Columnas / Política

La oportunidad de la mayoría

La nueva Asamblea, el partido NI y, por tanto, el Ejecutivo, tienen la responsabilidad, y ahora los medios (sin ninguna excusa), de elaborar y ejecutar una agenda de país.

Martes, 13 de abril de 2021
Mauricio Silva

Parte de un proceso democrático son las elecciones, en ellas el pueblo otorga poder a los electos y, para que el país pueda seguir adelante, es importante reconocer ese poder en manos de las autoridades electas y su partido, Nuevas Ideas (NI); nos guste o no ese resultado. Hubo acciones incorrectas, como que el presidente pidiera el voto ese mismo día, pero la victoria fue contundente.

El poder otorgado, que se traducirá en 55 de 84 diputados y 152 alcaldías, es significativo. Desafortunadamente, juzgando por el quehacer de esos funcionarios electos y la campaña que llevaron, implica una concentración de poder muy grande en una sola persona, el presidente Bukele. El primer paso que deben dar una vez tomen posesión de sus cargos es representar a quienes los eligieron y cumplir con las tareas para las que fueron electos. Ello implicará, más temprano que tarde, demostrar independencia en su criterio y su voto.

La nueva Asamblea, y el partido NI, y por tanto el Ejecutivo, tienen la responsabilidad, y ahora los medios (sin ninguna excusa), de elaborar y ejecutar una agenda de país. Las necesidades del pueblo a satisfacer en el corto plazo, y por tanto las respuestas que ellos necesitan, son muy claras. Lo más inmediato y urgente es salir de la pandemia, es decir, asegurarse de que a la brevedad posible toda la población tenga acceso a la vacuna y acuda a vacunarse. Ello implica una planificación detallada para la compra de vacunas, su distribución y administración y una campaña educativa hacia la población en general.

De manera paralela, para salir de los efectos de la pandemia, es importante que se trabaje en la recuperación económica. La economía sigue muy mal. Según la Cámara de Comercio de El Salvador, unos 380 mil empleos se encuentran en situación de riesgo. En los primeros seis meses del cierre por la pandemia se perdieron más de 72 mil empleos, solo en el sector formal. Sin embargo, el sector informal es el más golpeado.

No habrá recuperación económica sin un diálogo y consenso con y entre la empresa privada. Ella provee empleo y puede reactivar la economía más rápidamente que el sector público, por tanto, debe ser socio en esa tarea. La empresa privada puede ser herramienta útil en los apoyos económicos estatales, ello es más efectivo y transparente que el método ocupado hasta ahora por el Estado, que lo ha estado haciendo directamente. Ejemplos de ello podrían ser, préstamos a PYMES que luego se convierten en donaciones (totales o parciales) para dinamizar empresas con dificultades. Esos préstamos pueden servir para reprogramar deudas, pagar planillas, inversiones, etcétera, las cuales una vez realizadas y comprobadas por la PYME, se pueden constituir en donaciones.

Por la pandemia, y la cantidad y forma en que se ocuparon los recursos, las finanzas públicas son muy débiles y, por ello, también merecen prioridad y, sobre todo, disciplina, sabiduría y decisiones difíciles. No se puede seguir gastando como hasta ahora: los recursos no alcanzan, es irresponsable seguir consumiendo sin tener los correspondientes ingresos no podemos seguir endeudando a las futuras generaciones. El crédito no da para más, aunque se quiera, excepto si se contrata en el mercado a tasas de interés sumamente altas, lo cual no es saludable y tendría gran costo para el país. Solo para dar una idea, ya estamos pagando un interés más del doble que el de Guatemala, y de seguir así podríamos pagar más del triple. La alternativa es un manejo mucho más responsable de las finanzas y un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Ello no puede ser un acuerdo que golpee más a los sectores populares y a las pymes; eso sería como incrementar el IVA.

Para fortalecer la democracia es muy importante que la elección de Fiscal General, el Consejo Nacional de la Judicatura, el Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos, la Corte Suprema de Justicia y la Corte de Cuentas, que vendrá pronto, se haga aplicando criterios éticos y profesionales, que garanticen su independencia y eficiencia.

Otra medida urgente, pues afecta la recuperación económica, la estabilidad política, y los derechos de los salvadoreños migrantes, entre otros, son las buenas relaciones con Estados Unidos. La administración Biden ha manifestado en diferentes ocasiones que desea una relación buena pero diferente, una que se base en el desarrollo de la región centroamericana, que respete los derechos humanos, que deje atrás la corrupción y sea transparente. Creo, eso coincide con los intereses de los salvadoreños.

Después del Estado, la mayor responsabilidad de que todo lo anterior se cumpla la tenemos los miembros de la sociedad civil, ciudadanos, organizaciones, empresa privada, iglesias, universidades, gremios, etcétera. Nos corresponde estar atentos a que se cumpla y a denunciar si no se hace. Debemos crear soluciones alternativas para solucionar los problemas. Es nuestra obligación y también nuestro derecho; de ello depende nuestro futuro como nación.

Las nuevas autoridades y el Ejecutivo tienen ahora una gran oportunidad de mostrarnos que cumplirán con lo prometido y con las responsabilidades que les demanda la Constitución. Es una coyuntura que deberían aprovechar, es el momento que el presidente Bukele ha estado pidiendo, tiene todo a su favor para hacerlo. Ahora le toca entregar.

Para aprovechar esta oportunidad, el presidente debería empezar por enviar signos claros de parar la corrupción y la impunidad, investigando los grandes casos en donde ya se han señalado de algunos de sus funcionarios. Es imperante que refuerce la transparencia para lo cual la mejor garantía sería la elección de funcionarios idóneos y no con criterios partidarios y de sumisión en la Corte Suprema de Justicia, la Corte de Cuentas, la Fiscalía y otros ya señalados. Se vienen tiempos interesantes y de mucho trabajo.

*Mauricio Silva ha trabajado por más de 40 años en administración pública a nivel nacional e internacional. Tiene una maestría de Harvard y un PhD (ABD) de MIT en ese tema. Ha sido fundador e integrado la Junta Directiva en varias ONG. Trabajó en el Banco Interamericano de Desarrollo por 20 años, y durante los últimos diez fue miembro de su Junta Directiva como director por El Salvador y por Centroamérica.
*Mauricio Silva ha trabajado por más de 40 años en administración pública a nivel nacional e internacional. Tiene una maestría de Harvard y un PhD (ABD) de MIT en ese tema. Ha sido fundador e integrado la Junta Directiva en varias ONG. Trabajó en el Banco Interamericano de Desarrollo por 20 años, y durante los últimos diez fue miembro de su Junta Directiva como director por El Salvador y por Centroamérica.

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