El Ágora / Cultura

El genio detrás de El Rosario obtiene su anhelado Premio Nacional de Cultura

Después de 70 años dedicado a la creación, el arquitecto y escultor Rubén Martínez vio por fin recompensado su esfuerzo con el máximo galardón que entrega el Estado a un artista. Con su nombramiento como Premio Nacional de Cultura, Martínez por fin se siente completamente validado por su característica y prolífica producción, en la que destaca la revolucionaria iglesia El Rosario. 

 

 


Martes, 29 de octubre de 2019
María Luz Nóchez

El arquitecto y escultor Rubén Martínez Bulnes, el artista detrás de la revolucionaria iglesia El Rosario, fue homenajeado el lunes 28 de octubre con el Premio Nacional de Cultura 2019, un reconocimiento que Martínez había anhelado por años. 

“Soy un hombre sencillo, honesto; pero este día soy el más feliz”, dijo en su discurso de aceptación en el salón de honor de Casa Presidencial. El premio, entregado cada año por el Gobierno de El Salvador desde 1976, es el máximo reconocimiento que entrega el Estado a personalidades o instituciones que destacan por sus aportes al arte y la cultura.

A sus 90 años, Martínez dijo por fin sentirse reconocido por su prolífica obra arquitectónica y escultórica que consta de 185 esculturas, 23 monumentos o plazas, 14 sagrarios, y una variedad de estructuras móviles y cuadros. Su obra culmen y la más reconocida, la iglesia El Rosario, es considerada uno de los edificios más ilustres y significativos de toda Latinoamérica. En su gestación fue una obra tan polémica y desafiante que tuvo que ser supervisada por el Papa Juan XXIII, quien la apadrinó en 1962 como un experimento previo del revolucionario Concilio que se avecinaba.

Rubén Martínez saluda al presidente, Nayib Bukele, después de recibir la medalla y el titulo del Premio Nacional de Cultura. El Faro/Carlos Barrera
Rubén Martínez saluda al presidente, Nayib Bukele, después de recibir la medalla y el titulo del Premio Nacional de Cultura. El Faro/Carlos Barrera

“Quiero dar las gracias por este premio que tanto soñé. Lo he perdido tres veces. Cuando vi que era escultura me puse contento”, dijo en señal de reclamo por sentirse invisibilizado, pese al gran formato de sus obras. Martínez aprovechó su discurso como ganador para destacar sus diferencias con los ganadores anteriores. A Martínez lo antecedieron en recibir este reconocimiento los escultores César Sermeño y Enrique Salaverría, en 1994 y 2007, respectivamente.

Aprovechó, pues, para destacar que es el único que tiene cinco esculturas de más de cuatro metros, entre las cuales se encuentran el Monumento a la Constitución, conocido popularmente como La chulona; El cristo de la paz, ubicada en el kilómetro 9 de la carretera que conduce a Comalapa; y las esculturas de José Simeón Cañas y José Matías Delgado, que se exhiben en el Museo de Arte y la plaza San José en el centro de San Salvador, respectivamente.

Este arquitecto y escultor fomentó desde la infancia su inclinación por la construcción de objetos con fragmentos de metal que recolectaba de las construcciones en las que trabajaba su padre como ingeniero civil; su primera instrucción la recibió, de hecho, de soldadores. Es por ello que no extraña que el material predominante de su obra escultórica sean el metal, el hierro forjado y la chatarra.

Se considera a sí mismo un artista autodidacta, incomprendido por su familia desde pequeño. “Mi familia no podía comprender cómo un muchacho se iba a dedicar a andar jugando. Según ellos, cualquier forma de arte era jugar. Para ellos, tenía que estar estudiando números y la ingeniería. En cambio, me iba a tocar la guitarra y a dibujar”, dijo en una entrevista a El Faro en 2009. La incomprensión se trasladó luego al círculo profesional, donde otros arquitectos se reían de él por el diseño de decidió dar a la que es, al día de hoy, su obra más emblemática: la iglesia El Rosario. “Me molestaban… De ahí salió lo de la escalera al cielo, por la forma de las vigas del techo, pero ellos no sabían que eso fue lo máximo que se podía hacer desde el funcionalismo: me dio el espacio y la entrada de luz para los vitrales. La iglesia El Rosario está bien lograda”.

En un artículo publicado en 2013 en El Faro, el historiador Antonio García Espada reseñó que en el diseño de El Rosario la utilización del espacio es distinta, con el altar cambiado de sitio y la feligresía convertida en el centro de gravitación. La obra prescindió de la tradicional planta de cruz latina y la orientación hacia el Este y eliminó 'todo elemento divisorio y privado (columnas, gradas, girolas, capillas…)'. Según García Espada, 'El nuevo templo sería como el vientre materno donde se aloja la comunidad de iguales que conformaría la iglesia del futuro'.

