, y como se ha insistido a gobiernos anteriores, es necesario abordar las dinámicas de violencia de forma integral y desde sus diferentes causas y orígenes. Si se pretende cambiar las estructuras que generan la violencia, necesariamente se tienen que abordar las dinámicas asociadas y generadoras de esta cultura de violencia. En tal sentido, la política y planes de seguridad no están abordando entre otros factores, la violencia contra las mujeres, las niñas y las adolescentes, las dinámicas de violencia intrafamiliar, las violencias asociadas a la edad y a otras desigualdades socioeconómicas que también son generadoras de violencias.

Sobre el Plan de seguridad, son urgentes las medidas para la prevención de la violencia contra las mujeres y la no discriminación, reconociendo que los hechos de violencia basada en relaciones de género, pueden concluir en feminicidio como máxima expresión. Pero es necesario comprender que los feminicidios no son crímenes aislados, es necesario entender que son el resultado de un proceso sistemático donde convergen diferentes tipos y modalidades de violencia, siendo una de las más fuertes la violencia sexual contra mujeres, las adolescentes y niñas.

Celebrar la disminución de homicidios en el país es legítimo, sacar a nuestro país de los que tienen un registro de tasas más altas de muertes violentas es esperanzador. Pero no se puede disminuir la preocupación pública sobre los feminicidios calificándolos de crímenes pasionales. A las feministas en el mundo nos ha costado mucho trabajo y vidas de mujeres establecer esa diferencia y esperamos que el Presidente y su equipo de seguridad la pueda comprender y se comprometa también con su erradicación.

En este campo quiero expresar otras tres preocupaciones relacionadas, en primer lugar el énfasis en la militarización y lo que pareciera ser un enfoque fundamentalmente represivo. Diversos actores han insistido en el fracaso de las políticas de Mano dura y Súper mano dura que desde el gobierno del expresidente Flores se vienen impulsando. Al señalar esto, es importante aclarar  también, el deseo que este fracaso no se repita. Un segundo aspecto, también repetido de anteriores gobiernos, es el uso del Ejército en responsabilidades de seguridad pública, para las que no está preparado, pero que además representan una presencia que no brinda seguridad, sino que infunde miedo y el miedo es un sentimiento poco sano para el establecimiento de relaciones de convivencia basadas en el respeto.

Una tercera preocupación es la proyección de imágenes de los privados de libertad, con aglomeraciones de cuerpos de hombres semidesnudos a los que se tiende a deshumanizar. Reconocemos que este es un fenómeno complejo, pues hay mucha gente afectada por las maras y pandillas, que ha sufrido mucho y que incluso pueden aplaudir este tipo de trato y estas imágenes porque se sienten muy dañadas. No obstante, existen fronteras éticas que un gobierno democrático no puede ignorar, y una de ellas es no despojar de toda humanidad a una persona, independientemente de los delitos que haya cometido.

El trabajo por la igualdad entre mujeres y hombres
Un aspecto que el mismo gobierno ha destacado en sus redes sociales es su voluntad expresa de conformar un gobierno que se acerque a una composición paritaria entre mujeres y hombres, destacando el liderazgo de mujeres. Más allá de los números, aunque no dejan de ser importantes, incluir esta preocupación en su discurso y nombramientos representa en sí mismo un avance. Así mismo, es justo reconocer el nombramiento de una feminista, con una trayectoria histórica importante, en la Dirección ejecutiva del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU).

Pero caminar hacia la paridad implica dar pasos decisivos al cumplimiento de la agenda de derechos de las mujeres y a las demandas incorporadas en el apartado “Mujer” del Plan Cuscatlán. Este es un compromiso que no sólo puede ser responsabilidad del ISDEMU, sino de las diferentes carteras ministeriales, pues las medidas que favorezcan la construcción de relaciones de igualdad y equidad entre mujeres y hombres, así como la vigencia y garantía de los derechos de las mujeres, implican políticas públicas desde los diferentes sectores gubernamentales.

En este sentido, sería deseable que los discursos y el compromiso con las políticas para la igualdad no sean desarrollados únicamente desde el eje de bienestar social, como se ha anunciado, sino que se convierta en enfoque y compromiso impulsado desde la presidencia y todo el gabinete de gobierno. Esa es la expectativa de las organizaciones de mujeres y feministas en seguimiento a los compromisos expresados en el Plan Cuscatlán.

