Columnas / Política

La niñez no es mercancía proselitista

Poco “vende” más y apela a nuestros sentimientos como la imagen de una niña o niño. Por eso resulta urgente cerrar filas para que sus rostros no sean explotados como mercancía en beneficio de cualquier entidad o interés.

Lunes, 6 de julio de 2020
Celia Medrano

En lo que ya es de hecho una campaña política adelantada se ha utilizado sin ningún tipo de respeto imágenes de menores de edad. Cuentas gubernamentales se han llenado de niñas y niños recibiendo bolsas de alimentos con el sello del Plan de Emergencia Sanitaria (PES), posando a la par de soldados armados o con una réplica en muñeco del presidente Bukele, y el mismo mandatario se encargó de difundir un video de un niño luciendo un disfraz, confeccionado con la misma bolsa de PES, recitando un agradecimiento porque el Presidente le ha regalado comida.

Quienes argumentan que esto no es violentar ninguna norma ni los derechos de las niñas y los niños, porque son sus padres los que les han fotografiado o filmado, porque han sido los mismos padres los que han publicado imágenes de sus hijas e hijos o porque han dado su consentimiento para ello, están en un error. Los padres, ya sea por desconocimiento o plenamente conscientes de lo que hacen, también pueden violentar los derechos de sus hijas e hijas al involucrarlos públicamente en sus preferencias políticas. Es por eso que todo funcionario está en la obligación de velar por la observancia de estos derechos en lugar de convertirse en replicador de la vulneración de los mismos para autopromoverse con la entrega de alimentos a familias de estos niños en condición de vulnerabilidad y necesidad por emergencia y calamidad.

Para el caso específico del niño expuesto públicamente con el traje hecho con la bolsa en la que venían los alimentos adquiridos con fondos públicos, quienes pretendan justificar esta acción al decir que está ejerciendo su derecho a expresarse y opinar, también que están en un error. El derecho de la niñez a ejercer progresivamente sus derechos va conforme con su crecimiento y su madurez. Al exhibir a este niño de esta manera se le expone a señalamientos de todo tipo, presiones a favor o en contra de lo que se ha dicho a través del niño, vecinos señalándole, también a favor o en contra. Una serie de aspectos que difícilmente el niño podría anticipar de sus acciones.

La Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) emitió el dos de julio una segunda censura pública con respecto a este tema e hizo un llamado al presidente para 'que desista de utilizar y exponer niños y niñas en sus cuentas de redes sociales y cualquier otro medio de comunicación o difusión, debido a que tales acciones y publicaciones atentan contra la dignidad de la niñez'. En respuesta, un comunicado desde capres, publicado el mismo día, alegó que se respeta el derecho de expresarse libremente del menor de edad y anexó una carta de la madre del niño en la que afirma que a ella no le parece inapropiado que a su hijo se le filme públicamente vestido con una bolsa desechable con un logo gubernamental. Como lo mencioné anteriormente, que la madre haya dado la autorización no exime una violación a los derechos de su hijo.

El Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (Conna), organismo obligado a velar por el respeto de los derechos de los niños y niñas no se pronunció oportunamente por hechos anteriores y apareció hasta el mismo 2 de julio, limitándose a publicar en sus redes el comunicado oficial de la presidencia de la República, perdiendo de vista con ello su autonomía como ente rector.

El Conna no debe limitarse a dar por hecho que con contar con una autorización de un padre o tutor para el uso de imagen de una niña o niño no se incumple con las prohibiciones específicas y generales contempladas en los Artículos 46 y 47 de la Ley de Protección Integral de la Niñez y la Adolescencia (Lepina). En la carta enviada por la madre del menor, publicada por la presidencia, se lee que ella se siente ofendida porque se utiliza la imagen de su hijo para atacar al presidente, sin darse por enterada de que fue ella misma quien expuso a su hijo públicamente a la polarización política actual del país.

Importante aclarar, no obstante, que no en todas las fotografías de niñas, niños y adolescentes publicadas por entes estatales se está instrumentalizando su imagen. Efectivamente, la participación y libertad de expresión y opinión de la niñez y la adolescencia es un derecho que debe respetarse y promoverse, pero con las metodologías adecuadas. Para ello es importante que se observe el interés superior de la niñez, el ejercicio progresivo de sus derechos y siempre y cuando ellos y ellas se asuman como sujetos de derechos en respeto de su intimidad, sin exponerlos a riesgo, discriminación o estigma. Es recomendable que los entes estatales garantes de los derechos de la niñez y adolescencia busquen la opinión experta que podría ofrecer el Comité de Naciones Unidas de los Derechos del Niño, que ya ha emitido observaciones generales y específicas al respecto, o bien de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en especial su relatoría de los derechos de la niñez.

Poco efectivo puede resultar advertir a los padres de esta violación a los derechos de sus hijos e hijas si persiste desde el Gobierno la divulgación de fotografías de niñas y niños posando al lado de las bolsas de PES distribuidas por la oficina de Bienestar Social a nombre de la esposa del presidente. De continuar permitiéndose tal práctica, lo que sucederá es que se establecerá como una norma y cualquier ente político o privado podrá hacer lo mismo. ¿Tendría la misma posición el Gobierno si las imágenes publicitadas fueran de niños y niñas fotografiados sacándole la lengua al presidente con la etiqueta #BukeleDictador? ¿Bastaría que los padres certificaran que esa publicidad o propaganda ha contado con su autorización para que se utilice la imagen de sus hijos e hijas?

Ciertamente, poco “vende” más y apela a nuestros sentimientos como la imagen de una niña o niño. Por eso resulta urgente cerrar filas para que sus rostros no sean explotados como mercancía en beneficio de cualquier entidad o interés, como el de buscar recaudo político. Permitir que siga ocurriendo debería de ser motivo de vergüenza para todos. Mucho más todavía que parezca aceptable que se haga desde la poderosa estructura comunicacional de un ente gubernamental obligado a observar y garantizar los derechos de estos niñas y niños, no a sacar provecho de ellos.

Celia Medrano es periodista salvadoreña con especialidad en derechos humanos, educación para la paz y gestión pública.
Celia Medrano es periodista salvadoreña con especialidad en derechos humanos, educación para la paz y gestión pública.

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