Aún con toda la polémica que un diseño y construcción como esta generó, Martínez contó siempre con la confianza y total respaldo de los sacerdotes dominicos que dirigen la parroquia y hasta con la venia del papa Juan XXIII.

Con excepción de las imágenes de la virgen de El Rosario y de Santo Domingo en el altar mayor, el resto de esculturas son obras de herrería realizadas por Rubén Martínez. En primer plano
Con excepción de las imágenes de la virgen de El Rosario y de Santo Domingo en el altar mayor, el resto de esculturas son obras de herrería realizadas por Rubén Martínez. En primer plano 'La resurrección'. / Foto de José Carlos Reyes.

Sobre la excepcionalidad de su obra artística, en sus palabras hacia el homenajeado, el presidente Nayib Bukele destacó que “es extraño en nuestros tiempos tener a alguien tan excelente en dos ramas muy distintas. Hay decenas de miles de arquitectos y escultores que jamás podrían hacer el tipo de obras que el maestro ha llegado a hacer”.

El jurado que se encargó de elegir este año al ganador estuvo integrado por las arquitectas Eleonora Sol y Yolanda Bichara, el arquitecto y director de programación del Museo de Arte, Rafael Alas, y los artistas Salvador de la Mancha y Miguel Mira. Para ellos, que Martínez reciba el premio también se trata de un acto de justicia, además de un reconocimiento meritorio por el legado repartido en espacios públicos que su obra representa para los salvadoreños. Este año, las propuestas recibidas postularon a un total de ocho artistas, de entre los cuales los jurados seleccionaron una terna para luego nombrar, por unanimidad, al ganador.

“El jurado solo verifica el ganador, pero el ganador mismo se va gestando desde que hace su primera obra. El tiempo es el que le dio el premio. No fue un gane fácil”, asegura Salvador de la Mancha. Y aunque siempre estuvo encabezando la lista de los finalistas, el factor decisivo para los integrantes fue el manejo del espacio: 'Sus esculturas son un todo junto con el espacio en donde están localizadas. Ese manejo del tiempo-espacio visual-sentimiento es una mezcla que el maestro lo maneja de manera monumental y fue lo que terminó de remachar, y ese manejo de proporciones, dimensiones, fondos, escenarios, manejados con esa maestría, es parte del sello característico del maestro Rubén Martínez', agregó Yolanda Bichara.

El interior de la Iglesia El Rosario replanteaba la relación espacial entre los fieles y la curia, no tiene nada en común con los templos católicos de mitad del siglo XX. / Foto de José Carlos Reyes.
El interior de la Iglesia El Rosario replanteaba la relación espacial entre los fieles y la curia, no tiene nada en común con los templos católicos de mitad del siglo XX. / Foto de José Carlos Reyes.

El Premio Nacional de Cultura homenajea anualmente la trayectoria de un artista, es decir, lo consagra como uno de los mejores expositores de su rama. El reclamo de Martínez respecto a sentirse olvidado lo tuvo también el pintor Carlos Cañas, quien a sus 88 años recibió el galardón en 2012, y dijo que ya no se sentía solo. Sin embargo, ambos han recibido sendos reconocimientos por parte del Estado a lo largo de su vida. Para el pintor y director del Museo de Arte, Roberto Galicia, este es un reclamo generacional de quienes llama 'los inconformes', y agrega que, pese al peso que el premio tiene para culminar una carrera artística, el reconocimiento más grande 'es el del público que se ha logrado identificar con la obra de Rubén que está diseminada por todos lados y, especialmente, aquellos que, en busca de un consuelo espiritual, asisten a la iglesia El Rosario y son capaces de percibir lo mismo en el vía crucis de Rubén que en los que estamos acostumbrados a ver en el resto de templos'. 

Entre los otros reconocimientos recibidos por el arquitecto y escultor se encuentran el homenaje al Valor Cultural (2003), por parte del extinto Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Concultura), el Premio Ingenio 2008, de parte del Centro Nacional de Registros, la declaratoria de Noble Escultor de El Salvador, por parte de la Asamblea Legislativa en 2012 y la declaratoria de Hijo Meritísimo de San Salvador en 2018. Así mismo, en junio de ese mismo año, los diputados decidieron otorgarle una pensión vitalicia, un beneficio al que muchos artistas aún aspiran. 

El Ministerio de Cultura, además, rendirá homenaje a su fructífera carrera artística con una muestra de alrededor de 70 obras de su autoría en la Sala Nacional de Exposiciones Salarrué, ubicada en el Parque Cuscatlán, a ser inaugurada el próximo 8 de noviembre. Sobre la selección, la historiadora Astrid Bahamond, a quien le fue encargada la curaduría, explica que Martínez 'Es el único y de los pocos artistas contemporáneos que ha sabido interpretar la liturgia en términos tremendamente revolucionarios en cuanto al estilo en el que sus obras de arte sean arquitectónicas'.

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