En el mismo marco, existe una preocupación por el limbo en el que ha caído lo que en el gobierno anterior fue la Dirección de diversidad sexual. Por un lado, porque revisando las 40 páginas del Plan Cuscatlán referidas a Cultura, no existe una sola mención relacionada con la responsabilidad de incluir y desarrollar esta dirección; por otro lado, y más importante aún, es que esta medida pareciera representar un retroceso en materia de reconocimiento de derechos, precisamente ante personas y comunidades especialmente excluidas y discriminadas por su orientación sexual, identidad o expresión de género. De nuevo, no se trata sólo de un tema de servicios públicos, que sin duda son necesarios, sino que se trata de un asunto de reconocimiento y garantía de derechos.

Los derechos humanos y la igualdad pueden formar parte de un enfoque de gobierno, que coloca a las personas en el centro de sus políticas, pero sobre todo a aquellas que por diferentes razones, sufren discriminación, marginalidad y diferentes formas de explotación. Este enfoque requiere, ante todo, voluntad y compromiso político, y para lo demás encontrar caminos para hacerlo realidades. 

Sobre construcción democrática, derechos humanos y forma de gobernanza
En este ámbito, es preciso reconocer que contar con un presidente con liderazgo reconocido puede ser una enorme posibilidad para generar procesos de movilización social y política constructivos y concertadores, que permita que nuestra sociedad pueda salir de las dinámicas de confrontación y polarización política. 

El presidente Bukele está arribando a sus 100 días de gobierno con este capital incrementado, lo cual le facilita jugar un papel concertador y no sólo de aplastamiento de sus adversarios, pues en materia democrática sabe que necesita una relación diferente con todos los partidos políticos y otros actores.

Pasado este momento de impacto de corto tiempo, un desafío es lograr una mirada más crítica no sólo de lo que hicieron mal los anteriores gobiernos, sino de aquello que pudieron hacer bien o medianamente bien, aunque le resulte muy difícil reconocerlo. Analizando la composición legislativa, algunas de sus iniciativas requieren el respaldo de las diferentes fuerzas políticas, y lo puede lograr incluso por consenso y no por aplastamiento del opositor. Esto podría significar un aumento del liderazgo político de su gobierno.

En este mismo campo, es urgente la creación de espacios de diálogo con organizaciones de la sociedad civil y la articulación de esfuerzos con quienes defienden derechos humanos. Desarrollar una política de participación ciudadana a impulsar desde las diferentes carteras de gobierno puede abrir posibilidades de diálogo y confluencia de esfuerzos en la solución de problemas concretos y en la construcción de procesos democráticos.

El ejercicio de ciudadanía democrática requiere información por parte del gobierno, que reconoce que el acceso a la información es en primera instancia un derecho humano y que garantiza la libertad de expresión, como otro derecho vinculado de forma imprescindible.

Desde expresiones del movimiento feminista y de mujeres, se ha reiterado la  necesidad y disposición de un diálogo urgente con el gobierno para analizar el cumplimiento de compromisos adquiridos por el Estado para la aplicación del enfoque de género en las políticas públicas y el cumplimiento de los estándares internacionales respecto a nuestros derechos a la salud sexual y salud reproductiva, así como  a vivir una vida libre de violencia y discriminación. Dar respuesta a estas demandas, también es una forma de construcción democrática.

Hay que esperar que superada esta etapa inicial, el presidente use su liderazgo y caudal político para consolidar y profundizar una acción eficiente del Gobierno  y el cumplimiento de los objetivos esbozados en el Plan Cuscatlán, generando consensos con las diversas fuerzas sociales y políticas del país, que permitan fortalecer la institucionalidad democrática y superar los principales problemas que enfrentamos  en materia de seguridad, economía y garantía de derechos humanos de todas las personas.

Morena Herrera es activista feminista y defensora de Derechos Humanos, integrante de diversas expresiones del movimiento feminista en El Salvador y Centroamérica. Socia fundadora de Las Dignas. integrante de la Colectiva Feminista para el Desarrollo Local y Presidenta de la Agrupación Ciudadana por la despenalización del aborto Terapéutico, Ético y Eugenésico.
Morena Herrera es activista feminista y defensora de Derechos Humanos, integrante de diversas expresiones del movimiento feminista en El Salvador y Centroamérica. Socia fundadora de Las Dignas. integrante de la Colectiva Feminista para el Desarrollo Local y Presidenta de la Agrupación Ciudadana por la despenalización del aborto Terapéutico, Ético y Eugenésico.

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